La guerra del agua divide otra vez a Tarragona

Tildan de 'rídicula e interesada' la oposición frontal de la Plataforma en Defensa de l'Ebre y del Gobierno de Aragón

19 mayo 2017 15:51 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:20
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El minitrasvase del Ebre a las sedientas ciudades del Camp de Tarragona desató la primera guerra del agua en la provincia. La apertura del grifo, en 1989, cerró el primer capítulo del conflicto, que sigue latente en muchos sectores de las Terres de l’Ebre y que rebrota periódicamente cada vez que aparecen nuevos proyectos.

Treinta años después del minitrasvase, un nuevo enfrentamiento se abre entre el norte y el sur de Tarragona. Las comarcas de la Conca de Barberà, Anoia y Segarra cierran filas para defender la traída de agua del pantano de Rialb, a través del canal Segarra-Garrigues. Los alcaldes de diez municipios afectados invitaron ayer o a los representantes de la Plataforma en Defensa de l’Ebre (PDE) y al gobierno de Aragón, que se oponen frontalmente al proyecto, para que conozcan la realidad del territorio, donde algunos pueblos como Les Piles llevan más de diez años sin agua potable, con niveles de sulfatos muy superiores al máximo permitido.

Desde esta subcomarca, la Baixa Segarra, a caballo entre Lleida, Tarragona y Barcelona se insiste en que no disponen de ninguna otra salida para poder disponer de agua de boca para sus habitantes y que en ningún caso se trata de un trasvase encubierto. De hecho, todo este territorio es de la cuenca del Ebre, a excepción de cinco pueblos que también pertenecen, en parte, a cuencas internas como la del Gaià, pero esta es la principal controversia.

Con actitud muy seria, los alcaldes de varios municipios de la Conca de Barberà –les Piles, Forès, Vallfogona de Riucorb, Passant i Belltall, Santa Coloma de Queralt, Savallà del Comtat y Conesa–, los presidentes de los Consells Comarcals de la Conca y de la Segarra, y también el alcalde de Cervera, quisieron salir al paso, en rueda de prensa conjunta ayer en Montblanc, de las críticas al proyecto de abastecimiento de agua potable del canal Segarra-Garrigues en una treintena de municipios de estas dos comarcas, del Urgell y del Anoia.

«De ninguna manera queremos una confrontación entre territorios y menos si son de nuestro propio país; no queremos una confrontación, sólo pedimos algo tan simple, y es un derecho tan básico, como que nuestros pueblos puedan disponer de agua », afirmó Magí Trullols, el alcalde de Santa Coloma de Queralt, el municipio más grande de la cuenca. «Pero no hay ningún elemento que justifique esta confrontación», añadió el alcalde.

Camiones cisterna

«Y que alguien pueda decir de todo esto es un trasvase es de una ridiculez enorme y, en mi opinión, es hacer una lectura totalmente perversa e interesada de un tema que tanto nos preocupa a nosotros», sentenció Trullols. El alcalde de Santa Coloma recordó que «para el conseller Rull, esta traída de agua de Rialb, a través del canal Segarra-Garrigues, es un acto de justicia, no sólo de solidaridad, sino de justicia».

Visiblemente molestos por las últimas críticas recibidas desde la PDE y Aragón , los alcaldes se presentaron cargados de analíticas para demostrar la mala calidad del agua de boca de sus municipios por la alta presencia de nitratos y sulfatos.

También mostraron un trozo de tubería para ayudar a visualizar que el agua pasará por un tubo estrecho de 11 centímetros de diámetro interior y, por tanto, lejos de las grandes tuberías de un hipotético trasvase.

El punto de la discordia radica en que cinco municipios –fuera, las Pilas y Santa Coloma de Queralt, en la Conca de Barberà, y Pujalt y Montmaneu, en el Anoia– comparten la particularidad de pertenecer a dos cuencas, la del Ebre, pero también las cuencas internas. Según los alcaldes, pero en volumen de habitantes sólo representan unos 4.000 vecinos en un territorio donde se han de abastecer con camiones cisterna para poder tener agua de boca.

Con todo, los alcaldes recuerdan que hay autorización del Ministerio de Medio Ambiente, concedida en 2011, que avala esta «transferencia de hasta 0,62 hectómetros cúbicos al año», de una cuenca a la otra , a través del canal Segarra-Garrigues. «Es surrealista que nos encontramos aquí pidiendo agua potable, en pleno siglo XXI el agua no puede ser propiedad de nadie», espetó el alcalde de Cervera.

«Estamos convencidos de que el proyecto saldrá adelante, no tenemos otra alternativa técnica para hacer llegar de forma urgente agua de uso de boca, aquí no estamos planteando ni grandes infraestructuras ni grandes volúmenes de agua», concluyó el presidente del Consejo Comarcal de la Conca de Barberà, Francisco Benet, el cual no descarta algún tipo de movilización si se acabara atascando esta demanda histórica.

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