La mitad de los enfermos en UCI de Joan XXIII no tenían patologías previas

Un estudio del servicio de medicina intensiva durante la primera ola muestra cómo el SARS-CoV-2 afecta severamente incluso a pacientes sanos, jóvenes y sin comorbilidades añadidas

19 octubre 2020 18:50 | Actualizado a 20 octubre 2020 15:39
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Un estudio de Medicina Intensiva del Hospital Joan XXIII de la primera oleada del virus alerta de la gravedad y la afectación severa del SARS-CoV-2, incluso en aquellos pacientes sanos, sin patologías previas. El análisis al que ha tenido acceso el Diari describe la evolución de 43 pacientes graves con Covid-19 durante las cuatro primeras semanas en la UCI. «Uno de los principales hallazgos de nuestro estudio fue que uno de cada dos pacientes ingresados no presentaron comorbilidades mayores. Este hallazgo es similar a los observados en otros estudios, los cuales informan de la ausencia de comorbilidades en más del 60% de los pacientes», expone el balance del centro tarraconense.

La comorbilidad es un término médico que se refiere a la presencia de uno o más trastornos, además de la enfermedad primaria. El informe se titula ‘Infección grave por coronavirus SARS-CoV-2: experiencia en un hospital de tercer nivel’ y alerta de la peligrosidad de este nuevo patógeno que asola al mundo: «Nuestros datos sugieren que a pesar de describir la evolución de una población con edad no muy avanzada y con bajo nivel de comorbilidades, la Covid-19 requiere con elevada frecuencia de ventilación mecánica invasiva (VMI), presenta una alta incidencia de fracaso de la oxigenoterapia de alto flujo (OAF) y una elevada mortalidad».

El informe relata los diferentes problemas de las asistencias ventilatorias, que no prosperaron en numerosos enfermos. Esa oxigenoterapia de alto flujo se empleó en el 62,7% de pacientes y fracasó en el 85% de los casos. Uno de los investigadores y primer firmante del estudio es el doctor Alejandro Rodríguez, médico de curas intensivas en Joan XXIII y coordinador de la base de datos. «El estudio informa de que el 44% de los pacientes no registraban ninguna de las comorbilidades controladas. Es evidente que el virus tiene un elevado impacto en el pulmón, aun en pacientes sin comorbilidades importantes», indica Rodríguez.

«Hay que mantener las medidas»

De ahí que, en plena segunda ola, se incida en la concienciación de la severidad de este coronavirus que puede golpear con gravedad a perfiles sin afectaciones de inicio. «Es muy importante que todas las personas mantengan las medidas de prevención, ya que aunque hay una relación directa con los mayores de 60 años, personas más jóvenes también pueden sufrir formas graves de infección», explica el doctor Rodríguez.

El informe, a pesar de las limitaciones de la muestra, tiene el valor de constituir una radiografía muy temprana, ya que incluye a pacientes hospitalizados entre el 14 de marzo y el 16 de abril, el periodo en el que el virus hizo más estragos, con una mortalidad más elevada y en un contexto de escasez de PCR, de detección en general y de rastreo. Ya apuntaba, por entonces, cuáles estaban siendo los factores que podían complicar la evolución de la enfermedad, luego corroborados. «La obesidad, la hipertensión y la diabetes son las principales comorbilidades que se mantienen hasta hoy», explica Rodríguez. En ese sentido, se menciona, además, un cierto paralelismo con otra alerta sanitaria más o menos reciente. «De forma similar a lo observado en la pandemia por la gripe A, la obesidad fue una comorbilidad muy frecuente en nuestros pacientes», expone el documento.

Y sigue el informe: «Desde el 1 de febrero hasta el 14 de abril de 2020, 380 casos de Covid-19 fueron diagnosticados en nuestro hospital, de ellos 43 (11,3%) requirieron ingreso en la UCI por la presencia de insuficiencia respiratoria aguda y son motivo del presente análisis. 17 pacientes (39,5%) fueron ingresados desde el servicio de medicina interna, 15 (34,9%) derivados desde otros hospitales y 11 (25,6%) desde el departamento de urgencias» del hospital tarraconense.

En general, los pacientes ingresados eran jóvenes (media de 65 años), si bien el informe constata, como otros indicadores, que a mayor edad, más riesgo. «Se observó un incremento significativo de la mortalidad según los cortes de edad establecidos: 18 a 45 años (0%); 46-64 años (13,3%), 65-75 años (35,3%) y mayor de 75 años (66,7%). La mortalidad de los pacientes mayores de 75 años fue precoz», se indica.

El factor de la edad

Más allá de este estudio, los médicos alertan de la imprevisibilidad de la patología, capaz de complicarse sin que haya cuadros médicos de enfermedad previos ni factores claros. «La afectación tiene que ver con la edad. A partir de los 30 años, cuando vas aumentando de diez en diez, se incrementa el riesgo. Es un factor que predispone, pero después hay un porcentaje de gente joven que necesita requerimientos sanitarios, como estar intubado y en la UCI. Eso lo hemos visto en pacientes de 30 y de 40 años», explica Tani Francesch, médico especialista en geriatría y curas paliativas en Joan XXIII.

Francesch menciona otra casuística ligada: «Vemos casos de gente joven que pasa la enfermedad con sintomatología leve, pero luego tiene secuelas de haber sufrido una patología grave». Tanto ella como otros médicos inciden en la idea de que, aunque en esta segunda ola la situación sanitaria no es comparable por el momento a los meses de marzo y abril, los riesgos siguen persistiendo.

De esos 43 pacientes, 28 acabaron siendo dados de alta, 10 fallecieron y cinco seguían ingresados al término del plazo del estudio. La media de días hasta la muerte fue de 23 y un solo paciente falleció en las primeras 24 horas del ingreso. La estancia media en la UCI para aquellos que obtuvieron el alta fue de 27 días, lo que indica lo largo –y en ocasiones complicado– que fue el periodo de recuperación. La hidroxicloroquina o el interferón, que tuvo problemas de suministro, fueron algunos de los fármacos empleados en cuidados intensivos.

El doble de neumonías

La investigación de los médicos de UCI de Joan XXIII también incide en una de las complicaciones de aquellos días: las neumonías asociadas al uso de ventilación mecánica. El informe habla de una elevada tasa, que «duplica ampliamente la tasa habitual de nuestra UCI». «La urgencia del trabajo durante la pandemia, la utilización de equipos de protección individual, la rotación de personal poco entrenado, así como una disminución en las medidas de prevención de la neumonía, pueden ser las razones que justifiquen este incremento. Sin embargo, esta elevada incidencia deberá ser confirmada con otros estudios», expone el informe.

El balance resalta, entre sus limitaciones, «el bajo número de pacientes incluidos», pero reivindica que «nuestros datos aportan valor al conocimiento, aunque los hallazgos deberán ser confirmados» por otros análisis. Esta aproximación científica del Joan XXIII es apenas una pincelada inicial en estos primeros momentos de investigación de una enfermedad nueva. «Es evidente que tanto la indicación de ingreso en UCI, así como la complejidad de la asistencia brindada a los pacientes, es muy variable entre centros y países por lo cual, esta información deberá ser analizada cuidadosamente en cada estudio», detalla el informe, en el que participaron profesionales del laboratorio clínico de Joan XXIII, además de trabajadores en epidemiología y prevención, farmacia, enfermería o UCI Data-Analitics.

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