La nueva vida social de l’Anella Mediterrànea

El buen tiempo y el desconfinamiento han sido claves para hacer de este complejodeportivo el punto neurálgico a nivel social de todos los barris de Ponent de la ciudad

23 julio 2020 19:20 | Actualizado a 24 julio 2020 06:33
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Son las 18.00 horas de un lunes y Ponent tiene su corazón latiendo en l’Anella Mediterránea. Es un día de mucho calor en la que el sol ha dado tregua. Un clima suficientemente convincente como para que muchos vecinos de la zona haya decidido ir a pasar la tarde a este nuevo punto neurálgico de una parte importante de la ciudad. Desde el pasado 9 de mayo, día en el que este escenario reabrió sus puertas tras estar cerrado cerca de dos meses por el confinamiento al que estuvo sometido el país, este se ha vuelto un plan predilecto en Ponent. Uno se atrevería a decir que ir a la playa o ir a pasear a l’Anella son las dos grandes actividades sociales que se están imponiendo en este atípico verano de mascarillas y distancia de seguridad.

Lo cierto es que nadie vislumbraba no hace demasiados años atrás que tras los Juegos Mediterráneos este complejo deportivo iba a tener un nuevo uso como el que está teniendo en los últimos meses. L’Anella se ha convertido en un escenario deportivo, pero también social. Allí se va a hacer deporte gracias a su bonito y natural paisaje, pero son muchas también las familias que se acercan con el objetivo de pasear con tranquilidad.

Es una evidencia que hay dos factores que han provocado el auge de este escenario como lugar de tránsito habitual para muchos vecinos de Campclar. El primero es el buen tiempo. Es evidente que con el sol y el calor apetece salir más de casa y la gente ha visto en l’Anella un lugar predilecto para pasear y airearse.

El segundo factor clave ha sido el confinamiento. Tras muchos días sin poder salir, mucha gente cambió su percepción de vida. De repente, salir a la calle a la pasear se convirtió en una actividad prohibida y por tanto añorada. Cuando comenzó la desescalada, rápidamente se pudo apreciar que el ciudadano tenía ganas de disfrutar del aire libre. Desde entonces, en las calles de Ponent y de cualquier punto de la ciudad se respira una mayor actividad. Ahora pasear se ha convertido en un plan que ha desbancado a otros como por ejemplo ir a centros comerciales, algo que con el coronavirus amenazando con su rebrote se ha vuelto en una alternativa mucho menos atractiva entre otras.

El deporte, muy presente

Más allá de las familias que salen con sus niños a pasear también son muchos los deportistas que ven en L’Anella un lugar perfecto para la práctica del deporte a alta intensidad. Son muchos los corredores y ciclistas que se acercan a lo largo del día a realizar su rutina habitual de ejercicios.

Uno de estos corredores que viene asiduamente a correr a l’Anella es Javier, un vecino de Campclar que está encantado con este complejo que está dotando de mucha vida a la zona de Ponent. «Es un lujo tener un espacio así en el barrio. Siempre que puedo voy a correr o a pasear. Me gusta especialmente el entorno del lago, aunque a veces está algo descuidado. El anillo mediterráneo es el Central Park de Tarragona, hay mucha vida. Pero me parece muy mal que esté cerrado los festivos, que es cuando más gente lo podría disfrutar», asegura el vecino de Ponent.

Santi es una vecina de Campclar que ya lleva muchos años yendo a caminar. Sufre diabetes y el caminar se ha vuelto en uno de sus grandes aliados para batallar contra esta enfermedad. L’Anella se ha convertido en un escenario vital en su día a día, puesto que su entorno le encandila: «Me gusta mucho como está l’Anella. En el césped hay mucha gente merendando, perros paseando y muchos monitores con niños, pero siempre respetando la distancia de seguridad. Además, la guardia urbana está siempre pendiente, ayer mismo echaron a dos niños que estaban en el campo de rugby».

Sobre si se ha percatado de que ahora va más gente que antes del confinamiento a l’Anella, Santi afirma lo siguiente: «Ahora va más gente porque se siente más protegida y se camina con más tranquilidad. No tragas humo de los coches ni ves tanta masificación de personas como en otros sitios. Hay varias rutas para caminar y si no quieres no te encuentras con nadie».

Junto a ella va su hija Mónica que cuenta que comenzó a caminar con su madre hace cerca de un mes y también se ha quedado prendada del buen ambiente y la vitalidad que respira l’Anella. «Yo no solía hacer mucho deporte y desde que he descubierto este sitio salgo todas las tardes con mi madre. Es un sitio cuidado, no hay nada sucio, hay mil especies diferentes de árboles y todo transmite paz y tranquilidad», explica la vecina en este caso de La Canonja.

Para Mónica, l’Anella se ha convertido en un escenario de calma en unos tiempos en los que la masificación y la aglomeración atemorizan a una sociedad que sigue en plena batalla contra la pandemia del coronavirus: «El uso que se le está dando a esta Anella es súper eficaz y en estos tiempos que corren entras en otro mundo paralelo lleno de naturaleza. Aquí ves gente corriendo, ves a gente haciendo clases dirigidas al aire libre, también ves a familias merendando y a personas mayores que simplemente van a tomar el fresco delante del lago».

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