La odisea de ir en coche a las playas de Tarragona

Gente cruzando la antigua nacional, coches mal estacionados, la Guàrdia Urbana multando los vehículos mal aparcados y un servicio de autobús con quejas, el panorama de los fines de semana

22 julio 2019 07:10 | Actualizado a 22 julio 2019 07:31
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Coger el coche para ir a la playa es un auténtico caos. Es la situación de todos los fines de semana, con familias al borde de un ataque de nervios dando vueltas para aparcar y algunos vecinos de la zona de Llevant que casi no pueden salir de casa, por culpa de los vehículos mal estacionados. Un panorama que se acentúa por las malas comunicaciones en transporte público y una antigua N-340 en la que los peatones arriesgan sus vidas, cruzando por donde les da la gana.

Desde la playa de L’Arrabassada a La Móra, la zona de playas de Tarragona queda todos los fines de semana completamente congestionada. A lo largo de todo el recorrido es habitual encontrarse vehículos estacionados en la cuneta o en el arcén de la antigua carretera nacional. Y, ¿qué hacen sus conductores? Cruzar ilegalmente por en medio de la carretera para ir a La Savinosa. Una acción complicada, con la elevada densidad de tráfico de los domingos.

Otra imagen cada vez más frecuente es la de los peatones caminando por el arcén y las bicicletas que ven como son adelantadas de forma veloz, por los conductores impacientes.

En Cala Romana, junto a la zona de las pistas de tenis, hay uno de los puntos calientes. Es uno de los aparcamientos que se utiliza para ir a la Llarga. «Hemos podido aparcar enseguida porque venimos temprano, pero es que si no tienes que estar esperando que salga alguien para poder entrar», explican José y Candi, vecinos de Reus. A las 8.45 horas de la mañana ya estaban en la playa. Dos horas y media más tarde, cuando mucha gente empieza a llegar, ellos se iban.

«Los domingos está a tope en todas partes, pero se trata de dar una vuelta y esperar a que se marche alguien», decían Joaquim Vivert e Isabel Iglesias. Ayer, tuvieron suerte a la primera. Por el contrario, Juan descargaba la familia para que empezaran a ir a la playa y esperaba él pacientemente dentro del coche. «Es que hay mucha gente y llevaba ya un ratito y no había forma. Al menos ellos que se bañen y ya iré», decía.

¿Se han planteado el autobús?

«Somos cuatro y a lo mejor si hubiera lanzaderas habría gente que los utilizaría, pero creo que muchos seguiríamos utilizando el coche», añadía Juan.

Con paciencia los bañistas van esperando que quede un espacio libre. En cambio los vecinos están cansados del alboroto que se monta todos los fines de semana. «Durante el verano los problemas de comunicación se agravan», dice Glòria Pino, de la Associació de Veïns de Cala Romana. Los coches mal aparcados ocupan cada uno de los lados de la calle Tramontana, por donde circulan también los coches que van a Boscos. Y después está el problema de la nacional. «Casi te obligan a ir en coche a todas partes. El autobús desde Tarragona te deja a la nacional. Después tienes que cruzar la carretera. Sí, la variante ha sacado los camiones, pero esto no es una vía urbana. Los coches van muy rápido», añade Pino.

La imagen de vecinos bajando del autobús desde Tarragona, obligados a cruzar por en medio de la carretera se repite también en Solimar. Desde que se suprimió la parada de autobús de esta urbanización, la gente tiene que andar por la calzada o arriesgarse. «Nosotros no tenemos ganas de ir a Tarragona en coche, pero es que no te dejan alternativa», asegura el presidente de los vecinos de Solimar, Carles Ribes. Explica que algunos vecinos aparcan en la Via Augusta y allí cogen el autobús para llegar al centro. «Es que la frecuencia es de cada 40 minutos. Esto no pasa en ninguna otra parte de Tarragona», añade. Durante el verano, la EMT refuerza el servicio con la línea de playas, la 16, que empieza su recorrido en la calle Pont i Gol (en el entorno de Joan XXIII) hasta Mas Rabassa (después de la Llarga). Zonas como La Móra tienen un servicio de autobús cada hora y media durante los domingos y festivos.

Los vecinos piden que se potencien alternativas como el transporte público y los carriles bici. Es una demanda sobre la que insiste también la Associació de Càmpings de Tarragona Ciutat. «Debería mejorarse la movilidad de la zona de playas para hacerlas más accesibles y de calidad», destaca el presidente de esta entidad, Agustí Peyra. Estos negocios suman 7.307 camas y durante el año pasado superaron el millón de pernoctaciones, lo que representa el 75% del total de la ciudad. Los siete campings que hay en la ciudad están en la zona de Llevant y estos empresarios piden mejoras en la movilidad que «eviten escenas de vecinos y turistas caminando por la carretera». En toda esta parte de la ciudad no hay ni un kilómetro de carril bici.

La Llarga

La línea 16 de autobús se ponía en funcionamiento cuando desapareció la gran zona de aparcamiento de la Platja Llarga, para preservar las dunas. Pero ésta no ha conseguido disuadir a la gente de ir en coche a esta playa. Esto hace que todos los domingos se genere un auténtico caos.

Las tres explanadas que hay quedan llenas a primera hora y los vecinos de los Blocs Mediterrani (pasado el Iot) han tenido que llamar en más de una ocasión a la Guàrdia Urbana para poder salir de casa. Ayer, dos patrulleros de la Unidad de Levante habían multado a media docena de coches en esta zona, que habían aparcado delante de las viviendas, donde hay una línea amarilla. «Vamos pasando siempre, pero si nos requieren venimos más rápido», decía una de los agentes. La sanción era de cien euros, cincuenta con antelación. Minutos más tarde, los agentes se marchaban ya que les habían llamado desde La Savinosa, también por problemas con coches mal estacionados.

«Llevo sesenta años aquí y lo he visto toda la vida, pero sobre todo fue cuando quitaron el aparcamiento que se notó mucho», asegura Ignasi Sans. Lamenta que no se haya hecho nada para habilitar como zona de aparcamiento la Ciutat Residencial. «Allí podría cruzarse de forma segura la carretera y no habría estos problemas», asegura Sans. Hay días en los que se generan largas colas por culpa de los coches mal estacionados, ya que el espacio disponible hace una auténtica función de tetris.

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