La pandemia refuerza la vocación de ser sanitario

Los decanos de las facultades de Medicina y Enfermería creen que esta crisis ha ayudado a poner en valor la profesión sanitaria, mientras los alumnos han visto reforzada su vocación

10 marzo 2021 12:02 | Actualizado a 10 marzo 2021 12:09
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En pocos días hará un año que cada tarde, a las ocho en punto, miles y miles de ciudadanos salían a sus balcones para reconocer con aplausos el trabajo que el personal sanitario estaba haciendo para luchar cara a cara contra un virus que nos encerró a todos en casa y puso en marcha un trágico contador de muertos que, a día de hoy, ya supera los 71.000 (según las cifras oficiales).

De la noche a la mañana empezamos a valorar el gran trabajo que siempre han hecho nuestros sanitarios, los cuales se convirtieron en héroes, y muchos ciudadanos pusieron en valor profesiones enormemente vocacionales como pueden ser la medicina o la enfermería que, hasta ese momento, tal vez no habían sido reconocidas lo suficientemente.

La sombra del coronarias ha sido, y está siendo, enormemente alargada, hasta tal punto que ha cambiado por completo nuestras vidas y rutinas. También las del día a día de las facultades de Medicina y Enfermería, aquellos espacios donde actualmente se están formando nuestros futuros médicos y enfermeras.

Después de un final de curso marcado por las clases ‘on line’, la Facultat de Medicina de Reus diseñó el actual 2020-2021 con tres escenarios: «Uno con pandemia total y un 100% de las clases virtuales, otro con pandemia parcial y un 50% de virtualidad y otro con un 70% de clases presenciales», explica el decano de Medicina, Antoni Castro. Un objetivo importante era salvar las prácticas «y lo conseguimos, hasta tal punto que estamos haciendo las mismas que antes de la pandemia. Que una epidemia mande a casa a los alumnos es un mensaje muy negativo porque estamos formando a médicos», apunta Castro, quien también reconoce que «la relación con el alumno ha cambiado en este último año, porque no es lo mismo una clase virtual que una presencial. Los alumnos son menos participativos si no están en el aula y la forma de relacionarte con ellos es muy diferente. Está claro que el formato virtual no es el ideal desde un punto de vista docente».

Como es obvio, y estando en plena pandemia, en las clases también se habla de la Covid-19, aunque Castro deja claro que «se hace en las asignaturas de infecciosas. Hemos incluido dos clases nuevas de brotes epidémicos, pero el resto del programa académico sigue igual».

Más sensibilidad

Después de muchos años de experiencia formando a futuros médicos, el decano de la Facultat de Medicina cree que la irrupción del coronavirus ha podido cambiar un poco la percepción que el alumno tiene sobre su profesión. «Es posible que el alumno ahora tenga más sensibilidad que antes, porque la pandemia ha situado al alumno en un nivel de alerta que antes no tenía», explica Castro, para quien este hecho hay que verlo de manera positiva porque «el alumno ve que la medicina no está aislada de los problemas sociales y que una pandemia como esta tiene una repercusión económica, social, etc. Nuestros estudiantes ven que la salud influye en todas las políticas y se dan cuenta de la trascendencia que tiene su futuro trabajo». Por eso, el decano de Medicina cree que «esta vivencia está teniendo aspectos positivos para la profesión médica y ésta ha ganado valor. La epidemia puede ser una oportunidad para formar mejor a nuestros médicos y enfermeros».

Inmersión real

Nina Pons es estudiante de sexto de Medicina en la facultad de Reus y reconoce que «el cambio ha sido brutal», con la llegada de la pandemia, especialmente para los alumnos del último curso ya que «todo es práctico, con inmersión en los hospitales. Teníamos ganas de ver la medicina de cerca y el choque con la realidad ha sido muy fuerte, ya que hemos pasado por servicios con una inmersión real. El curso pasado vivimos la Covid desde fuera y fue frustrante porque queríamos ayudar y ser útiles».
Nina Pons tiene muy claro que «la idea y la vocación de ser médico se ha visto reforzada con todo esto. Somos una profesión muy vocacional y en situaciones como esta todavía te sientes más útil». Adela Gómez, estudiante de primero de Medicina, opina igual: «La pandemia no ha hecho replantearme mi vocación y no tengo miedo. Al contrario, siento impotencia porque aún me queda mucho para acabar la carrera y poder empezar a trabajar».

En términos muy similares se expresan desde la Facultat d’Infermeria de la URV, donde los alumnos que hace ahora un año cursaban cuarto se incorporaron de lleno al sistema sanitario a través de la figura del auxiliar sanitario. La decana de enfermería, María Jiménez, recuerda que «fue una situación sobrevenida por la debilidad de nuestro sistema sanitario y permitió incorporar a nuestros estudiantes de cuarto, que vivieron la pandemia en primera línea».

Para Jiménez, «fue una experiencia muy interesante porque los alumnos de cuarto pasaron de ser estudiantes protegidos a meterse en los hospitales, donde el desconocimiento de la situación provocó una gran incertidumbre entre ellos, que tuvieron que hacer una inmersión absoluta en un problema real. Se vieron obligados a madurar muy deprisa, algunos de ellos demasiado». La diferencia, en la actualidad, es que los estudiantes que están haciendo cuarto «están haciendo las prácticas, pero con el sistema sanitario ya reordenado», añade.

Teia Laza es una de estas estudiantes de cuarto de Enfermería que está haciendo prácticas como auxiliar sanitaria, en su caso en el Hospital Sant Joan de Reus, aunque desde abril ya estuvo en primera línea «como voluntaria. ¿Replantearme mi profesión? Para nada, al contrario, me he dado cuenta de que es lo que más me gusta y de lo importantes que somos para la sociedad».

La pandemia también ha influido en un cambio de los valores de trabajo que se intentan transmitir desde la Facultat d’Infermeria. Su decana explica que «hasta ahora, siempre habíamos transmitido a nuestros estudiantes la importancia del cuidado cercano al paciente pero también a su familia. Pero, con la pandemia, esto quedó abolido porque se cerraron los hospitales a las familias. Los enfermeros tuvieron que aprender a trabajar con personas únicas y no con su entorno y cambió la manera de abordar el cuidado. Opino que este cuidado cercano con la familia habría que recuperarlo porque es denigrante que un paciente tenga que morir solo». Por último, Jiménez coincide con Castro en que «el estudiante sanitario se ha dado cuenta de que tiene que estar al día y el aprendizaje tiene que ser constante. Además, ha visto que todo está interconectado y que la sanidad es el motor del mundo».

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