Julia acabó de comer y se tumbó para hacer una siesta. Eran las cuatro de la tarde, a plena luz del día. Por norma general, se queda en el sofá del comedor, pero el pasado martes decidió hacer la siesta en el dormitorio.
Al cabo de tres cuartos de hora, se levantó y se dirigió a buscar el teléfono móvil que estaba dentro de su bolso, en el comedor. Pero no lo encontró, ni el móvil ni el bolso. Rápidamente se dio cuenta de que alguien había estado rebuscando entre sus cosas.
Primero pensó que había sido el gato, pero tardó segundos en darse cuenta de que le habían entrado a robar. Julia vive en un piso de la calle D’Orosi y el ladrón –o ladrones– accedió a su casa a través de su terraza, después de saltar desde el bloque de al lado.
Las plantas estaban rotas, lo que permitía ver por donde habían entrado. Se llevaron cuatro bolsos –que estaban encima de la mesa del comedor–, la tablet y las llaves del coche, que se encontraban en otra dependencia de la vivienda. Esto significa que quien entró a robar estuvo un buen rato en el interior de la casa.
La mujer denunció a los Mossos d’Esquadra y ayer la Policía Científica se acercó a su casa para investigar sobre los hechos. Julia no tiene miedo, pero reconoce que la situación en el barrio es grave.