La primera ola disparó los fallecidos en los domicilios

Las muertes en casa subieron un 30% en Tarragona, fundamentalmente por casos de cáncer que familiares y pacientes prefirieron tratar en el hogar ante la situación de los hospitales

18 enero 2021 11:43 | Actualizado a 01 febrero 2021 10:21
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Morir en la propia casa, frente al colapso que padecieron los hospitales y a la mortalidad que arrasó algunas residencias y sociosanitarios. Esa realidad de la primera ola, hasta ahora escondida, sale a la luz con la reciente estadística experimental de defunciones publicada por el INE  que responde a la pregunta: ¿dónde murió la gente en los momentos más crudos de la pandemia? Las muertes en hospitales crecieron un 7% en Tarragona de enero a mayo, las que ocurrieron en residencias se incrementaron un 18% pero las que más subieron fueron las que tuvieron lugar en casa: un 30%. 

Los fallecimientos en el propio domicilio pasaron de 621 a 806, firmando el incremento más notorio en esas comparaciones. El dato no solo supone un importante repunte respecto al año anterior, sino que se trata de la cifra más alta de al menos el último lustro, a tenor de los balances oficiales. Las cifras de mortalidad del INE muestran que en todos los grupos de enfermedades se incrementó el número de defunciones en casa, y también el porcentaje que las muertes en el domicilio representan sobre el total. Por eso, el estricto confinamiento domiciliario tuvo también un impacto en el lugar donde se perdía la vida. No se trata, sin embargo, de fallecimientos provocados por Covid-19. De esas 806 muertes, la inmensa mayoría, 787, no tenían que ver con el SARS-CoV-2. Únicamente tres personas fenecieron en su propia casa debido a la Covid-19 mientras que otras 16 también fallecieron con la sospecha de tener el virus, según el informe del INE.

Las enfermedades en las que más creció el número de personas que morían en casa fueron los tumores. En total, las muertes por cáncer no aumentaron en España, pero sí que cambió mucho la distribución según lugar de muerte. Antes de la pandemia, un 65% de los fallecidos por tumores lo hacía en un centro hospitalario y un 25%, en casa. En 2020, durante el primer confinamiento, el porcentaje de las defunciones por cáncer en hospitales bajó al 56% y subieron al 35% los que murieron en el domicilio.

El colapso de los hospitales y el miedo al contagio hicieron que muchos pacientes oncológicos no acudieran a los centros médicos. En algunas ocasiones, hay familias de pacientes en situación terminal que terminaron por llevar los últimos cuidados al domicilio. Así, es probable que gran parte de ese cambio en el lugar de fallecimiento se deba a la voluntad de pacientes y familiares de pasar los últimos días en casa. 

Más cuidados a domicilio

«Ha habido un incremento muy grande de los cuidados paliativos en domicilio. Estamos hablando de pacientes con una sintomatología no tan controlada que en un momento dando prefirieron no ingresar», explica Tani Francesch, médico especialista en geriatría y cuidados paliativos en el Hospital Joan XXIII. Para Francesch, «no es algo malo optar por morir en casa, ya que estamos preparados o deberíamos estarlo para facilitar eso», y añade: «Si no hay un motivo sanitario, todo paciente paliativo tendría que morirse en casa. Hay situaciones en las que no hay una razón desde el punto de vista de la sanidad pero la familia se angustia mucho porque cree que su casa no está equipada o no tiene cuidadores y nos piden que en el último momento pueda estar en un sociosanitario o en un hospital. Eso también se tiene en cuenta». Pero esa misma mentalidad, justo en el sentido inverso, fue la que pudo cambiar durante la primera oleada del SARS-CoV-2. «Si en aquel momento las familias veían que tener que salir del domicilio e ir a un sociosanitario era un mayor obstáculo o riesgo que tener a un paciente en casa, quizás prefirieron optar por esta segunda opción. Los propios equipos de paliativos han forzado en algunas ocasiones a que la gente muriera en casa, en los casos en los que era posible y para evitar la saturación de hospitales, por ejemplo», relata Tani Francesch. 

Pasar los últimos días en casa fue una opción más común ante el colapso que vivió la sanidad

«En general, los pacientes oncológicos han muerto en el hospital. Si ha muerto más gente en el propio domicilio quizás también puede tener que ver con el aumento de los suicidios debido a la angustia provocada por el confinamiento, la crisis y la propia pandemia», arroja otra tesis la doctora Anna Lafuerza, oncóloga en el Hospital Sant Joan de Reus. Lo cierto es que las cifras del INE también muestran un incremento de los suicidios en la provincia: 33 en esos primeros seis meses, la cifra más alta en ese mismo periodo en los últimos cinco años, aunque habrá que esperar a la evolución de ese dato durante todo 2020 y a tener más perspectiva para arrojar conclusiones más estables. 

Con los datos en la mano, no puede decirse, al menos por ahora, que haya aumentado el número de fallecidos por un tumor. La cifra de muertes por cáncer en Tarragona fue de 754 en ese periodo, muy similar a la de la misma franja en 2019 (734) o de 2018 (790) y, por lo tanto, más o menos en la media, a pesar de que los decesos oncológicos están en el punto de mira por la posible afectación de la pandemia, en términos de cancelaciones de pruebas o de infradiagnósticos por la saturación sanitaria. 

La menor detección de algunos tipos de tumores tiene en vilo al personal sanitario. «No se trata de que no se hayan operado cosas urgentes porque no se podía desde un punto de vista asistencial si no que, si no han existido esas intervenciones, es porque previamente no ha habido un diagnóstico. Puede ser que eso lo veamos próximanente. Es algo que se percibirá a largo plazo. Es pronto para ver una tendencia así», cuenta Francesch. 

Tarragona terminó el año con un incremento de las muertes del 14,7%, en relación con la media de los últimos ejercicios, según el INE. La provincia superó el umbral de los 8.000 muertos, hasta marcar una cifra de 8.059 fallecidos, que es un récord histórico y que superó en más de 1.000 al registro anterior de 7.022 (2019) y de 7.205 (2018). Obviamente, la pandemia está detrás de estos repuntes. Los picos de la mortalidad general se corresponden a la perfección con las puntas de las olas que hubo en 2020. Las 224 muertes en Tarragona de la última semana de marzo y las 203 de la primera de noviembre fueron las crestas, a la espera de un nuevo impacto, ya en 2021, por la actual tercera oleada de casos. 

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