La rueta de las escuelas y guarderías entusiasma a los tarraconenses

La cita contó con unos 1.600 participantes, entre maestros, educadores, familiares y, por supuesto, los más pequeños

10 febrero 2018 10:57 | Actualizado a 10 febrero 2018 20:38
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La Rueta de les escoles i llars d’infants, que forma parte del actual carnaval invernal en la ciudad, pasó ayer bajo el ritmo de la alegría y la vivacidad por parte de los participantes y el público que la seguía. Como de costumbre, empezó desde el Teatre Metropol e hizo la ruta hasta la Plaça de la Font, que representó la parte más atractiva del evento. Conocido como el Carnaval dels Petits, cada año desde hace más de quince años, este se celebra en Tarragona, como símbolo de la unión familiar y el deseo de todos de entregarse a estas fiestas tan significativas.

Este año, de los 1.600 participantes, entre los cuales maestros, educadores y familiares, casi 800 eran los niños pequeños, quienes llevados por sus padres, disfrutaban al máximo de los coloridos disfraces hechos a mano, y de la chocolatada frente al edificio del Ayuntamiento de Tarragona. 

Organizada por el Ayuntamiento y con la participación de una empresa local de eventos que se ocupó de que no faltase el buen humor, esta actividad consistió en el desfile por parte de los más pequeños y sus padres, y en su creatividad ingeniosa gracias a la cual se hizo realidad este carnaval. Esta vez, las ocho escuelas infantiles municipales, más las tres privadas, todas del territorio de la ciudad, utilizaron material propio, reciclado o no, para fabricar con mucha fantasía e imaginación sus disfraces. Entre ellos, había un popurrí de los siguientes más atractivos y simpáticos: vestimenta típica catalana, de romanos, piratas, indios del viejo Oeste americano, mexicanos, cangrejos y ovejas. 

Las familias habían dedicado varias semanas a prepararlo todo para estos días

La famosa rúa iba acompañada por el Passaband de l’Escola Municipal de Música de Tarragona y de los Àngels i Dimonis de l’AMTP El Tecler. El símbolo de la fiesta fue la Bóta cuya interpretación sería: «Libertad de expresión, igualdad de género y sátira». No obstante, lo importante era pasárselo bien, teniendo en cuenta que estaba destinado a nuestros ciudadanitos. Niños hasta los tres años, llevados por sus padres y familiares apasionados por exprimir el sentimiento y la emoción hacia las costumbres de su tierra natal y la alegría por la vida, iban con sus disfraces en miniatura lloriqueando o sonriendo, pero siempre mostrando a su manera su interés infantil. Sus familias ya habían dedicado más de tres semanas de su tiempo para prepararlo todo: en varios talleres de las escuelas correspondientes, hicieron todo lo que estuviera en sus manos para que esta tarde fuese tan especial. «Es una manera de que en el carnaval participen todos juntos: maestros, padres y niños», dijo Francesc Roca Rosell, concejal de Educación, Ocupación y Desarrollo Económico en el Ayuntamiento.

El tipo de disfraz se decide y elabora cada año de forma diferente, porque «esta es la manera de vivirlo», opinaba la gente que participó. Diez autobuses organizados por el ayuntamiento, les ayudaron a que llegaran de los barrios tarraconenses a la ciudad. Parece que el colmo fueron la atracción del podio donde los artistas animaban a los niños, y los chocolates calientes acompañados por un trozo de coca que se repartían entre varias mesas situadas en la plaza.           

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