«Ha sido una campaña rara. Veníamos de una primavera seca. El verano ha tenido una sequía intensa, pero no hemos tenido grandes incendios. Una de las claves ha sido la falta de episodios de fuerte viento». Así definía Cándido Rincón, el jefe regional del Cós d’Agents Rurals (CAR), la campaña de verano en incendios forestales. Los bomberos han realizado el mismo número de salidas que el año pasado para sofocar incendios de vegetación en sus tres modalidades: urbana, agrícola y forestal. Sin embargo, el número de hectáreas afectadas ha sido muy inferior: 28,26 hectáreas frente a las 472 hectáreas del año pasado en la demarcación –la mayoría corresponden al incendio de Castell de Montornès, donde ardieron 465–.
A pesar de una sequía intensa en verano, no ha habido grandes incendios. La pluviometría se ha mantenido por debajo de la media de los últimos años. En la segunda quincena de julio hubo episodios de fuerte calor, con baja humedad, aunque no se llegó a activar el Pla Alfa 3, que hubiera comportado restricciones de acceso a los macizos montañosos. Actualmente, en la zona del Priorat persiste la sequía.
Este verano el principal incendio forestal ocurrió el 4 de agosto en el término de La Espluga de Francolí. Comenzó en una zona agrícola y, tras afectar a un campo de cereal segado, alcanzó una masa forestal. Obligó a cortar la autopista AP-2. Ardieron unas cinco hectáreas. Rincón no supo precisar cuántas diligencias judiciales han abierto este verano los agentes rurales.
El CAR tiene contabilizados 32 incendios forestales. En 24 de ellos ardieron menos de una hectárea y en los restantes ocho, menos de diez. La Conca fue la comarca más afectada, con 21,24 hectáreas. Sólo en el Alt Camp y el Baix Penedès se superaron las dos hectáreas en total.
Albert Ventosa también reconocía que ha sido una campaña «muy calmada, con incendios con poca superficie a pesar de las condiciones meteorológicas difíciles».