La tecnología irrumpe en el aula Covid: micros, cámaras, tablets y proyectores

Boom de 'gadgets’ entre profesores para proyectar la voz en tiempos de mascarilla y ruido de la calle. Las cámaras de ‘streaming’ proliferan; todo, pagado del bolsillo del docente o del centro. 

27 septiembre 2020 20:10 | Actualizado a 28 septiembre 2020 11:55
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«El año pasado ya había compañeros con micros, pero este año son mucho más habituales. De hecho, algunos han intentado comprar los modelos más asequibles en Amazon y no había, están esperando a ver si llegan», explica Ana Lafuente, coordinadora pedagógica en el Institut Campclar, que añade: «Con las mascarillas es mucho más difícil que todos te escuchen en clase. También influye el ruido de la calle y del propio centro, porque están las ventanas y las puertas abiertas por la ventilación».

La dinámica es generalizada y ocurre prácticamente en todos los centros educativos tarraconenses: diferentes ‘gadgets’ han acudido al rescate del profesorado en el recién iniciado curso de la pandemia, desde micrófonos a altavoces, pasando por tablets, cámaras y dispositivos especiales para medir la temperatura, que no son obligatorios pero que sí están presentes en los accesos de institutos o coles. En Amazon se están vendiendo más de lo habitual equipos de amplificación de voz personales.

Básicamente, se trata de un dispositivo electrónico con un altavoz portátil y un micrófono conectado. En el Institut Martí í Franquès también ha habido este tipo de compras. «La voz sigue siendo el instrumento principal para los profesores. Además, ahora, con la mascarilla y el ruido ambiental, cuesta proyectar la voz, de ahí que algunos maestros crean que un micro es adecuado», explica Jordi Satorra, el director.

Esta tecnología en tiempos de Covid-19 también está presente en el Institut Vidal i Barraquer. A los micros se añade otra herramienta válida: las cámaras para la formación a distancia. Sergio Guijarro es profesor de logística en un ciclo superior de administración y finanzas. Con una tablet, una cámara y un micrófono, consigue retransmitir sus clases para aquellos estudiantes que están en sus casas. «Está funcionando bien, los alumnos se han adaptado fácilmente y creo que es un buen sistema», explica él.

Presencia reducida a la mitad

La solución se adapta a la perfección a las medidas impulsadas en el Vidal i Barraquer. «Hemos decidido partir las clases. Una semana hace clase presencial la mitad del grupo y a la siguiente la otra mitad», explica el director Narcís Castanedo, que tras un esfuerzo organizativo ha logrado disminuir la elevada asistencia y la propia presencia de estudiantes en las instalaciones: «Hemos pasado de tener 1.400 alumnos a 700 a la vez. Y las clases han pasado de 30 a 15, con lo que cumplimos con las ratios. Todo se ha reducido a la mitad y también hemos implantado más accesos».

Cada centro ha sido un mundo a la hora de preparar las clases, e incluso cada materia y cada docente ha procurado resolver las dificultades como ha podido. «He optado por usar una cámara y retransmitir por streaming para que los estudiantes que no vienen a clase esa semana puedan seguir el temario y, en conjunto, avanzar todos. Era mucho mejor que volver a repetirlo todo a la semana siguiente», explica Sergio Guijarro.

Eso sí, cada centro ha comprado estos dispositivos con recursos propios y, en ocasiones, es el propio maestro quien adquiere el producto. «Cada profesor se busca la vida para comprar un micrófono o algo que le pueda ayudar», explica Ana Lafuente desde Campclar.

Más allá de eso, la Generalitat ha impulsado este curso un plan para mejorar las competencias digitales. Así, se repartirán 300.000 ordenadores portátiles a los alumnos de tercero de ESO y se facilitarán 110.000 paquetes de conectividad a alumnado vulnerable.

Las afonías y los problemas de garganta siempre han sido un quebradero de cabeza. «Dar clase exige de por sí mucho a los profesores, que muchas veces a lo largo de los años ven cómo les afecta a la voz. En mi centro hay docentes que han tenido que comprar micrófonos», añade Noé Muñiz, profesor en el Institut Domènech i Montaner de Reus. En el Vidal i Barraquer la salda de actos y la biblioteca se han convertido en aulas para ganar espacio, pero la tecnología también ha irrumpido en otros sistemas de detección. En varias entradas del centro se han colocado termómetros dispuestos en trípodes que permiten leer la temperatura en pocos segundos, únicamente acercando la frente a unos pocos centímetros.

Registros para el rastreo

La cámara es también uno de los sistemas estrella instalados en la URV para grabar las clases y reducir la presencialidad, uno de los objetivos principales. Por otro lado, la URV trabaja para tener un sistema de registro complementario basado en la lectura de un código QR en las entradas y salidas de aulas o espacios docentes para hacer seguimiento en los casos de contagio. También está aumentando la demanda de proyectores para mostrar imágenes. A más distancia entre alumnos y aulas más grandes (en algunos casos, ampliadas) hay más estudiantes con dificultades para percibir las imágenes con claridad desde su nueva ubicación.

«Hay un gran esfuerzo de los centros y de la propia voluntad de los profesores para adquirir utensilios que faciliten las clases y mejoren la seguridad», explica Narcís Castanedo. Otro dispositivo recurrente y en auge son las tablets, piedra angular de algunos de los proyectos que están echando a andar. «Cada alumno compra su propia tablet, en lugar de adquirir los libros de texto como se hacía hasta ahora. De momento la recepción por parte de los chavales ha sido muy buena», indica Ana Lafuente desde Campclar. Eso sí, esta apuesta por un sistema tecnológico que facilite también la educación a distancia exige una mejora de la red wifi, también sufragada por el propio centro. «Tenemos que adecuar la instalación para que se puedan conectar tantos dispositivos a la red».

Investigadores del Smart Classroom Project de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) proponen potenciar dispositivos tecnológicos como tabletas o escritorios portátiles, que permitan al estudiante hacer sus tareas desde cualquier lugar. Los expertos apuestan por un aprendizaje combinado, con educación presencial y en línea, incorporando el uso de las tecnologías digitales como una práctica educativa cotidiana. «Lo ideal es equilibrar muy bien el trabajo que se hace en línea para no sobrecargar ni a profesorado ni a alumnado, y también que los momentos presenciales potencien la comunicación y el diálogo, así como aquello que es más difícil hacer de forma autónoma en casa», explica Guillermo Bautista, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

Esto implica que los niños y niñas tengan acceso digital tanto en las aulas como en sus hogares, lo que no siempre es posible. «Es algo de lo que se tiene que ocupar la administración, porque aunque el profesorado y los centros estén preparados para ello, estas propuestas no servirán de nada si los estudiantes no tienen acceso a estos dispositivos», recalca el docente.

Expertos de la UOC han analizado cómo deben los centros educativos a través del proyecto Smart Classroom Project. «Hay que iniciar una reflexión sobre cómo entendemos el espacio de aprendizaje de los centros en cualquier nivel, en esta situación excepcional, y esperemos que transitoria», explica Guillermo Bautista, miembro del proyecto y profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

Entre las medidas, los investigadores proponen educar a los estudiantes para usar el espacio, es decir, explicarles la importancia de mantener las distancias y las normas de higiene pero sin perder los hábitos de relación y contacto interpersonal (por ejemplo, saludándose con los codos). En esta línea, los autores plantean aligerar el espacio eliminando mobiliario y utilizando lugares que antes no se destinaban a sitios de aprendizaje (pasillos, salas de tutoría, porches o patios). A la hora de organizar la disposición de las mesas, es preferible que sea de forma circular o semicircular en grupos pequeños o grandes, para favorecer el contacto visual entre todo el alumnado y también con el profesorado, teniendo en cuenta el uso de mascarillas a partir de una determinada edad.

«La mascarilla provoca perder una parte importante de la comunicación interpersonal, de la expresión y la comunicación no verbal, por eso es importante usar las manos para gesticular y fomentar la expresión de sentimientos y emociones con el lenguaje verbal», describe Bautista. En ese sentido, los investigadores proponen potenciar al máximo la conexión visual, dejando las puertas abiertas y eliminando las barreras físicas.

Esa medidas ‘in situ’ deben combinarse con la convivencia del modelo ‘on line’ y presencial de enseñanza, una opción que tienes sus obstáculos. Seis de cada diez profesores carecen de formación en tecnologías de la información, según un informe de las fundaciones Sociedad y Educación y Ramón Areces.

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