La tercera ola se cobra más de 300 muertes en Tarragona

La resaca de las fiestas navideñas deja en la provincia una defunción cada cuatro horas, un ritmo muy similar al del primer envite del virus

09 febrero 2021 13:10 | Actualizado a 09 febrero 2021 16:20
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Es el peaje de las fiestas navideñas, la contrapartida a las celebraciones y a la laxitud permitida y denunciada por buena parte del colectivo sanitario. La tercera ola de la pandemia se ha cobrado más de 300 muertes en Tarragona. En concreto, desde el 20 de diciembre, a las puertas de los festejos, han fallecido en el Camp de Tarragona y las Terres de l’Ebre 313 personas por la Covid-19, según el balance de Salut. Se trata de una media de seis decesos al día, con un intervalo demoledor de uno cada cuatro horas, lo que ilustra la virulencia de este nuevo envite del SARS-CoV-2. El ritmo de muertes es muy parecido al que asoló durante la primera ola. Del 15 de marzo al 15 de mayo, en aquel periodo excepcional de confinamiento domiciliario por la irrupción del virus, hubo 415 muertes, a razón de siete al día, una estadística muy similar a la actual, que ha dejado puntas de más de 15 defunciones en una sola jornada. Es verdad que los hospitales y todo el sistema sanitario están mejor preparados y que hay más armas para afrontar la epidemia, pero estos balances muestran que la Covid-19 sigue siendo una enfermedad grave y, además, con efectos impredecibles en muchos pacientes. El virus ha afectado al Camp y al Ebre más ahora que en la primera oleada, cuando el territorio gozó de una incidencia menor que otros lugares de Catalunya.

Una comparativa semanal también muestra el impacto del patógeno. Del 17 al 23 de diciembre, por tanto antes de las fiestas, hubo en la provincia 22 fallecidos por coronavirus. A la semana siguiente los muertos aumentaron a 30, mientras que la cifra se llegó a doblar en enero, con hasta 65 fallecidos en siete días.

Un enero letal

Más allá de las víctimas por Covid-19, la estadística experimental del INE permite ver la alta mortalidad general de las últimas semanas. La primera semana del mes de enero dejó 188 fallecidos, un 34% más que en los años previos, y la segunda provocó 161 decesos, un 12% más, según un recuento que tiene en cuenta no solo al virus sino a las otras causas de defunción. Se trata de algo que esperaban las propias autoridades sanitarias, y más teniendo en cuenta que tradicionalmente enero es el mes con más muertes.

El propio Departament de Salut ya advertía, antes de las fiestas, de esa ola en enero. «No está pasando nada que no esperáramos», explicaba a principios de enero el doctor Òscar Ros, vocal de relaciones institucionales del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT). Ros admitía que desde el punto de vista médico se reclamó menos permisividad durante la campaña de Navidad: «Pedimos que las medidas fueran más duras, pero es muy difícil mantener el equilibrio entre salud y economía, sobre todo en sectores que llevan tiempo pasándolo mal. No querría estar en la piel de quien toma estas decisiones, pero claro, desde nuestro punto de vista lo recomendable era restringir al máximo la interacción social».

Se trata, pues, de una realidad asumida de entrada y que indignaba a unos sanitarios exhaustos, a las puertas de otra embestida. «La impresión general entre los sanitarios es que se ha dado prioridad a la economía y a disfrutar de cierto ocio por Navidad. Entiendo que es muy difícil mandar en estos momentos. Hay mucha presión sobre los gestores que deciden y lo comprendo», explicaba Tani Francesch, médico especialista en geriatría y curas paliativas en Joan XXIII. Francesch lanzaba hace semanas un mensaje contundente: «Entiendo que se haya querido dar prioridad a lo económico, como explican las mismas autoridades, porque no somos Francia ni Alemania, pero que la gente sepa que esto costará muertes. Lo acabaremos pagando con más fallecimientos».

El azote de esta tercera ola parece remitir en cuanto a contagios pero no en la virulencia y en la letalidad. Sí que parece haber quedado atrás el pico de casos, que se concentró a mediados de enero. Los 82 contagios de ayer, descendiendo de la barrera de los 100, muestran la tendencia a la baja de los últimos días. Entre el día de Reyes y el 20 de enero estuvieron las crestas de casos, con recuentos de entre 400 y 600 positivos notificados a diario. Desde finales de enero, el número de nuevos contagiados comenzó a decrecer en las comarcas tarraconenses, para alivio de la atención primaria. Los CAP son los primeros siempre en notar la evolución de la pandemia.

«Estabilidad en el límite»

La presión asistencial en los hospitales sigue siendo alta, aunque el número de ingresados va en descenso también. Las 280 hospitalizaciones por Covid-19 que se notificaron ayer quedan lejos del tope de 370 que se alcanzó el 24 de enero, uno de los momentos más críticos, punto álgido tras una escalada de ingresos desde mediados de diciembre. En la segunda ola, el impacto fue bastante menor. Se llegó a 308 hospitalizados, a inicios de noviembre.

Eso sí, la situación sigue siendo más que delicada. «Estamos en un momento de estabilidad en el límite de la capacidad. Sí hay una tendencia al descenso, pero es mínima. Quizás de 21 camas ocupadas en UCI pasas a 20, por poner un ejemplo, pero aún continuamos muy arriba», dice el doctor Joan Inglés, doctor especialista en medicina del trabajo en el Hospital Sant Joan de Reus.

Inglés admite que «seguimos muy tensionados, con personal de baja y trabajadores que aún no están completamente protegidos por la vacuna». A eso se añaden las bajas puntuales de 24 horas que se tienen que coger algunos profesionales por los efectos secundarios de la inmunización.

«Hemos sufrido más»

Inglés confirma que «hemos sufrido más ahora que en la primera oleada» y añade: «Al haber más gente que no había pasado la enfermedad, también había más población susceptible de contraerla». Un ejemplo de ello ha estado en las UCI, más llenas ahora que en marzo y abril. El descenso en críticos es mínimo. Ayer había 85 personas ingresadas en intensivos en la provincia. El 2 de febrero se llegó al techo, 94 enfermos, pero el desalojo es muy lento, teniendo en cuenta que la media de permanencia en UCI de un paciente oscila entre los 25 y los 30 días.

«Sí que vemos más descenso en el número de hospitalizados. Ahora tenemos una planta menos en el hospital Sant Joan. Pero para hacer una comparativa: en la primera oleada teníamos tres plantas llenas y ahora hemos llegado a tener cinco», explica Inglés, que también esperaba la virulencia de esta acometida. «Hemos sufrido más que, por ejemplo, el área metropolitana de Barcelona. Antes de Navidad sabíamos que, si venía una ola, aquí sería más grave», reconoce Inglés. Sobre las restricciones en Navidad, añade: «Nosotros, como médicos, recomendamos lo que creemos que es mejor y nos gustaría que el factor salud primara, pero somos conscientes de que hay que poner también otras cosas en la balanza y que las personas que toman las decisiones tienen que tener en cuenta».

Comentarios
Multimedia Diari