La triple alma del PDeCAT

¿Vía PSC? El espacio neoconvergente está dividido entre reactivar el procés, muscular el partido y evitar que Esquerra tenga más poder 

13 julio 2019 17:18 | Actualizado a 03 agosto 2019 18:09
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Siempre se había dicho que la histórica federación entre Convergència y Unió Democràtica (CiU) era un matrimonio «con una mala salud de hierro». El inicio del Procés y la voluntad de refundación de CDC para  apostar por el independentismo acabaron con treinta años de una incómoda convivencia con Duran i Lleida que, sin embargo, permitía a los entonces nacionalistas retener el dominio convergente en el pinyol del país, la Generalitat y los entes supramunicipales y tener, asimismo, capacidad de presión en Madrid.

Es cierto que eran otros tiempos y que la fragmentación política ha cambiado el escenario por completo, pero es que, además, la extinción del histórico espacio del catalanisme moderat ha dividido desde entonces a CiU en PDeCAT, Junts per Catalunya, Demòcrates, Units per Avançar, la Crida, Convergents y Lliures. 

Ahora, tras cuatro años, varias elecciones y con políticos presos, exrepresentantes públicos en el extranjero y varios juicios en proceso, los neoconvergentes no acaban de apostar por ser pareja estable de una ERC que, de la mano de Oriol Junqueras, ha logrado en los últimos dos meses el liderazgo del soberanismo. 

«JxCAT frena pactos con una ERC que ya tiene la Delegació del Govern, el Ayuntamiento de TGN y la Diputació»

La presidencia y las alcaldías de las diputaciones de Tarragona y de Lleida han sido un punto de inflexión junto a las varas de mando de Sant Cugat, Figueres o Tàrrega. Además, el 28 de abril los republicanos ganaron también de una forma clara las Elecciones Generales en Catalunya. Las únicas excepciones para el PDeCAT son los ayuntamientos de Reus y Girona –Diputació incluida–, así como el triunfo en los comicios europeos gracias al efecto Puigdemont. 

La Diputació, por los pelos
Toda esta situación, con los pactos posteriores, ha generado dudas en el proceso de refundación de un Partit Demòcrata que, como le pasara al PSC de principios de siglo, ahora tiene tres almas: la de reactivar el Procés de Carles Puigdemont –y Albert Batet en la demarcación de Tarragona–; la más oficialista de muscular el partido  encabezada por el ebrense Ferran Bel o la torrense Anna Magrinyà; y la moderada que optaría por volver a ser la Convergència de tota la vida, con Quim Nin y Josep Poblet como principales estandartes tarraconenses, junto a alcaldes como Pere Granados (Salou) o Pere Segura (Vila-seca).

De hecho, en Valls –la ciudad de Batet– JxCAT ha pactado con ERC, como también lo ha hecho en Cambrils. Pese a ello, el sector moderado tiene un gran peso en Tarragona. Una prueba de ello es que el acuerdo de la Diputació que hizo presidenta a Noemí Llauradó (ERC) no se firmó hasta el mismo día de constitución del pleno. Pese a que las cúpulas de los partidos tenían un Pacte de País firmado desde el 14 de junio, lo cierto es que dirigentes del PDeCAT de la demarcación impulsaron otro paralelo con el PSC de Josep Fèlix Ballesteros para reeditar el gobierno provincial.

«Los de Puigdemont solo han pactado con esquerra en dos de los 22 municipios del Tarragonès»

Las tensiones internas fueron máximas y hasta tuvieron que tomar parte el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, y el secretario general, Ferran Bel, para confirmar la vía soberanista.  

Analizando la comarca del Tarragonès se observa, además, que Junts per Catalunya solo ha pactado con ERC en dos de los 22 municipios: en Creixell y en El Catllar. En Tarragona, Dídac Nadal ha facilitado la alcaldía a Pau Ricomà (ERC), pero rápidamente ha anunciado que se queda en la oposición. En las otras 19 localidades no ha habido acuerdo, entre ellas algunas de tanto peso como Vila-seca o Salou. 

¿Nuevo compañero de viaje?
El pacto en la Diputació de Barcelona ha sido la gran noticia de la semana. Ese acuerdo marca un punto de inflexión, que también se ha trasladado al Consell Comarcal del Tarragonès, donde Joan Martí Pla (Junts) y Óscar Sánchez (PSC) se repartirán la presidencia hasta 2023. Los resultados de Esquerra del pasado 26 de mayo han unido de nuevo a Junts per Catalunya con el PSC «del 155», según denuncia Esquerra del Tarragonès. Y es que... ¿Qué tienen en común neoconvergentes y socialistas? Pues evitar que ERC siga creciendo.

¿Por qué? El PSC quiere mantenerse como primera fuerza en las áreas metropolitanas de Barcelona y Tarragona, mientras que Junts se disputa el apoyo del sector soberanista equidistante con Esquerra, que en las Municipales optó mayoritariamente por el voto útil en favor de ERC. Por ello, el sector oficial del partido –junto al moderado– busca evitar que Esquerra tenga más poder institucional, ya que no debe olvidarse que los republicanos ya dirigen la Delegació del Govern en el Camp de Tarragona, además de direcciones territoriales de peso como Ensenyament, Salut y Afers Socials. 

«El acercamiento al PSC busca aprobar presupuestos y el deshielo ante la mala relación con Esquerra»

Asimismo, el acercamiento al PSC también podría leerse como un intento por buscar su abstención a los presupuestos de la Generalitat y evitar una nueva convocatoria electoral a nivel autonómico para los próximos meses. Aquí es donde toma un especial protagonismo la presidencia de Núria Marín en la Diputació de Barcelona. Además, no debe olvidarse que los próximos pueden ser años buenos para los socialistas. Con un Pedro Sánchez presidente y Ciutadans debilitado, los neoconvergentes ven a los socialistas como un futuro aliado. Esto, junto a la mala relación entre JxCAT y ERC, ha abierto de nuevo una vía de diálogo que parecía congelada y que podría leerse también en clave de postprocés: la sociovergencia 2.0.  

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