Las aventuras de una familia de Tarragona en América

Los protagonistas de esta historia son los tarraconenses Marc Antillach, Serena Pujol y sus dos hijas: Xènia y Jordina. Los cuatro, a bordo de su furgoneta roja, La Barretina, se han propuesto recorrer todo el continente americano. El Diari, que ya habló con ellos cuando estaban preparando la aventura, se ha propuesto seguirles la pista. 

Los primeros dos meses de viaje les han dado para recorrer 24.000 kilómetros y visitar 16 parques nacionales y reservas de fauna. Basta con darse un paseo por el su Facebook, Instagran o Twitter (campercat4x4) para darse cuenta de que la aventura está dando para mucho. Se pueden ver desde los más impresionantes paisajes hasta los pequeños imprevistos, como la visita al odontólogo de una de las niñas.

Cuenta Marc que «una de las mayores sorpresas, sin duda, ha sido conocer a los pueblos inuit que habitan por encima del círculo polar ártico... Uno de los objetivos del viaje es conocer gente que nos cuente cosas de su cultura y tradiciones».

Relata que «con las niñas estamos haciendo un trabajo de ver cómo evolucionan la flora y la fauna desde el Ártico hasta el Ecuador. De momento ya hemos podido observar cambios en los comportamientos de los seres vivos... El Ártico es increíble, pero también los bosques de Canadá, los paisajes de las Montañas Rocosas, los glaciares, la vida salvaje, el desierto de Utah... Es imposible decir algo concreto, vamos de postal en postal».

Una aventura vital de un año
La pareja de tarraconenses dejó sus trabajos durante un año para vivir esta aventura a la que bautizaron como ‘Overlanding America’. Él pidió un permiso no remunerado en su trabajo como director de la Brigada Municipal; ella renunció a su labor como técnica de investigación en la URV y las niñas se comprometieron a estudiar el temario de la escuela durante el viaje.

Justamente uno de los trabajos de las niñas es ir produciendo materiales que van colgando en el blog de la Escola Pràctiques.

 
Explica Marc que «han tenido la suerte de poder compartir momentos con los niños inuit, participar en sus juegos tradicionales, aprender sus costumbres, ver osos grizzli, alces a 3 metros, cabras salvajes, ballenas saltando, dormir en tienda de campaña después de siete horas andando para alejarnos de las multitudes en los parques nacionales, jugar, hacer deberes, hacer vídeos educativos para el blog del cole... Esta semana han estado en clase en una escuela americana de Utah... ¿Que más se puede pedir con 8 y 10 años?». 

A esta aventura le quedan muchos kilómetros por delante.