Las cabinas teléfonicas de TGN se jubilan a finales de este año

En la ciudad hay unas 40 que reciben un promedio de una llamada semanal. Telefónica ya no tendrá obligatoriedad de mantenerlas y de momento no hay un plan para darles otro uso

06 abril 2021 19:00 | Actualizado a 07 abril 2021 04:50
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Preguntamos a la camarera de un bar de la calle Jaume I si sabe dónde hay una cabina telefónica cerca. Su cara es un poema; dice que no recuerda, ni de lejos, la última vez que le hicieron esa pregunta.

Y sin embargo, allí sigue, a pocos metros, en una esquina, una de las 40 cabinas que sobreviven en la ciudad (en Reus hay otras 30 y en toda la provincia, 291, según los datos de Telefónica de finales del año pasado). Esta es de las pocas cabinas que puede identificarse a primera vista, porque no tiene un gran plafón publicitario que la tapa. Eso sí, está cubierta de pintadas, papeles ofreciendo todo tipo de servicios y de pegatinas que hablan de reivindicaciones de lo más variopintas. Además, por si fuera poco, las palomas se han instalado en la parte superior.

Para coger el auricular hay que vencer cualquier aprensión ante la densa capa de polvo que lo cubre, pero lo cierto es que hacemos una prueba y: ¡funciona! Eso sí, se necesitan al menos 35 céntimos para iniciar una llamada local y no regresa el cambio.

No será obligatorio mantenerlas

Aunque llamadas como estas tienen los días contados. Fuentes de Telefónica explican que la desaparición de las cabinas se producirá de acuerdo con la Disposición Transitoria Novena del anteproyecto de Ley general de Telecomunicaciones que se prevé entre en vigor la segunda mitad de este año.

Hasta ahora el Gobierno obligaba a la empresa a mantenerlas como servicio universal porque año tras año el concurso para gestionar el servicio quedaba desierto. En otros países vecinos las cabinas ya habían desaparecido hace años.

Pero pese a que están a punto de jubilarse, lo cierto es que en un recorrido por una docena de cabinas ubicadas en el centro hemos comprobado como pese a estar muy sucias y con un aspecto deplorable la mayoría da tono y admite monedas, a excepción de una que solo se puede usar con tarjeta.

En la ciudad solo queda una cabina cerrada, con paredes de vidrio ‘modelo garza’, como la de la película de ‘La cabina’. Se encuentra en la calle Sant Antoni Maria Claret, justo al frente de la oficina del paro, ahora en obras, y del otro lado del Espai Jove Kesse. Esta sí que ha sufrido peor suerte, porque le han arrancado el auricular.

Apenas se usan

¿Hace cuánto que no llama desde una cabina? Hacemos la pregunta a personas que se encontraban durante el recorrido y prácticamente nadie se acuerda. La excepción es una señora que dice que usó una hace unos cinco años en un momento de necesidad, un día que se dejó el móvil en casa. Los adolescentes y jóvenes dicen que no han usado nunca una y reconocen que ni siquiera sabrían cómo hacerla funcionar.

De hecho, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, que aboga por su desaparición, señala que «un 88% de los españoles jamás ha utilizado una cabina».

Desde Telefónica explican que a nivel general las cabinas registran una media de menos de una llamada diaria (0,17 llamadas al día. Es decir, una llamada semanal de promedio).

Explican que «en teoría, aquéllas que están en puntos turísticos tienden a ser más usadas que otras, pero al tener tan poco uso, cualquier llamada de más o de menos que registre una cabina altera notablemente la estadística. A veces el simple hecho de que una persona use puntualmente una cabina para hacer una llamada o varias llamadas de larga duración puede elevar las estadísticas de uso de esa cabina, aunque sólo haya sido utilizada por una persona».

Detrás de esta debacle de las cabinas está, sin duda, el auge de la telefonía móvil. De hecho, en 2006 ya se registraron en España más líneas de teléfonos móviles que habitantes. Según los datos del Idescat, en el Tarragonès un 96,5% de los hogares tiene teléfono móvil.

Futuro incierto

Todavía no se sabe si las cabinas desaparecerán o serán reaprovechadas. Hay algunas experiencias piloto en Andalucía para convertirlas en puntos de recarga o de información turística.

iUrban, la startup detrás de estas experiencias, defiende que las cabinas son un soporte ideal para instalar pantallas informativas porque están muy bien ubicadas en la ciudad.

Señalan, además, que la instalación en una cabina implica una reducción de costes del 30% al evitar la obra civil, es decir, hacer zapata de cimentación, reponer el pavimento o llevar la electricidad, por lo que resulta mucho más económico que otro soporte de exterior.

Más cerca, en Barcelona, Telefónica cedió el mes pasado su última cabina cubierta al Ayuntamiento de Barcelona. La misma será restaurada y reinstalada en una plaza de Horta-Guinardó para destinarla al intercambio de libros. Es el resultado de una recogida de firmas puesta en marcha por una vecina en 2017 y que contó con una gran repercusión.

Consultados al respecto, desde el Ayuntamiento de Tarragona señalan que en la ciudad no existe, de momento, ningún plan para darles un nuevo uso.

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