«Las mascarillas, infectadas o no, pueden acabar en el mar»

La docente e investigadora Aitana de la Varga afirma que durante la pandemia ha aumentado el uso de plástico, aunque se han generado menos residuos por el cambio de hábitos de consumo y las restricciones

24 noviembre 2020 19:40 | Actualizado a 25 noviembre 2020 12:58
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¿Qué nuevos residuos nos está dejando la Covid-19?

Más que nuevos residuos lo que ha habido es un aumento exponencial de las mascarillas de un solo uso, de guantes y de los llamados EPI. También se está viendo un aumento de los envases de un solo uso debido a los nuevos hábitos de consumo y de las monodosis.

¿Las mascarillas desechables suponen un problema medioambiental?

Sí. Como problema más visible tenemos el hecho de que no se depositen en el contenedor correcto o que directamente se abandonen en el medio. Esta segunda acción comporta que este residuo, infectado o no, acabe llegando al mar, a los ríos, a la montaña, a las zonas naturales, o vayan deambulando por los suelos de las ciudades, por las alcantarillas, etc, y que no sea gestionado cómo debería, con la correspondiente carga ambiental que conlleva y efectos negativos sobre los ecosistemas.

¿Cómo se puede solventar este problema?

En primer lugar, con la educación y la concienciación y sensibilización ambiental de las personas sobre los problemas ambientales que comporta el hecho de no depositar los residuos en el contenedor que les corresponde y de no hacer un consumo responsable. En segundo lugar, también creo que es necesario incidir en la minimización de residuos y, por lo tanto, incentivar el uso de mascarillas reutilizables, siempre que sea posible y que cumplan las medidas de seguridad para prevenir o evitar el contagio de la enfermedad, e incentivar el lavado de manos frente a los guantes, también siempre que sea posible.

Por cierto, ¿en qué contenedor hay que tirar las mascarillas?

Las mascarillas usadas generadas en los domicilios hay que tirarlas siempre a la fracción resto, es decir, al contenedor gris. En caso de que estén contaminadas por Covid-19 o puedan estarlo porque las ha llevado alguien que haya dado positivo o esté en cuarentena en su domicilio se exige además que se depositen en una bolsa cerrada que a su vez esté dentro de otra bolsa cerrada.

¿Qué pasa con los residuos sanitarios?

La normativa exige que los residuos sanitarios derivados de la Covid-19 y que estén infectados se gestionen como residuos peligrosos. Por ello, se exigirá su almacenamiento y su gestión como tales. Se prevé su incineración como acción prioritaria, con tratamiento previo o sin él para algunas excepciones, o su eliminación mediante depósito en vertedero.

¿No se reciclan?

No. Los residuos sanitarios infecciosos que se produzcan en los hospitales o centro de salud deberían almacenarse ahí hasta su recogida. Sin embargo, el elevado número de residuos generados ha llevado a que sea necesario dictar una norma específica en la que se contempla la posibilidad de almacenar estos residuos fuera del lugar donde han sido creados, por lo que se han habilitado espacios específicos expresamente para el almacenamiento de estos infecciosos.

Dice que las mascarillas, guantes o EPI en contacto con Covid en hospitales o centros sanitarios son residuos peligrosos.

Y como tales deben gestionarse por la regulación autonómica sobre residuos sanitarios. La normativa prescribe maximizar el llenado de contenedores y la posibilidad de que las comunidades autónomas trabajen de manera coordinada con empresas de gestión de residuos para el uso, por ejemplo, de naves o terrenos de terceros para el almacenamiento de contenedores.

¿Cómo debe ser su tratamiento?

Excepcionalmente durante la pandemia, también está autorizado coincinerar residuos en instalaciones industriales de fabricación de cemento. En este caso se trata de una actividad de gestión de residuos y, por lo tanto, considerado un servicio esencial. Los materiales recuperados deberán quedar almacenados durante al menos 72 horas y se prevén protocolos específicos de protección de los trabajadores y desinfección de quipos y vehículos.

¿Cómo ha afectado la Covid-19 a la economía circular de los residuos?

Durante este tiempo de pandemia se han producido menos residuos porque se ha consumido menos o de manera diferente. El cierre de establecimientos y la limitación de la movilidad han hecho que se haya reducido la tendencia respecto al año anterior. Entre enero y agosto, según la Agència de Residus de Catalunya, la fracción orgánica se ha reducido en un 10%; la de papel y cartón en un 11%, la de vidrio en un 1% y la fracción resto se ha reducido en un 8%. La de envases ligeros se ha incrementado en un 11%. Todo ello comporta un cambio en la generación de residuos, tanto en la cantidad como en el tipo de residuo.

¿A qué se refiere?

Hay residuos que antes no generábamos, como las mascarillas desechables, que además son residuos que no se pueden recuperar y que por lo tanto afectan negativamente a la economía circular porque se incineran o van al vertedero. La economía circular pretende un «uso eficiente de los recursos»: generar el mínimo de residuos posibles, reconvirtiendo lo que podría ser un residuo en un producto.

¿Cuál es la clave para llevar a cabo esta economía circular?

Promover un cambio en todos los sectores, el productivo, el de gestión de los residuos y el de consumo. Se debe exigir que los productos sean perdurables, se puedan reparar y remanufacturar y que se elaboren con materiales duraderos y, por lo menos, que sean reciclados o lo más reciclables posible. La industria del plástico tal y como se entiende ahora que proviene de los combustibles fósiles es perjudicial para el medioambiente y en especial para el cambio climático y debe reconvertirse. También se debe abogar por un consumo responsable y consciente, sabiendo qué consumimos, en qué cantidad y qué repercusiones tiene para el medioambiente lo que consumimos y cómo consumimos.

¿Eso cómo se consigue?

Desde mi punto de vista debemos tender al decrecimiento, a consumir menos, y todos debemos tener la opción de consumir productos de bajo impacto ambiental.

¿Existe una normativa legal firme en este sentido?

Evidentemente existe un marco legal, cada vez más exigente en relación con la economía circular. La economía circular no deja de ser un instrumento más para afrontar la situación de emergencia climática en la que nos encontramos. Aunque aún precisa de desarrollo y sobre todo de aplicación efectiva. La Unión Europea se ha erigido como potencia mundial para lograr la transición hacia una economía circular y hoy en día existe una nueva estrategia en el marco del Pacto Verde Europeo aprobado en 2019. Sin embargo, por el momento el único ámbito con regulación vinculante es el de la prevención y gestión de los residuos.

¿Aquí hemos hecho los deberes?

Catalunya va tarde también, ya que la ley 16/2017 de cambio climático incorporó la economía circular en su artículo 22 -ya aplicable- y preveía que en dos años, a más tardar, se aprobará la ley de prevención de residuos y uso eficiente de los recursos, pero aún sigue en trámite. Por otra parte, desde la Unión europea existen varias estrategias sobre plásticos para promover su reducción y, por lo pronto, estamos obligados a transponer la directiva (UE) 2019/904, que prohíbe el uso de determinados productos plásticos de un solo uso, entre otros aspectos.

¿Falta una normativa más estricta?

En términos generales falta que se aplique efectivamente la normativa existente y que se exija su cumplimento de forma estricta, así como que la normativa que se apruebe sea más exigente y promueva un verdadero cambio hacia la economía circular.

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