Los 20 principales municipios de Tarragona cambian de voto en las tres citas electorales

Aunque las cuestiones nacionales pesan a la hora de decidir el sufragio, el tirón personal de los alcaldables induce al ciudadano a cambiar de partido. Salou y Vila-seca son dos ejemplos

30 mayo 2019 12:50 | Actualizado a 30 mayo 2019 13:01
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«En las elecciones generales voté a Podemos porque era el que me más me convencía para impulsar el diálogo que tanto necesitamos. Me daba miedo Vox y estuve a punto de elegir a Pedro Sánchez, pero tampoco me fiaba de que el PSOE no se apoyase en Ciudadanos.

En las europeas, en cambio, aposté por ERC porque Josep Borrell, de diálogo nada de nada, y si los independentistas presionan en Europa, España igual se sienta a hablar. Y en las municipales, voté en clave local. Me gusta Ballesteros, pero había pactado con el PP. Quería alguien que controlase y diese caña: elegí a Laia Estrada, de la CUP». Es la explicación del triple voto de Jordi, un tarraconense de 50 años de edad.

Tanta oscilación de voto no es lo habitual. El propio Jordi admite ser «un friki de las urnas, pero eso sí tras meditarlo mucho y siempre moviéndome en la izquierda y la defensa de una ineludible solución negociada al conflicto catalán». Pero tampoco es nada infrecuente que el elector cambie de orientación. Todo lo contrario, como lo demuestra el exhaustivo análisis del ‘Diari’.

Ninguno de los veinte principales municipios de Tarragona repitieron exactamente su voto en las tres citas electorales que se sucedieron entre el 28 de abril y el 26 de mayo. Partidos que quedaron en posiciones atrasadas en las generales ganaron en los locales, ya fuera por el propio tirón del candidato o porque este ‘escondía’ bajo sus propias siglas el ‘patrocinio’ de partidos catalanes.

En la demarcación de Tarragona, ERC ganó las generales con el 27,24% de votos, seguida del PSC (21,45%) y Ciudadanos (12,52%). Junts per Cat (12,25%) quedó en cuarto lugar, por delante de En Comú Podem (12,19%), PP (5,11%) y Vox (4,81%). Un moderado Oriol Junqueras suscitó la solidaridad de uno de cuatro tarraconenses que votaron.

El ‘efecto Puigdemont’

En las europeas en cambio ganó Junts per Cat, con el 27,80%. Por detrás estuvieron ERC (24,58%), PSC (19,78%), Ciudadanos (9,63%), Podemos (6,05%), PP (5,35%) y Vox (2,60%). En ninguna de las dos elecciones optaba la CUP. Las figura del expresident Carles Puigdemont, residente en Bruselas, y del propio Junqueras, que hizo ‘doblete’ como candidatos, pesaron mucho. 

Se comparan porcentajes porque la participación fue mayor en las generales (75,71%) que en las europeas (64,19%). Aparte del cambio de voto (de Junqueras a Puigdemont) en el mundo independentista, resalta que PSC y Ciudadanos redujeron ligeramente su porcentaje de apoyos en las europeas respecto a las generales, el PP creció un poco y Podemos y Vox se desplomaron de una elección a otra. Es decir, que numerosos ciudadanos cambiaron de papeleta para el Europarlamento.

En los comicios locales, el poder neoconvergente se impuso por delante de ERC que soñaba con repetir la victoria de las generales. Feudos como Reus, Valls, Salou, Vila-seca y Tortosa que habían votado a ERC o PSC en las generales y europeas, volvieron a la casa común expujolista.

Quien fue perdiendo pistonada elección a elección fue Vox. En las locales no sólo no obtuvo un solo concejal en los cuatro consistorios donde se presentaba (Tarragona, Reus, El Vendrell y Salou) sino que además perjudicó a sus hermanos mayores del PP, que, por ejemplo, se quedaron con la mitad de ediles en Tarragona y en Reus desaparecieron. 

La cuestión nacional perjudicó, aparte de las dudas sobre su gestión, al alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballesteros. Con un lema archirrepetido, pero efectivo: «votem el canvi», ERC prácticamente empató en votos con el PSC. 

Los socialistas se mantuvieron en torno al 23% de votos en cada una de las elecciones y Esquerra osciló entre el 18,91% de las europeas y el 22,67% de las municipales. Pau Ricomà es uno de los candidatos que supo aprovechar, e incluso mejorar, el tirón de su partido de las generales.

La mayor oscilación de voto, siempre en porcentaje, la sufrió Junts per Cat. La apuesta por el cuanto peor mejor no convenció en las generales en Tarragona ciudad y se quedó en un exiguo 8,5% de sufragios. En cambio, sí sedujo la figura del «exiliado» Carles Puigdemont y se llevó el 20,90% en las europeas. En las locales, su alcaldable, Dídac Nadal, no convenció tanto como su jefe. Nadal se quedó con el 11,09%. Un claro ejemplo del cambio de voto de una elección a otra, incluso en las que se celebran el mismo día.

En Reus también hubo baile de votos. Esquerra ganó en las generales, quedó tercera en las europeas y segunda en las locales. El PSC repitió segunda posición en estatales y europeas y se situó tercera en las locales. De nuevo el ‘efecto Puigdemont’ y la capacidad de atracción del alcalde, Carles Pellicer, llevaron a la victoria a Junts per Cat en europeas y municipales. En los comicios generales Junts per Cat había quedado en quinta posición.

Al igual que en Tarragona, el PSC repitió victoria en las tres citas electorales en El Vendrell, pero las diferencias en los partidos que le acompañan en el podio merecerían un análisis aparte. En las generales, Esquerra y En Comú Podem, es decir, una apuesta diáfana por el diálogo entre el Gobierno español y el Govern catalán. Junts per Cat y ERC en las europeas: a ver si la UE se implica en un poco y siente algo de vergüenza ajena. Y ERC y Ciudadanos en las locales. De nuevo, el atractivo de los candidatos.

En Tortosa, destaca la irrupción municipal de la marca blanca de Podemos, partido que había quedado en cuarta y quinta posición en las generales y europeas.

Los municipios costeros

En Cambrils, Esquerra y PSC aparecen entre los tres más votados en el periodo electoral. Ciudadanos se asoma en tercera posición en las estatales y segunda en las locales, pero por enésima vez el ‘efecto Puigdemont’ desplazó a Ciudadanos al colocarse Junts per Cat en primera posición. 

Salou y Vila-seca son dos casos paradigmáticos del cambio de voto. En las generales, Junts per Cat obtuvo un mal resultado (fue séptima con un 7,61%). En las europeas mejoró, pero no al nivel de otras localidades (tercera, con el 17%). En cambio, ganó su marca blanca salouense, Sumen per Salou, un partido municipalista que fue a las urnas bajo el paraguas de Puigdemont. Pere Granados supo atraer mucho voto no independentista y llegó al 25,96%.

En Vila-seca, sucedió algo similar con Pere Segura, el ‘hereu’ de Josep Poblet. Su partido ‘Vila-seca segura’, otra marca blanca de la exCiU, logró la victoria con el 32,70% de sufragios. Junts per Cat había sido sexta en las generales y cuarta en las europeas.

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