Los 6 pasos para vacunarse en Tarragona en apenas minuto y medio

Palau d’Esports Catalunya. Conozcamos el circuito a seguir en este punto de vacunación masiva. Destaca la perfecta organización 

19 mayo 2021 12:10 | Actualizado a 19 mayo 2021 12:23
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Si las cosas funcionan bien, también hay que decirlo. Y eso es lo que pasa en el punto de vacunación masiva del Palau d’Esports Catalunya, en el Anillo Mediterráneo. La gente sale encantada. Que si qué buena organización, que si qué rápido y ágil, que si qué bien me han tratado... El circuito para vacunarse puede durar tan solo un minuto y medio. Detrás de este éxito abrumador hay personas, sobre todo mujeres, con nombres y apellidos. Conozcamos a algunas de ellas y, a la vez, el circuito a recorrer hasta hacerse con el pinchazo que pone punto final a esta pesadilla.

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Desde las alturas, en una burbuja de cristal y walkie-talkie en mano, están Jèssica Martín, Aida Basco y Carmen Giménez. Tres técnicas de la Regió Sanitària Camp de Tarragona que se encargan de que todo funcione bien. Son el alma del proyecto. Idearon y montaron la infraestructura y los boxes, coordinan los voluntarios dependiendo de la afluencia y gestionan la llegada de las vacunas y su distribución entre el resto de puntos. Ejercen de sala de control y son las principales responsables de que todo funcione a la perfección. Se sienten orgullosas de todo lo que han conseguido.

En la planta baja, y salvaguardando el bien más preciado, se encuentra Alba Martín y su equipo. Es la encargada de recibir las vacunas y comprobar que llegan en las condiciones de refrigeración adecuadas. «Los lunes llega Pfizer; la Moderna, los jueves, y Astrazeneca, cualquier día», explica Martín. Las vacunas llegan al edificio D del complejo sanitario del Hospital Joan XXIII, y de allí se reparten en los puntos de vacunación. En el Palau d’Esports reposan en dos neveras cerradas a cal y canto, en un almacén donde hay montañas y montañas de jeringuillas. Las custodia Alba. Ayer se inocularon un total de 4.000 dosis, cantidad récord en la demarcación. El recinto abre de nueve de la mañana a ocho de la tarde, con tres horas de descanso al mediodía. «El circuito está tan bien montado que vacunarse en un minuto y medio es posible», dice Martín.

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Circuito perfecto

Ayer llegaba la hora de Josefa Pardo, vecina de Mont-roig del Camp. Llegó en su coche. Pese a ser el día con más vacunaciones, había aparcamiento de sobras. Al bajar del vehículo, una voz en off le daba instrucciones: «Bienvenidos al punto de vacunación masiva del Palau d’Esports. Preparar la documentación para acceder al recinto y es importante ajustarse al horario de la cita».

Voluntarios de la Creu Roja, de Protecció Civil, estudiantes de sexto de Medicina y hasta personas obligadas a hacer acciones en beneficio a la comunidad, son los encargados de indicar las entradas y salidas al centro de vacunación. Las colas son inexistentes. Pardo accedió al recinto por un lateral, anduvo unos pocos metros, bajó unas escaleras y ya estaba en la cancha.

La primera parada obligatoria es en la zona de acreditación, donde un equipo formado por seis o siete administrativos comprueban la documentación. Si todo está correcto, el siguiente paso es ya vacunarse. Pueden llegar a funcionar hasta 24 boxes, pero ayer, por ejemplo, solo estaban operativos 14. Otros tres estaban ocupados por enfermeras y auxiliares, quienes preparaban las dosis. El motivo es que una de las particularidades de la vacuna que ayer se inoculaba, la Pfizer, necesita diluirse en suero. Así que trabajo en cadena. Unas enfermeras preparan vacunas, y las otras la ponen.

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Llegaba el turno de Josefa. Estaba nerviosa y a la vez contenta. «No me lo creo, lo veía lejos y ya está aquí», decía. Le tocó una enfermera que, como la totalidad de profesionales, desprendía cariño. Ella era Georgina Gual, de 22 años. Trabaja en el Banc de Sang i Teixits del Hospital Joan XXIII. Dobla turno y pone vacunas. «Me presté voluntaria para hacerlo. Soy consciente de que es algo muy importante», comenta Gual, quien añade que «nos lo recuerdan los pacientes. Vienen contentos, agradecidos, algunos incluso lloran de emoción». Ayer, una señora regalaba a la enfermera una caja de bombones.

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Después de la inyección, los ya vacunados deben pasar a un espacio lleno de sillas, por si acaso padecen alguna reacción inmediata. Se recomienda descansar quince minutos. El SEM es el encargado de vigilar y atender en el lugar. La coordinación entre servicios es brutal. Todo el mundo está en su sitio, controlando la situación. Hay quien pide el justificante para el trabajo, y es una auxiliar –conocidas como TCAE– la encargada de hacerlo.

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A lo largo de esta crónica hay nombres y apellidos de las personas que tiran adelante este punto de vacunación. Todas ellas, mujeres. Mujeres dispuestas a salvar el mundo en un minuto y medio (aunque también hay hombres).

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