Los alumnos de los cursos de Tarragona Impulsa también pueden aspirar a un Erasmus

Se pone en funcionamiento un programa pionero para que los jóvenes con un certificadode profesionalidad puedan realizar sus prácticas en el extranjero

13 enero 2018 17:53 | Actualizado a 13 enero 2018 17:58
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Hablar de Erasmus en la universidad y en la FP no es nada extraordinario. En el primer caso, el programa cumplió el año pasado su treinta aniversario, mientras en el ámbito de la formación profesional cada vez es más frecuente que haya una movilidad internacional. Sin embargo, que los estudiantes que se sacan un certificado de profesionalidad realicen su estancia de prácticas en el extranjero es algo muy poco habitual. 

Tarragona Impulsa se ha anticipado. El centro de formación y ocupación que depende de la administración local ha puesto en marcha el programa Tarragona Moves On, a través del cual estos alumnos pueden optar a una estancia de prácticas de un mes en una empresa internacional del extranjero.

La hacen cuando han acabado el curso y tras las prácticas. «Es un plus que da un valor añadido a los estudios», explica la técnica en formación de Tarragona Impulsa, Sonsoles Martín

En el centro se ofrecen certificados profesionales sobre logística, atención a las personas, mediación comunitaria y un largo etcétera. Su participación ha ido en aumento ya que estos certificados de profesionalidad «tienen la misma validez que un título en el momento de optar a un puesto de empleo», recuerda el concejal de Formació i Ocupació, Francesc Roca.

Polonia y Portugal

Durante el año pasado lo estrenaron las dos primeras alumnas. Una de ellas estuvo en la empresa Primark de Lisboa, mientras que la otra se fue a Polonia. Ésta última es Alba García. Con 26 años, había hecho el curso de comercio. «Nos propusieron la opción y pensé que era una oportunidad para poner en práctica y mejorar el nivel de inglés», describe.

Acabó el curso en enero del año pasado y se marchó el cinco de noviembre para pasar un mes haciendo prácticas en un centro de día con personas discapacitadas. «Lo recomiendo completamente, por el idioma y por tener la oportunidad de salir y crecer como persona», asegura.

El programa cubre los gastos derivados del viaje, la estancia y dietas, el transporte y un pocket money (dinero de bolsillo) de entre 280 y 300 euros, en función del país. La selección se hace principalmente en función del idioma y, en la ciudad de destino, los jóvenes cuentan con un tutor que realiza su acompañamiento y un servicio de formación online del idioma a través de la plataforma Erasmus+. Para la estancia de prácticas no cobran y la idea es que no tengan ningún gasto durante este periodo.

La aventura polaca

Alba García regresó a inicios de diciembre y ahora está buscando trabajo en el ámbito de la educación infantil. Si no hay suerte lo tiene muy claro: se irá de nuevo. «No me lo hubiese planteado nunca, pero no descarto lanzarme a la aventura de Polonia y empezar de cero», apunta García.

Esta joven pionera no puede dejar de mirar con cierta envidia a otro de los participantes del proyecto. Se trata de Oscar Aguirre, que obtuvo el certificado profesional de auxiliar de almacén y que ya tiene las maletas a punto para realizar el mismo viaje el lunes.

Se hospedará en el mismo sitio y recorrerá las mismas calles que Alba García conoció hace tan solo unas semanas. En su caso, Oscar Aguirre ya tiene una experiencia previa. En el año 2010 estuvo un mes en Malta para aprender el inglés. Ocho años más tarde quiere repetirlo. «Estaré en una multinacional de transporte y aún no sé muy bien qué tendré que hacer», dice. 

Ida y vuelta

Aguirre se marcha con billete de  ida y vuelta pero no descarta que, si le sale una oportunidad de trabajo, pueda considerar en serio la opción de permanecer un tiempo en el país.

Joan Martínez es técnico del Institut Municipal d’Educació de Tarragona (IMET) y conoce muy bien algunas de las sensaciones que experimentan estos jóvenes cuando se marchan.

Él es una de las personas que hace la función de acogida entre los estudiantes del extranjero que realizan estancias similares en Tarragona y forma parte de esta red de apoyo entre los centros participantes. «Está claro que la movilidad tiene un impacto en los alumnos pero también enriquece la formación de los técnicos, que intercambiamos experiencias y conocimiento, a la vez que nos obliga a prestar esta función de acogida», describe.

También está ultimando sus maletas Cristina López. Se sacó el certificado en dinamizadora de ocio, en la Casa d’Oficis y el miércoles se marcha a Italia, en concreto a Forlì, en la zona norte.

A sus 22 años estará en la Cooperativa Sociale Paolo Babini como dinamizadora de ocio infantil y juvenil. «Me propusieron Polonia, Francia e Italia, y por el idioma me decidí por el último», describe. Valora que «es una experiencia nueva que me llama mucho la atención».

Hasta el momento son cuatro los jóvenes que se han sacado un certificado de profesionalidad y que han participado o participarán en breve en esta iniciativa. El objetivo es que cada año puedan abrirse siete u ocho nuevas convocatorias para dar continuidad a la iniciativa. 

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