¿Los apartamentos turísticos son un problema en Tarragona?

Estos pisos proliferan en la ciudad pese al recelo que despiertan en algunos vecinos. En contra de la creencia generalizada, la Part Alta no es la zona donde hay más inmuebles

19 mayo 2017 15:38 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:38
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Los problemas que están generando en determinadas zonas de Barcelona, la reciente medida que permite a las comunidades de vecinos su veto en Baleares y la mediatización del fenómeno ha abierto el melón sobre los problemas o no que generan los pisos turísticos en muchas ciudades. Silenciosamente han proliferado en Tarragona y ya hay las primeras voces contrarias que piden tomar medidas.

El debate es más intenso en los barrios más turísticos como la Part Alta. A finales del verano pasado aparecieron algunos carteles pegados en farolas o puertas de edificios abandonados en los que se ponía sobre aviso de la proliferación de estas viviendas, y se invitaba a los turistas a marcharse con el go home. Las opiniones son diversas. La plataforma Farts de Soroll argumenta que «de momento no hay problemas de convivencia como en Barcelona». Pese a ello, asegura que «piso que queda vacío, piso que se llena de turistas. Y, aunque haya quien dice que no, en la Part Alta la gente se marcha». Andreu Ximenis, uno de los portavoces de este colectivo que nació en septiembre del año pasado para defender el derecho al descanso de los vecinos, teme que este fenómeno se acentúe. «Barcelona está saturada y ahora con Ferrari Land dicen que prevén tantos miles de visitantes. Se está desplazando el polo de atracción turística», argumenta.

Ximenis defiende que ahora mismo las cifras de pisos turísticos en el barrio ya son muy elevadas. «Cogimos la superficie de Ciutat Vella con los pisos que tienen allí y si lo comparamos con la Part Alta, aquí estamos por encima», describe.

Una percepción muy diferente mantiene el presidente de la Associació de Veïns de la Part Alta, Manel Rovira: «No he escuchado a nadie quejándose. Es más, algunos edificios se han reformado y esto es bueno. ¿Queremos un turismo de calidad o preferimos que las casas estén llenas de palomas y que se caigan?». Lamenta que se esté poniendo el acento en el turismo más que en la degradación que sufren los inmuebles en algunas calles.

Pero, ¿es el núcleo histórico la zona en la que se concentran los pisos turísticos? El Observatori de Turisme de la Costa Daurada realiza mensualmente un informe para el Patronat de Turisme de Tarragona sobre al respecto. En el último disponible, con fecha de 4 de abril, había registrados 539 apartamentos turísticos la ciudad, 87 más que a inicios de año. El informe también certifica que el centro histórico no concentra la cifra más elevada de estos inmuebles.

En la cabeza está Llevant, con el 40%, y le sigue el Centre, que tiene registrados 179 apartamentos, lo que representa el 33%. El núcleo histórico ocupa la tercera posición. En estos momentos tiene 129 pisos turísticos, lo que representa el 20%. No obstante, tan solo en lo que va de año se han otorgado 32 nuevas licencias.

Con los datos encima de la mesa, la concejal de Turisme del Ayuntamiento de Tarragona, Inma Rodríguez, considera que «hay un cierto contagio mediático por lo que está pasando en otras ciudades. Si las cifras crecen también es porque está cambiando la situación de ilegal a legal».

La administración local argumenta que sus competencias son «limitadas». «Nuestra misión es hacer un esfuerzo pedagógico para que esta actividad siempre esté sometida a la regulación, por lo que colaboramos con las distintas instituciones para combatir la ilegalidad», dice Rodríguez.

Empresas colaterales

Más allá del negocio que han visto algunos propietarios, han surgido empresas especializadas en la gestión de estas viviendas, que se encargan de proporcionar todos los servicios. Hace un año y medio se constituyó Tarragona Suites, empresa que gestiona 70 apartamentos en la ciudad, que pueden alquilarse por días o semanas, con el límite máximo de un mes.

La empresa se encarga desde la comercialización en 480 plataformas digitales, la limpieza y la recepción de los clientes, entre otros servicios. «Jamás hemos tenido un problema. Se habla mucho de lo que pasa en Barcelona, pero aquí estamos en otra galaxia, no hay punto de comparación», argumenta Íñigo Rosell, responsable de la compañía y presidente de la Associació d’Apartaments Turístics i Hostels de Tarragona (AATH).

La Rambla y sus inmediaciones son las zonas de la ciudad que despiertan más interés entre los visitantes que se decantan por esta opción, aunque Rosell argumenta que va por nacionalidades. «Los franceses e ingleses prefieren el centro, mientras que los daneses se decantan por la Part Alta. El Serrallo también gusta», describe. Pese a ello, en el barrio marinero tan solo hay registrados diez inmuebles.

Rosell defiende que Tarragona tiene una oportunidad para aprovechar lo bueno de los pisos turísticos sin caer en los errores de otras ciudades. «Debe haber un revulsivo.Tenemos espacios maravillosos como la Marina Tarraco y el patrimonio. En cambio está lleno de locales vacíos y comercios que cierran. Esto debe acabarse. Entre todos debemos dar un nombre a Tarragona. Se ha acabado la época tan solo de la química», argumenta.

Este empresario remarca el salto que ha experimentado su empresa evidencia el crecimiento que puede experimentar esta actividad. «Empezamos con cuatro apartamentos y en año y medio estamos en más de setenta».

El presidente de la Associació d’Apartaments Turístics i Hostels de Tarragona se muestra convencido de que la actividad no está descontrolada. Pese a ello, opina que sería importante «hacer un estudio que nos diga el techo que podemos asumir». Una posibilidad que ve con buenos ojos la concejal de Turisme: «No podemos descartarlo en un futuro. Debemos estar atentos a la evolución y prever con anticipación para que esto no pase a ser un problema». Rodríguez es partidaria de esta opción antes de tener que tomar medidas más drásticas. «Una moratoria en Tarragona ahora mismo no lo veo. Debemos ir en cuidado porque esto puede abrir la puerta a que prolifere la actividad ilegal», concluye.

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