Los barrios de Tarragona trabajan para mantener las fiestas vivas

Crónica. Resultados muy positivos al esfuerzo de las asociaciones de vecinos, que se encargan de que las fiestas funcionen

09 septiembre 2019 07:10 | Actualizado a 12 septiembre 2019 11:03
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A primera hora de la mañana, un grupo de mujeres reunidas en la parada de costura intentaban decidirse entre qué tipo de bolillo llevarse. «Estos son artesanos, vienen de Mallorca», decía la paradista, señalando el que tenían en las manos. La pequeña tienda se había instalado en la plaza de delante del colegio Marcel·lí Domingo de Sant Pere i Sant Pau, para dar servicio a la XXIII Trobada de puntaires de La Unió, en motivo de las fiestas del barrio.

Después de una exitosa cena popular la noche anterior con más de 500 asistentes, ayer domingo celebraban el último día de las fiestas empezando con el encuentro de las ‘puntaires’, que juntó casi 70 asistentes. Ramona Ribé era una de ellas, que estaba elaborando una punta para una toalla. «Son para colgar en el cuarto de baño, sólo para decorar», explicaba.

La ubicación de las fiestas ha vuelto a sus orígenes. «Siempre lo habíamos hecho aquí, pero hace unos años cambiamos a la plaza Cuba para ayudar a las tiendas de la zona», explicaba el presidente de la Associació de Veïns La Unió, Gabriel Muniesa. Este año han vuelto a moverlas para activar de nuevo la zona. «La gente de aquí se ha alegrado mucho de que la fiesta volviera», cuenta la vecina Carme Martínez.

Simultáneamente, en la otra punta de la calle, se estaba realizando el X Torneig d’Escacs de La Unió, con más de 50 jugadores. «El juego engloba muchas edades, hay desde niños de entre 6 y 7 años hasta personas que llegan casi a los 100», explicaba Francesc Ferran, el director del torneo. Alex y Dani eran dos de los pequeños de la lista, y esperaban ansiosos su turno. «Me encanta jugar, me enseñó mi abuelo», decía Alex.

En el otro lado de la ciudad, la Vall de l’Arrabassada celebraba también sus fiestas con más de 300 niños y niñas disfrutando de un tobogán acuático que bajaba toda la calle Josep Carner. Se tiraban encima de un flotador, y deslizaban por toda la cuesta. Ya es el segundo año que traen la actividad, y «es todo un éxito. Además, con el buen día que hace…», contaba el presidente de la Associació de Veïns la Vall de l’Arrabassada, Josep Maria Bertran. Aunque la valoración de las fiestas es «un poco más floja que años anteriores», según Bertan, sigue siendo positiva, con una muy buena respuesta de los ciudadanos.

El único punto débil, la seguridad. «Hemos tenido algunos problemas los últimos años, nos sentimos un poco colgados en relación a la seguridad», comenta Bertran, que afirma que no les iría mal un apoyo del municipio en ese sentido.

La Residencial Palau Torres Jordi también tenía movimiento durante el día de ayer. En este caso, no todo fue tan positivo. A las 11 horas había hinchables para los más pequeños, pero a las 12 y poco ya se habían quedado sin gasolina y estaban intentando solucionarlo. Mientras tanto, los pequeños se colgaban del toro mecánico que sí que funcionaba.

«Hay que echar una mano», explicaba Belén Uruen, presidenta de la Asociación de Veïns Residencial Palau-Torres Jordi, que denuncia la falta de atención a su barrio por parte del municipio. «Nos falta iluminación, limpieza, arreglos… no hay compromiso para nosotros», contaba Belén. Aun así, pudieron arreglárselas para realizar diversas actividades. «Somos un barrio que nos gusta mucho estar juntos. Si sin un duro hemos podido llevar adelante todo esto, el día que tengamos dinero… que Tarragona tiemble», decía desafiante Uruen.

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