Los conejillos de indias de la Covid-19

Enfermos graves de Covid-19 en Tarragona y un voluntario de la vacuna relatan su participación en tratamientos experimentales

05 diciembre 2020 19:05 | Actualizado a 06 diciembre 2020 13:09
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«A mí me ha tocado la segunda ola, así que me he aprovechado de todos los protocolos científicos que ya llevaban tiempo en marcha, estoy superando la enfermedad por la gente que la pasó antes. Lo más lógico, humano y solidario es devolver eso para que luego lo puedan aprovechar otros», sostiene Eduard, después de someterse a un ensayo clínico durante su estancia en el Hospital Joan XXIII para dejar atrás una neumonía bilateral grave provocada por el SARS-CoV-2. 

Además de los corticoides y el remdesivir para combatir la Covid-19, Eduard cumplía todos los requisitos para uno de los ensayos que se están llevando a cabo en la provincia: «Los médicos me preguntaban si estaba interesado, que lo consultara con la familia. Es un proceso de la fase 2. Nos explicaron que no tendría que haber ningún efecto secundario, así que acepté porque la idea era ayudar a la ciencia en lo que se pueda y colaborar».

Eduard se recupera en casa del impacto grave de la enfermedad que le tuvo hospitalizado diez días. Tuvo que cumplimentar un cuestionario para dar su autorización a la prueba, consistente en administrarle una proteína natural llamada gelsolina. «En los animales, el tratamiento con esta proteína ayuda a luchar contra las infecciones. Se desconoce si también es así en el ser humano. Un reciente estudio ha demostrado que la gelsolina es un producto seguro y bien tolerado», expone la autorización, que añade: «La gelsolina es un tratamiento experimental que aún no ha sido aprobado en ningún país para la neumonía de Covid-19». 

Un proyecto norteamericano

En verdad Eduard, uno de los 60 participantes, no sabe si ha recibido esa sustancia fabricada en laboratorio que reproduce la proteína natural, o bien placebo. «Ni yo ni los médicos saben qué me han puesto hasta el final, hasta que pasen 90 días», cuenta. El ensayo es un proyecto de la farmacéutica americana BioAegis Therapeutics que comenzó en agosto en el Hospital Sant Joan de Reus y que ha expandido su reclutamiento de pacientes al Joan XXIII, en Tarragona. 

En el centro de la capital del Baix Camp estuvo el origen del proyecto. «A resultas de una investigación nuestra con enfermedades autoinmunes, coincidimos con la investigación de esta empresa tecnológica de Nueva Jersey, y pusimos el proyecto en marcha», cuenta Antoni Castro, jefe del servicio de medicina interna del Sant Joan, que detalla la base del proceso: «Se trata de probar un nuevo medicamento que podría ayudar, una proteína recombinante del cuerpo humano que participa en la regulación de la respuesta inmunológica. En la fase de afectación pulmonar, hay una respuesta exagerada del sistema inmunológico». 

En ese proceso para cortar neumonías graves, puede intervenir este componente en una investigación con visos de ser crucial y muy provechosa. «Es un proceso paralelo a los tratamientos habituales que se dan para la Covid-19. Hay poco arsenal terapéutico disponible como tal. Sí que se dan antivirales para tratar las complicaciones de la Covid-19, pero no hay ningún fármaco como tal para combatir al propio virus», aporta Antoni Castro. Susan Levinson, la directora general de la firma americana, sostiene que «dos publicaciones independientes confirman que los pacientes con Covid-19 con niveles más bajos de gelsolina tienen más probabilidades de presentar daño orgánico. Ahora tenemos la oportunidad de prevenir estos malos resultados en los pacientes en España». 

«No lo pensé mucho»

Miquel Fernández, reusense de 38 años, ya ha tenido oportunidad de probar la esperadísima vacuna. Ha participado en un ensayo clínico para inyectarse el antígeno de Pfizer, uno de los que más avanzados están y cuya distribución es inminente. Miquel, residente en Norman –en el estado norteamericano de Oklahoma– y empleado en un empresa que diseña software para el sector energético, lo tuvo claro desde el principio: «Vi un anuncio en el que se pedían participantes y no me lo pensé mucho, fue una decisión rápida. Mi trabajo no tiene nada que ver con el sector sanitario, así que no puedo hacer ninguna acción directa para ayudar pero en esta ocasión sí. Lo vi como una oportunidad única de poner mi granito de arena para ayudar a superar lo que está pasando. No lo vi heroico ni extraordinario. Tengo confianza en la ciencia y, simplemente, quería aportar algo». 

El Joan XXIII y el Sant Joan prueban en pacientes una nueva proteína contra el virus

Pfizer buscaba 30.000 voluntarios para testar su fármaco y Miquel se lanzó a probar un ensayo de 26 meses de duración, con varias visitas programadas y dos dosis ya recibidas. «Te llaman y te explican cómo funciona. Te hacen unas preguntas, una analítica y una PCR. Me pusieron una dosis y, tres semanas después, la segunda. No te dicen si te suministran placebo o la vacuna», explica Miquel que, pese a eso, cree que recibió la inmunización: «Me inyectaron por la mañana y al día siguiente por la tarde tuve algunos síntomas, fiebre hasta 38ºC, escalofríos, dolores musculares… similar a la gripe. Me duró cinco horas y se acabó». 

¿Antígeno o placebo?

Los efectos de la segunda toma fueron similares, pero en menor grado: «Sufrí menos fiebre, malestar y dolores, pero se pasó rápido. Fue cuestión de unas horas. El placebo era una solución salina, así que no creo que me lo pusieran, sino que me inyectarían la vacuna. A ciencia cierta no lo puedo saber». 

Miquel admite que nunca sintió temor por su gesto: «La gente me dice que soy muy valiente, te reconocen que ellos no lo harían. Pero nunca me pareció peligroso ni tuve miedo. De hecho, mi entorno ha sufrido más que yo, cuando lee alguna noticia negativa ligada a las vacunas o se informa de algún efecto secundario, pero yo lo he llevado con mucha tranquilidad». 

Miquel se va sometiendo a los controles pertinentes (deberá hacer siete revisiones médicas más) y va comunicando síntomas y su estado de salud a través de una aplicación, a la espera de que la farmacéutica Pfizer comience la vacunación masiva en diversas partes del mundo. «Mi duda será cuando llegue el momento en el que tenga que vacunarme. ¿Tendré que hacerlo aunque me haya protegido? No es algo que me preocupe aún pero tendré que tenerlo en cuenta», explica Miquel, que lleva viviendo en Estados Unidos desde 2013. 

Aunque no es un ensayo como tal, en hospitales tarraconenses se administra habitualmente remdesivir, un medicamento antiviral que se desarrolló inicialmente para  el ébola, pero que también ha demostrado actividad in vitro frente al SARS-CoV-2. El fármaco se ha utilizado a través de experimentación clínica, lo que ha permitido que se haya utlizado su uso para el tratamiento de Covid-19 en adultos y adolescentes mayores de 12 años con neumonía que requieran oxígeno. El resultado para algunos pacientes ha sido positivo. «He estado ingresado en Joan XXIII porque me ahogaba, tenía falta de oxígeno. Me trataron con remdesivir cinco días y a mí me funcionó. Me pude ir a casa y me sigo recuperando poco a poco. Todavía me encuentro muy cansado y me duelen las articulaciones, pero puedo respirar bien. Voy mejorando día a día», cuenta Juanma, afectado de doble neumonía en esta segunda ola. 

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