Los emisores que espantan a los estorninos dejarán de funcionar el lunes en TGN

Los vecinos aseguran que desde febrero no hay pájaros en las copas de los árboles, «pero sigue sonando el estridente ruido»

12 abril 2019 16:02 | Actualizado a 23 abril 2019 21:55
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«Parece que tenga mil pájaros en el comedor de mi casa». Así lo asegura Mar Tules, vecina de Residencial Palau-Torres Jordi, quien afirma que, cada día, durante tres cuartos de hora, suenan los emisores que sirven para espantar a los estorninos de los árboles. «Y si sirviera de alguna cosa, me aguantaría.

Pero lo peor de todo es que no hay estorninos desde finales de febrero», añade Tules. Los vecinos denuncian las molestias que ocasionan estas señales acústicas. Hay quienes han optado por la vía rápida y han cortado directamente los cables. El sufrimiento tiene ahora fecha de caducidad: el lunes se desinstalarán los emisores. 

Raül Aymí es ornitólogo del Institut Català d’Ornitologia. Explica que, cuando llega el otoño, los estorninos del centro y norte de Europa llegan a la Península Ibérica, para pasar el invierno. «Durante el día se mueven por cultivos y campos donde hay comida.

Por la noche se han acostumbrado a dormir en la ciudad, donde el clima es mas suave y donde hay menos depredadores», explica Aymí. Los estorninos llegan a Tarragona entre septiembre y octubre, y se van entre febrero y marzo. «Los pocos que quedan son los que tenemos todo el año. Pero estos no molestan ni son problemáticos», apunta Aymí.

La instalación de emisores acústicos es una solución para disuadir a grandes cantidades de estorninos. «Pero hay ejemplares que se acaban acostumbrando», explica Aymí, quien añade que «el ruido es muy estridente».

Las alarmas empiezan a sonar una hora antes de la puesta de sol hasta dos horas después, en períodos de diez minutos. «El objetivo es que los estorninos no reconozcan la ciudad como lugar para dormir», aseguran fuentes municipales, que añaden que «los animales interpretan que hay un grupo de estorninos en peligro, por la presencia de ave rapaz». Estos emisores se alimentan con energía solar. El año pasado se dobló el número de aparatos, llegando a los veinte.

Los cortan o arrancan

«Hace un mes que no hay estorninos y los emisores siguen sonando», asegura Cristina Martínez, miembro de la Associació de Veïns Residencial Palau-Torres Jordi. «Iba con mi hija al parque de la Plaça dels Infants y era un horror, muy molesto», explica Martínez, quien añade que «alguien se cansó y, hace unos días, cortaron los cables. Ahora ya no suenan».

Algo parecido ocurrió en la Llar d’Infants de Bonavista, donde habían dos emisores. «Alguien del barrio los arrancó. A veces hacíamos reuniones y, entre el ruido de los pájaros y el de las metralletas, era imposible concentrarse», explica una educadora de la guardería.  

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