Los empresarios de los polígonos se quejan de la falta de mantenimiento

La falta de limpieza, los vertederos incontrolados y el estado del asfalto en algunas calles son algunas de las críticas

27 mayo 2017 19:17 | Actualizado a 28 noviembre 2017 13:46
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Los polígonos industriales de Tarragona quieren recordarle al Ayuntamiento que también existen. «Quizás estemos lejos, pero también formamos parte de la ciudad», asegura Albert Franquès, presidente del polígono Riuclar. Lo dicen por la «falta de mantenimiento» de estas zonas, y, aunque cada uno de ellos, en función de sus características, tiene unos problemas específicos, el denominador común es la falta de limpieza y los vertederos ilegales.

Especialmente crítico en cuanto a la limpieza es Narcís Ortega, representante del polígono Francolí. «Nuestro problema es que somos la zona más antigua. Están las parcelas en las que cada uno es propietario de su terreno y los espacios comunes no tienen amo, por lo que el Ayuntamiento se escuda en esto». Especialmente conflictiva es toda la zona situada al lado de la vía del tren, aunque denuncia que incluso la nave que ocupa la Brigada Municipal «tiene un matorral enorme en medio de la calle».

Bolsas, sacos, ladrillos, trozos de madera y un largo etcétera de desechos. Haciendo un recorrido por las calles del Riuclar te encuentras con varios de estos objetos, especialmente cuando uno se mueve por el perímetro. «En las varias reuniones que hemos mantenido con el Ayuntamiento nos dicen que pasan una vez al trimestre a segar la hierba y a limpiar. Mira que hemos pedido un calendario, pero no hay forma», dice Franquès.

Tanto Franquès como Ortega aseguran que periódicamente se reúnen con los diferentes concejales del Ayuntamiento para abordar estos problemas. «Siempre es lo mismo, hay cosas que son de medio ambiente, otras de la brigada, del área de promoción económica, de urbanismo... te reúnes, lo hablas con un departamento u otro, pero siempre te quedas en el mismo punto, porque si no te dicen que es competencia del Estado. Somos los grandes abandonados, independientemente de quién haya delante. Y no se trata de una cuestión de dinero», lamenta Ortega.

La limpieza, sin embargo, no es uno de los principales problemas de Les Gavarres, visitado semanalmente por cientos de personas para disfrutar de compras, restauración y ocio. «Somos una gran atracción turística y de consumidores, por lo que tiene que estar bien, pero no hay forma de arreglar las demandas que tenemos de recogida de los escombros o de mantenimiento», asegura el gestor de esta zona, Ramon Rull. 

Hace más de dos años consiguieron poner hilo en la aguja y los autobuses de la EMT incorporaron la conexión directa regular, básicamente para facilitar el acceso a los cines. Hay dos paradas en las que pusieron dos bancos. Pero no han conseguido las marquesinas. «Estamos siempre con lo mismo. Al menos, así si un día llueve o ahora en verano la gente no tendría que esperar a la intemperie, pero no hay forma de resolverlo. Ya sea por la falta de presupuesto o la operativa, pero el Ayuntamiento no acaba de funcionar», añade Rull.

 

Las marquesinas también son una demanda de los trabajadores de Riuclar. En este polígono paran los autobúses de la línea regular que cubre Tarragona- Constantí, sin que haya un sitio para que sus usuarios puedan mantenerse a resguardo.

En el ámbito de la ciudad hay cinco polígonos, que tienen más de 560 empresas y unos 11.420 trabajadores, según el último registro de 2015. Recuerdan que en 2011, cuando la Gran Recesión estaba en su momento más crítico, el IBI del suelo industrial se incrementó un 42%. «Dejaron el coeficiente al máximo que permite la ley y nos dijeron que no lo tocarían más», explica Franquès. 

Coinciden en que los impuestos que pagan ahora mismo el conjunto de estas empresas «es desproporcionado» de acuerdo con los servicios que están recibiendo. «Los empresarios somos poquitos votos, por lo que tampoco se gastan mucho dinero en el mantenimiento, ya se ve en los presupuestos», argumenta el representante de las empresas del polígono Francolí. Y, de hecho, el año pasado había una partida de 100.000 euros que, para este 2017 se multiplicó por tres, en ambos casos supeditado a la venta de patrimonio, por lo que en el anterior ejercicio quedó en nada. El Ayuntamiento, por su parte, no ha proporcionado a este medio la suma que recauda a partir del IBI en los polígonos.

A medida quie el tiempo pasa, el malestar se va generalizando entre los empresarios. «Aportamos miles de euros y no nos corresponden. Tenemos un gran centro comercial y hay voluntad de hacer las cosas y contacto, pero hay una diferencia enorme entre los empresarios y operadores y el Ayuntamiento, que te dice que sí, pero es que no», sentencia el gestor de Les Gavarres.

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