Los enfermos crónicos, los grandes damnificados en un año de pandemia

Un estudio revela que más de la mitad de estos pacientes han visto afectadas sus terapias por culpa de la Covid y que el sistema no estaba preparado para la telemedicina

25 febrero 2021 19:40 | Actualizado a 26 febrero 2021 15:31
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José Antonio tiene 89 años y es diabético. Acostumbrado, desde hace años, a tener un contacto directo con su médico de cabecera, este anciano no acaba de entender por qué desde hace un año prácticamente todas las visitas que ha tenido con su doctora «han sido telefónicas. No he tenido ningún problema a la hora de que me recetasen los medicamentos ni las tiras reactivas que necesito para mirarme el azúcar cada día, pero prefiero las visitas cara a cara que las telefónicas».

Este caso ilustra el sentir de miles de enfermos crónicos que, desde que empezó la pandemia del coronavirus, ahora hace un año, consideran que la calidad de la atención médica que reciben ha empeorado. De hecho, el 53% de los enfermos crónicos ha visto canceladas o modificadas sus terapias de rehabilitación durante la pandemia, según los datos que recoge el segundo informe del Observatorio de Atención al Paciente, impulsado por la plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) sobre la realidad de las personas con enfermedades crónicas en España durante la pandemia, y realizado entre los meses de abril y julio del año pasado.

En relación a los retrasos por la reorganización sanitaria para atender a pacientes agudos con Covid, el informe desvela que uno de cada cinco pacientes con cáncer no ha sido diagnosticado o ha sido diagnosticado tarde.

Además, los casos de intervencionismo por infarto agudo de miocardio se han reducido un 40 por ciento y el ‘código ictus’ (un procedimiento de actuación sanitaria hospitalaria basado en el reconocimiento precoz de los síntomas del ictus) se ha recortado hasta un 28%.

Tras finalizar el estado de alarma, el informe constata que el 53,3% de los pacientes pudieron continuar con el tratamiento en los centros ambulatorios y hospitalarios con normalidad y el 44,3% ha sufrido algún cambio, como una mayor separación de citas para la administración de tratamiento o directamente el aplazamiento.

El miedo al contagio al coronavirus por parte de estos pacientes crónicos también ha influido. El 8% tomó la decisión de no presentarse el día citado para la prueba y el 6,4% solicitó voluntariamente aplazar la prueba diagnóstica o intervención quirúrgica. María Gálvez, directora de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, cree que «hay que abordar una nueva estrategia para la cronicidad. Ahora, el 27,5% de los pacientes crónicos son atendidos a distancia y el 45,5%, de forma mixta.

Por su parte, Mireia García-Villarrubia, vicepresidenta del Col·legi de Metges de Tarragona y médico de familia, reconoce al Diari que «la pandemia está afectando en la atención que se le da a los pacientes crónicos. Un ejemplo: nos encontramos con pacientes que no habían venido a los controles de glucemia y ahora tienen el azúcar disparado».

La doctora García-Villarrubia explica que «llevábamos tiempo intentando, a través de mucha educación sanitaria, empoderar a los pacientes crónicos para que adquiriesen una cierta independencia y, por ejemplo, pudiesen hacerse ellos mismos el control de azúcar, tensión, etc. Pero la pandemia llegó de golpe y nos cogió sin estar del todo preparados, por eso ha habido un poco de desbarajuste». Además, destaca que «ha cambiado el perfil de los pacientes y la solicitud de demanda. Ahora estamos comprobando que hay mucha gente de entre 20 y 45 años que nos consultan por patologías banales».

La telemedicina

El informe también recoge la opinión de expertos que aseguran que España «no está preparada totalmente para la telemedicina» y el cambio que se ha querido hacer en muy poco tiempo ha provocado «muchas restricciones y retrasos». Francisco Sáez, coordinador de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, opina que «los médicos éramos accesibles y eso se ha quebrado por completo. Ahora la atención es por teleconsulta con muchos defectos y dudas de los pacientes». García-Villarrubia defiende que «la telemedicina tiene cosas positivas, pero hay que hacer un buen uso. Creo que sí estábamos preparados, aunque a los médicos más mayores les haya costado más porque estaban acostumbrados –para entendernos– a hacer de ‘papá’ con el paciente. Lo que sí es cierto es que no estábamos preparados para absorber todo el volumen de trabajo que comporta la telemedicina».

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