Los gladiadores vuelven al Amfiteatre de Tarraco

El papel de la gladiatura en la muerte de Julio César despierta muchas teorias y conspiraciones. Ayer intentaron resolverse

30 mayo 2021 05:59 | Actualizado a 30 mayo 2021 06:04
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Sin público en las gradas ni combates virulentos en el arena, ayer los gladiadores volvieron al Amfiteatre de Tarraco. No fue en el formato convencional. Este año las exhibiciones de lucha se hacen en el Auditori del Camp de Mart. Por el contrario, este espacio junto al Mediterráneo acogió una conferencia del investigador y divulgador Ricardo Cagigal, que habló sobre el papel de la gladiatura en la muerte de Julio César.

¿Por qué el César eligió su desprotección en un ambiente político tan peligroso? ¿Qué función desarrollaron los gladiadores durante el magnicidio? Son algunas de las preguntas que Cagigal lanzaba al público nada más empezar. Sin embargo, antes de entrar en materia sobre qué sucedió en los Idus de marzo, el narrador hacía una breve pincelada sobre el papel de los gladiadores en este periodo. Y es que, en sus orígenes, estos personajes que el cine se ha encargado de ensalzar no tenían nada que ver con los espectáculos multitudinarios que conocemos. «Eran gente muy ligada al poder y a los estamentos del Estado», afirmaba. Antes de hacer de su actividad una exhibición de fuerza de cara al pueblo, estos ofrecían su sangre en los primeros funerales para los nobles. Un ritual que poco a poco se utilizó para dar espectáculo al público, mientras los políticos fueron incorporándolos de cara a su guardia personal y para desestabilizar a los contrarios.

«Julio César fue el primero que utilizó los gladiadores», afirmaba Cagigal. De hecho, durante la guerra de las Galias contó con más de 900 jinetes para protegerse. Un pequeño ‘ejército’ de hombres a los que se les llamaba por su fuerza personal, vinculados a la esfera política. 

Sin embargo, llegó un momento en el que Julio César decidió prescindir de esta protección. «Era un periodo en el que quería romper el clima de tensión con el Senado y dar estabilidad a Roma», añadía este historiador. 

Y llegó el 15 de marzo del año 44 a.C., una fecha en la que el pueblo de Roma salía al campo, fuera de la muralla, para celebrar el inicio de la primavera. Mientras la mayor parte de la ciudadanía disfrutaba del buen tiempo, Décimo Bruto organizaba unos juegos gladiadores cerca de la curia de Pompeyo, donde el César se dirigía para presidir la sesión del Senado. «En un exceso de vanidad, de tenerlo todo controlado, salió confiado», apuntaba Cagigal. El César no iba acompañado por gladiadores. En cambio, sí los tenían aquellos políticos que salieron disparados del espectáculo que estaban presenciando para darle alcance y asesinarle.

Julio César era un intelectual y un buen estratega. Una mente privilegiada que no supo calibrar el odio de sus enemigos, que le clavaron 23 puñaladas hasta acabar con su vida. «Los gladiadores fueron utilizados como cobertura de los asesinos, aunque realmente no intervinieron, pero los utilizaron para que nada estuviera fuera de control», añadía Cagigal.

Todo salió bien. La fecha no había sido escogida al azar, el pueblo no estaba en la ciudad para oponerse a los senadores y estos no perdonaron al César las maniobras para quitarles algunos de los privilegios e instaurarse como dictador.
El dirigente sobrevaloró lo que había dado, aunque esto no fue suficiente para sus enemigos. Y estos acabaron topándose con un Octavio implacable que «aprendió que para ser emperador tenía que despejar el camino al Senado y que este no tuviera poder». Así que los fue asesinado uno a uno.

Amena y muy didáctica, la conferencia de Ricardo Cagigal fue seguida con gran interés por un público que respondía con sed de nueva información, durante un turno de preguntas muy participativo en el que se hacían algunos paralelismos con la actualidad. «No sé, Julio César es un personaje que siempre me ha despertado mucho interés. Supongo que es por el áurea de misterio con el que se ha explicado su muerte», afirmaba Mireia después del espectáculo.  

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