Los institutos, aún sin el dinero que pagaron por los destrozos del 1-O

El Comte de Rius, en Sant Pere i Sant Pau, invirtió 10.000 euros en reponer ordenadores y arreglar desperfectos

29 septiembre 2018 16:51 | Actualizado a 01 octubre 2018 07:23
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Unas pisadas de color amarillo y blanco en la entrada recuerdan, un año después, el día infausto. Junto a ellas, las letras: ‘1-O. No oblidem’, como rememorando la herida, aún abierta. Es el único rastro de aquel día con un balance doloroso: ocho puertas reventadas, tres armarios forzados y unos diez ordenadores requisados por la policía en la biblioteca del Institut Comte de Rius, el más afectado de la provincia. 

Los agentes dejaron un reguero de destrozos en su búsqueda de las urnas. Hoy el centro de Sant Pere i Sant Pau, ubicado junto al Campus Sescelades de la URV, vive entre la normalidad restablecida y el recuerdo. «Independientemente de cómo pensaras, fue una jornada desagradable, de mucha sorpresa por ver que los agentes hacían eso con personas no agresivas», explica el director, Narcís Almena, que se abona a una palabra clave, convivencia. «Todo se fue restableciendo en los días siguientes hasta normalizarse del todo», añade Almena. 

«El impacto fue grande. Hemos mantenido siempre la pluralidad pero es innegable que los días posteriores hubo un sentimiento mayoritario de indignación entre los alumnos», cuenta Josep Maria Solé, el jefe de estudios. «No sé si los ordenadores se podrán recuperar. No sé por qué se los llevaron, si no tenían nada que ver con la votación, si la gente que estuvo aquí se trajo el material de fuera», apunta Solé. 

De alguna manera, lo sucedido se coló en los temarios. La clase de biología se convirtió en un espacio de debate, sin posicionamientos definidos, eso sí, con la cautela de no herir ninguna sensibilidad. A la entrada, lucía una inmensa pancarta: ‘Dia 2 d’octubre, dia de la no violència’. En el interior de las instalaciones, bajo el lema ‘Rebutja la violència’ y la invitación ‘Digues la teva’, los alumnos escribían mensajes del tipo ‘Opinion is with papers, not with weapons’ (la opinión es con papeles, no con armas) o ‘La violència no és la resposta’. Se leían en catalán, castellano, inglés o alemán. 

El ritmo académico fue al ralentí y en ese ambiente enrarecido se habló de cómo las emociones pueden llevar a la violencia, respetando siempre todas las responsabilidades. «Es evidente que entre los profesores se habló del tema y con algunos grupos de alumnos también se mencionó lo que había pasado en las tutoías. Los profesores expresaron su malestar en los días siguientes», añade Almena. La herida no es sólo sentimental, sino también económica. El centro ha tenido que avanzar los aproximadamente 10.000 euros que costaron las reparaciones y la reposición de los ordenadores. «El Departament d’Ensenyament nos dio un porcentaje pero el resto lo hemos tenido que avanzar, no sabemos si habrá un reintegro total», añade Almena. «Por suerte, teníamos solvencia para poder pagar pero hay otros centros que van más apurados y lo han tenido difícil», aclara Josep Maria Solé.

Algunos directores de otros centros catalanes dicen que los seguros están mirando como hacer frente pero de momento no tienen respuesta y ven muy complicado que al final puedan acabar recuperando el dinero.

Después están los inconvenientes causados. Los estudiantes no pudieron disfrutar de los ordenadores hasta un mes después, cuando fueron repuestos. «Fue un shock ver que el lugar en el que estudias y en el que prácticamente vives estaba destrozado», recuerda una alumna. Aquel día, el devenir de las clases se fue recuperando poco a poco, entre parones de protesta y murales improvisados en el patio contra la violencia.

En el Camp de Tarragona, los daños en centros educativos provocadas por las actuaciones policiales alcanzaron los 35.000 euros. Algunos centros solicitaron apoyo psicológico para recuperar la normalidad en las aulas. Ensenyament incluso puso a disposición de los centros servicios psicológicos de asesoramiento para intentar dejar atrás el día más amargo de los últimos tiempos en una comunidad educativa golpeada de pleno por el 1-O y convertida en insospechado escenario de violencia. 

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