Los institutos quieren hacer de la Laboral el centro de referencia de la FP de Catalunya

Se hace necesario un plan para la recuperación de un Complex Educatiu que, cuando se celebran los 65 años del inicio de su construcción, se está deteriorando por su abandono

09 junio 2018 19:22 | Actualizado a 15 junio 2018 11:00
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En el Complex Educatiu los estudiantes hacen cola en la secretaria del Institut Pere Martell. Piden información y están haciendo los trámites para la matrícula del próximo curso. El ritmo es trepidante. Sin embargo, el bullicio que vivió el recinto en los años sesenta hace años que se ha marchitado.

El pasado mes de enero se cumplieron 65 años desde que se daba luz verde a la construcción de la antigua Universidad Laboral. 74.100 metros cuadrados en los que jóvenes de toda Catalunya contaban con unas instalaciones de vanguardia en las que, además de los talleres y las aulas, había residencias, un comedor, un teatro, todo tipo de equipamientos deportivos e incluso la playa.

Ahora, una parte de los edificios está desocupada, y las funcionalidades se ven limitadas por el estado de conservación de unas instalaciones con un mantenimiento muy superficial durante estos más de 62 años, desde su inauguración.

El Complex Educatiu es, a día de hoy, los institutos Pere Martell y Cal·lípolis, que entre los dos suman unos 2.500 alumnos matriculados de formación profesional al año. Además está la Escola Solc, los Serveis Educatius del Tarragonès, el Camp d’Aprenentatge y las residencias de estudiantes –con capacidad para cientos de alumnos– que ahora tienen una ocupación de unos sesenta jóvenes.

«La razón de ser son los dos centros que somos referencia en Catalunya, cada uno en sus campos de especialización», describe el director del Institut Pere Martell, Ángel L. Miguel. Entre los dos centros ofrecen 13 de las 26 familias de formación profesional que hay en Catalunya, lo que representa más de cuarenta ciclos formativos. 

Los directores de los dos centros lo tienen muy claro: «La administración está perdiendo la oportunidad de tener un espacio de referencia de FP en Catalunya».

«La razón de ser son los dos centros que somos referencia en Catalunya, cada uno en sus campos de especialización»,

La indeterminación sobre lo que acabaría pasando con este recinto, si en algún momento decidía abordarse su traslado, fue posponiendo unas inversiones que cada vez se hacen más necesarias. «Tenemos un espacio y unas instalaciones privilegiadas, pero están en un estado de conservación que necesitan una puesta al día», explica Teresa Ordobas, gerente del Complex Educatiu. 

«Nos quedamos»
La directora del Institut Cal·lípolis, Boni Garcia, considera que «el argumento de que la ubicación era provisional ya está obsoleto. Nos quedamos aquí y esto supone que la Generalitat, como propietaria de los edificios, debe abocar dinero, porque los recursos que llegan desde Ensenyament son totalmente insuficientes». 

Este invierno aparecieron en los medios de comunicación los alumnos del Pere Martell que protestaban con mantas para denunciar que sufrían frío en las aulas. Según los directores, «éste ha sido un tema mediático, pero tan solo representa la punta del iceberg de la situación real en los centros». 

«La administración está perdiendo la oportunidad de tener un espacio de referencia de FP en Catalunya»

El sistema de calefacción funciona de forma centralizada para todo el complejo lo que, en los meses de invierno, hace que alumnos y profesores tengan que ponerse la chaqueta. Las condiciones de los talleres tampoco son óptimas. Hay goteras y las instalaciones eléctricas son de los años sesenta. También los talleres en los que los estudiantes hacen las prácticas de soldadura. «En cualquier instituto se hacen reformas integrales o edificios nuevos, aquí no. Durante todos estos años hemos ido avanzando a base de parches, pero llega un momento en el que es como si estuviéramos tirando el dinero porque no hay un plan de actuación», argumenta Ángel L. Miguel. Son muy conscientes de la situación cada año a final de curso. Cuando se hacen las valoraciones, las instalaciones son lo que cada año sacan la peor nota.

Sin una planificación de futuro
El recinto cuenta también con un teatro con capacidad para mil personas, una piscina, campos de fútbol, de rugby, pistas de baloncesto y un par de pistas polideportivas cubiertas. Los alumnos de la rama deportiva del Cal·lípolis son los que utilizan principalmente estas instalaciones. Tras las horas de clase la mayoría de éstas permanecen cerradas. Así ha pasado  a lo largo de los 27 años en los que este centro ha estado en el recinto bajo este nombre. 

Las aulas que ocupa este instituto son una antigua residencia en la que empezaron sus clases los estudiantes del Institut Rovira i Virgili. Más tarde éste se fusionó con el Cal·lípolis y a medida que ha ido creciendo, los espacios adyacentes también se han transformado para dar cabida a la llegada de nuevos alumnos. Para Boni Garcia esto demuestra «una falta la visión. No sabemos hacia dónde vamos».

Los directores de los institutos consideran que se perdió una oportunidad con los Juegos Mediterráneos, que habrían permitido modernizar las instalaciones deportivas y la zona de residencias de un complejo que aspira a convertirse en un equipamiento de territorio.

Las aulas que ocupa este instituto son una antigua residencia en la que empezaron sus clases los estudiantes del Institut Rovira i Virgili

Teresa Ordobas ha sido en los dos últimos años la gerente del complejo. La actualización de las instalaciones asegura que es, junto a los institutos, una de sus principales preocupaciones. Este año es el primero en el que se ha aplicado un plan de inversiones a cuatro años vista, en el que  se prevén mejoras por valor de 1,3 millones. La gerente explica que una de las principales intervenciones será la sustitución de un tejado de 16.000 metros cuadrados de fibrocemento, presupuestada en 626.000 euros, y que financiará Infraestructures.cat.

A partir de esta primera intervención, la gerente considera que debe abordarse un plan de confort térmico que contemple la sustitución de las calderas de la calefacción y de los cierres de las aulas. «Sería necesario inyectar 1,5 millones de euros anuales durante cuatro años para tenerlo todo en solfa, pero de momento lo que tenemos es este año y después ya se verá. Es un brindis al sol», asegura Ordobas.

Para la gerente, uno de los principales inconvenientes ha sido que el propio Departament d’Ensenyament «desconoce lo que hay aquí». Ahora, que su titular es del territorio, se espera que Josep Bargalló se comprometa para acometer las inversiones necesarias. El Diari intentó esta semana conocer los planes de la Generalitat, sin conseguirlo.
Educación y deporte

Aunque el titular es la administración catalana, Ángel L. Miguel y Boni Garcia consideran que la ciudad también tendrá que pronunciarse sobre qué quiere que sea la antigua Laboral. Los dos institutos piensan en el potencial. «Ojalá con la futura ley de FP de Catalunya o con formación de personas desocupadas, por ejemplo, puedan abrirse nuevas oportunidades. Y después, cuando acaben las clases, los clubs de la ciudad podrían utilizar las instalaciones deportivas para entrenar», argumenta Garcia.

También el responsable del Pere Martell defiende que pueden impulsarse iniciativas para que el conjunto del territorio se beneficie de las instalaciones. «El complejo es el gran desconocido y olvidado, pero si pudiéramos prestar unos servicios en unas mínimas condiciones, podríamos explorar muchísimas posibilidades», argumenta.

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