Los médicos residentes denuncian que son 'mano de obra barata'

Se quejan de que les usan para suplir las deficiencias del sistema y de que sus tutores no tienen tiempo para enseñarles

19 mayo 2017 20:20 | Actualizado a 21 mayo 2017 21:28
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«Nos sentimos mano de obra barata. Nos usan para suplir las deficiencias del sistema sanitario. Cada vez hay más trabajo y menos docencia. Se les olvida con demasiada frecuencia que somos personal en formación». Quien así habla es Aldo Muñiz, secretario de la ‘Agrupación de facultativos en formación’ (un colectivo que se acaba de constituir al amparo del sindicato Metges de Catalunya) y médico residente en el CAP Torreforta La Granja.

La intención del grupo, que se formó el mes pasado, es organizarse para luchar por sus derechos laborales y formativos. En Catalunya sólo los MIR que dependen del Institut Catalá de la Salut son más de dos mil, aunque también hay residentes en el resto de proveedores sanitarios.

Uno de los principales problemas con los que se encuentran, en particular en atención primaria, es que les utilizan para cubrir las ausencia de otros médicos. En principio, explica, sólo deberían hacerlo pasado un tiempo de formación y cuando se trata de sus tutores, pero en la práctica se les usa para cubrir bajas de otros miembros de la plantilla. «Casi les tienes pasando consulta con el libro al lado... Se ha dado la circunstancia de que, durante una guardia, sólo ha quedado en un CAP una médico residente porque el otro médico ha tenido que ir a un domicilio», relata.

Es una situación de indefensión en la que no las tienen todas consigo si algo sale mal. «La empresa no nos cubre, te las apañas con tu mutua», apunta. Aclara que ellos mismos deben pagar su póliza de responsabilidad profesional.

Sin tiempo para la docencia

En los hospitales, explica, hay muchas diferencias según el servicio en el que se encuentren y se depende demasiado de la voluntad del jefe de servicio. A algunos MIR también les toca estar solos aunque el tutor esté localizable por teléfono.

Es una situación, explica, que redunda en una peor atención al paciente. La falta de experiencia, reconoce, les puede hacer encargar más pruebas diagnósticas de las necesarias con el consecuente aumento de l gasto sanitario, o retrasar la toma de decisiones.

Pero tal vez de las cosas que más les preocupa es la falta de tiempo para la actividad docente. Cada servicio tiene su manera de organizarse y mientras algunos tienen muy pautado el tiempo que le dedican a las sesiones con los residentes, en otros ese momento apenas existe.

Muñiz reconoce que los propios tutores están saturados de trabajo. De hecho, muchos ni siquiera perciben el bono correspondiente por esa labor docente y sin embargo están muy comprometidos con la formación.

Desde el punto de vista laboral las normas por las que se rigen están plagadas de lagunas. Explica, por ejemplo, que muchas veces las guardias de la tarde comienzan a las tres, pero no les pagan sino a partir de las cinco, alegando que las dos horas anteriores son de formación, aunque no se cumplan. Es habitual el incumplimiento del cómputo anual de las horas de guardia, así como de la libranza postguardia.

Con todo, Muñiz considera que los residentes son bastante autodidactas y resolutivos y la población se toma bastante bien, en general, ser atendida por médicos en formación. Eso sí, nada de eso les salva de un altísimo coste en estrés y ansiedad.

Tanto Muñiz como la presidenta de la agrupación, Ana Ramírez, son conscientes de que el reto ahora es organizarse; algo difícil en un colectivo con miedo a protestar porque se juegan su futuro. La idea es conformar los comités de empresa y, sobre todo, la firma de un «Acuerdo MIR» donde queden claras sus condiciones laborales y docentes. Se plantean, además, ampliar la agrupación a otros profesionales residentes como enfermeros y farmacéuticos.

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