Los pasillos ocultos del Amfiteatre de Tarraco

Patrimonio. Tras la recuperación del acceso a la arena, uno de los objetivos es ampliar la visita a algunos de los espacios del recinto que ahora mismo no son visitables

19 agosto 2021 22:10 | Actualizado a 20 agosto 2021 05:40
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Decenas de personas han visitado en las últimas 48 horas el Amfiteatre de Tarragona. La reapertura del acceso a la arena ha despertado un gran interés, sobre todo teniendo en cuenta que hace prácticamente dos años que no era posible, después de que el Ayuntamiento decidió cerrarlo por problemas de seguridad. Las actuaciones que se han llevado a cabo en los últimos meses han permitido recuperar parcialmente una cierta normalidad. Asimismo, se ha abierto el debate sobre cuál debe ser el futuro de este monumento, teniendo en cuenta que es el principal icono de la Tarraco Patrimonio de la Humanidad.

Una de las decisiones más inmediatas que deberá tomarse es qué hacer con la grieta de la summa cávea, que por el momento obliga a mantener el andamio con un coste de unos 30.000 euros anuales por parte del Ayuntamiento y que impide el acceso de cara al público a la zona de las gradas. Las opciones son dos: prescindir de la estructura reconstruida en los sesenta o coser la grieta. Unas alternativas que ahora deberán estudiar los técnicos, que este otoño deberán pronunciarse al respecto.

Más allá, el Àrea de Patrimoni ha puesto encima de la mesa la voluntad de hacer accesibles algunos de los espacios que ahora mismo están cerrados al público y que, por tanto, desconocen buena parte de los tarraconenses y especialistas. Se trata de los pasillos y cámaras que quedan en la zona más próxima a la línea de mar y que permiten conocer cómo era la grada a tres niveles construida con bóvedas. Sin lugar a dudas, lo más impresionante es la bóveda inferior. Se trata de un túnel que comunicaba las galerías subterráneas con la playa del Miracle en la que desembarcaban los animales salvajes, llegados en barco hasta la costa, que podían acceder directamente a través de los ascensores de maniobra y las jaulas situadas en los extremos del eje mayor del edificio.

Esta cavidad servía de sistema de seguridad, ya que garantizaba que el público y las fieras siguieran siempre recorridos diferentes, sin mantener ningún contacto. Asimismo, tenía una segunda función ya que aseguraba el drenaje y la evacuación de las aguas pluviales del recinto hacia la misma playa. Este eje de comunicación con el Miracle se cerró en el año 1862, cuando se construyó la vía del tren. Pese a ello, aún puede verse los primeros metros de la entrada, en la que se encuentran depositados algunos materiales del mismo Amfiteatre.

El nivel intermedio es el que utilizaba la gente para acceder a sus puestos. Cuando uno está en este espacio tiene la sensación de estar en un gran estadio de fútbol, en el que se encuentra la puerta de acceso con las diferentes escaleras. Una parte de esta estructura de bóvedas fue rehabilitada. Aquí también pueden verse algunas de las piedras que se han recuperado, que formaban parte de la propia estructura del monumento y posteriormente se reciclaron como materiales decorativos para la iglesia románica de Santa Maria del Miracle. Principalmente forman parte de la portalada y están clasificados según su material, según si son de caliza o de mármol. En algunas de estas piedras pueden verse inscripciones e incluso algunos trozos de capitel. Pese a ello, ahora mismo están abandonadas, sin que se les preste ninguna atención.

Por el interior de estos pasillos pasearon algunas de las principales autoridades que asistieron a los espectáculos que se hicieron en el Amfiteatre de Tarraco, ya que la parte superior, la que ocupa el tercer nivel, es en la que había la tribuna presidencial.

Salida para los cadáveres

Poner en valor estos espacios forma parte de la hoja de ruta que el concejal de Patrimoni, Hermán Pinedo, tiene para este monumento. «Hace falta un plan director del Amfiteatre y generar una actuación muy seria para recuperarlo», decía. Este debe incluir un proyecto de musealización para explicar mejor el recinto y que el público visitante pueda comprender no tan solo el pasado romano y las luchas gladiadores que tuvieron lugar en su interior, sino que este es un claro ejemplo de monumento vivo, que posteriormente fue un punto de veneración y peregrinaje del cristianismo, con una basílica visigoda del siglo IV y más tarde una iglesia románica.

Otra de las asignaturas pendientes es recuperar la elipse original, que tan solo teniendo en cuenta el espacio de la arena medía 61,50 por 38,50 metros. «Esto implica hacer una actuación arqueológica muy seria debajo de la plaza Cardenal Arce Ochotorena», decía Pinedo. Un espacio en el que se encuentran los restos de la puerta Libitinensis, a semejanza de la Triumphalis –que está ubicada en el otro extremo, junto al vial de Bryant– y que en este caso se utilizaba para sacar los cadáveres después de los combates y llevarlos al cementerio.

El futuro del Amfiteatre ha centrado las reuniones de la Taula de Patrimoni, desde que esta se constituyó hace poco más de un año. Pinedo afirmaba que ha llegado el momento de que «no pongamos tiritas» sino que «vamos a pensar a largo plazo». Y es que, según manifestó, «aún queda mucho por hacer, y no estoy hablando de esta legislatura, sino de décadas, pero hay que empezar a planificar para tener un Amfiteatre en condiciones óptimas para que sea una referencia a nivel del Mediterráneo».

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