Los vecinos piden ‘protección’ ante una conflictiva familia de Campclar

Los afectados de la calle Riu Llobregat aseguran no poder salir a la calle por miedo a los actos vandálicos 

23 julio 2017 17:44 | Actualizado a 27 julio 2017 10:11
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Los vecinos de la calle Riu Llobregat de Campclar ya no pueden más. Están cansados, hartos y enfadados. Así lo dicen y también así se nota. Y es que hace tres años que son víctimas de los actos vandálicos y comportamientos incívicos por parte de familias que ocupan pisos en la zona. El problema es que también ocupan la calle. «Parece que el barrio es suyo», dice un vecino que, como el resto de afectados, no quiere hacer público su nombre por miedo. Muchos aseguran que viven totalmente atemorizados por este grupo de personas y que, en más de una ocasión, han tenido altercados violentos importantes con ellos.  
La mayoría de vecinos llevan muchos años viviendo en los bloques azules de la calle Riu Llobregat y, aunque siempre ha sido una zona un poco conflictiva, nunca antes se habían encontrado con una situación como la actual. Los incívicos rompen los cristales de puertas y ventanas, y también las cañerías, venden y consumen droga al aire y libre y delante de todos los vecinos. «Cuando sales a la calle, huele a marihuana», asegura una vecina. También llevan a cabo compraventa ilegal de coches. Lo más curioso de todo, según explican los vecinos, es que, «casi cada día, la familia conflictiva se monta el comedor y la cocina en medio de la calle. Ponen los sofás, las mesas y entonces llega cuando encienden la barbacoa», explican los vecinos, que aseguran que la ropa tendida se llena de humo.

Los vecinos de la calle Riu Llobregat aseguran que nadie se acerca a la zona, porque tienen miedo. «Los carteros, los mensajeros de Seur y los que traen la pizza a domicilio nunca vienen aquí. Cuando les llamamos nos dicen que están hartos de esta zona, porque cada vez que asisten, les roban o les pegan», explican. Los incívicos también se han encargado de romper la mayoría de bancos de la zona y encienden hogueras día sí y día también. 


Por otro lado, los principales afectados han informado ya a la policía que, muy cerca de la zona, hay una panadería que funciona como bar. «Se llena de personas que siempre están buscando el conflicto y no puedes pasar por allí porque te increpan. Además, ocupan toda la calle y es muy molesto», aseguran.

Salir de casa con miedo
Los principales afectados no quieren dar su nombre. Dicen que conviven con ellos. «No tenemos ganas de encontrarnos con el coche roto», explican. Los niños no pueden ir solos al colegio y, «delante de esta situación, la policía no hace nada. Ya les hemos llamado un millón de veces. Ellos son los primeros que tienen miedo. Nos consta de buena tinta esta información», asegura una vecina. 
Por su parte, fuentes de la policía aseguran que la Guàrdia Urbana y los Mossos d’Esquadra trabajan conjunta y coordinadamente por la seguridad del barrio de Campclar y aseguran que son conocedores de la problemática concreta. Además, la Guàrdia Urbana asegura que mantiene el contacto directo con las entidades vecinales que transmiten las quejas a los agentes. La semana pasada, la Guàrdia Urbana realizó dos actuaciones, una de ellas conjuntamente con Mossos d’Esquadra. Pero esta no es la percepción de los vecinos, que se sienten «totalmente desprotegidos por el Ayuntamiento».

‘¿Y Ballesteros, qué?’
«Al alcalde le importa un comino el barrio, solamente le importan los Juegos Mediterráneos, pero como los atletas y turistas pasen por esta zona la tenemos liada seguro», asegura una vecina desesperada que pide a gritos «que  me protejan, por favor». Según los vecinos, esta familia se está adueñando del barrio y «no queremos vender nuestras casas que tanto esfuerzo nos ha costado tener. Es injusto», explican, «porque nosotros pagamos los impuestos como cualquier ciudadano de Tarragona». «Hemos llamado a la Guàrdia Urbana muchas madrugadas, cuando a las siete empieza la discoteca al aire libre. Antes venía la policía secreta, pero ahora ya no. Hasta que algún día pase algo y luego veremos de quién es la responsabilidad». El tono de los vecinos muestra desesperación. 

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