Luis Fernando : «Animo a jóvenes y abuelos a equilibrar la parranda»

Una vida ligada al pueblo. El profesor Fernando Valero fue concejal de La Canonja durante nueve años y será quien pronuncie el pregón de la Fiesta Mayor mañana viernes en el Castell de Masricart

13 agosto 2020 09:20 | Actualizado a 13 agosto 2020 09:30
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El profesor Luis Fernando Valero Iglesias, nacido en Plasencia el 1939, será el pregonero de la Fiesta Mayor de La Canonja.

A sus 25 años pisó por primera vez el pueblo de la mano de su mujer Rosa Gils con quien ha sido padre de tres hijos y abuelo de cinco nietos.

Pasó quince años en América donde fue profesor de hasta diez universidades latinoamericanas y donde ha colaborado con el progreso educativo de países como El Salvador.

También ha sido profesor en la Universitat de Barcelona y en la URV hasta su jubilación. Fue concejal socialista de La Canonja durante nueve años, cuando esta aún era Entidad Municipal Descentralizada y siempre ha estado muy ligado al progreso del municipio.

¿Cuál fue su primer contacto con La Canonja?

En 1964, cuando me casé con mi mujer, Rosa Gils Torrents. de familia canonjina. Un año después nos fuimos a América y trabajamos en diferentes países hasta 1980 cuando volvimos aquí.

¿Cuál fue vuestro primer destino?

El primer destino en América fue Colombia. Fui profesor de la Universidad Javeriana de Bogotá durante un año pero fue un desmadre porque nos robaron en casa dos veces y nos asaltaron. Lo más importante en este país fue el nacimiento de mi primer hijo, Fernando. Ahí también conocí a unos alumnos de El Salvador que querían montar una universidad y nos fuimos para el país centroamericano.

¿Tocó mejor suerte?

Durante muchos años nos fue muy bien. Me nacionalicé salvadoreño para poder participar en el proyecto de reforma educativa del país. Con mi mujer, montamos un centro educativo para niños discapacitados, trabajé en la universidad y fundé el Centro de Proyección Social y Director de la Escuela de Formación de cuadros cooperativistas de la UCA y el arzobispado de El Salvador. Ahí nacieron mis dos hijas.

¿Por qué volvieron?

Los paramilitares, la derecha y fuerzas políticas de ese país intentaron matarme hasta en tres ocasiones, con bomba en casa incluida. La comunidad universitaria estábamos amenazados por querer llevar la educación al pueblo salvadoreño. Ante esta situación decidimos volver.

A los tres años de volver, en 1983, fue elegido concejal del Ayuntamiento de La Canonja, cuando esta era Entidad Municipal Descentralizada, hasta 1992. ¿Cómo recuerda esa época?

Muy interesante y muy próspera. Montamos los servicios sociales, una escuela para adultos, una biblioteca pública y una radio pública entre otras cosas.

Siguió con su labor docente...

Sí. Fui profesor de la UB y la URV. También he impartido clases en México, Guatemala, Nicaragua, Brasil, Ecuador, Perú, Venezuela y Argentina. Actualmente estoy jubilado, pero aun doy clases telemáticas, sin cobrar, en la Universidad Javeriana de Bogotá.

¿Le gustan esas clases?

No estoy de acuerdo en absoluto. Si hacemos todas las clases online nos cargamos todo un esquema de sentimientos y valores que es primordial para una buena educación. El afecto, la mirada o el lenguaje corporal es vital para educar.

Con los ordenadores, móviles y tabletas, los alumnos tienen acceso a la información ilimitada, pero no significa que estén informados. Me recuerda al mito de la caverna de Platón. En general, el sistema educativo parece estar destinado a que la gente no piense.

¿Anima a la gente a celebrar la Fiesta Mayor?

La gente tiene que gozar de las fiestas con la prudencia de que los jóvenes se vayan de parranda sabiendo que tienen los abuelos en casa y los abuelos que entiendan que los jóvenes tienen mucha más energía y necesitan un poco de parranda. Así pues, equilibremos la parranda. (Ríe)

¿Se esperaba que le propusieran ser el pregonero?

La verdad es que después de tantos años, no. Me siento muy querido en La Canonja, pero también es verdad que soy una persona muy criticada por los sectores independentistas.

¿Cuál es el lugar que más le gusta?

Sin duda alguna, la biblioteca pública.

¿Cuáles son los cambios más significativos que ha visto des de que pisara La Canonja por primera vez en 1964?

Veo que se ha humanizado y urbanizado. También destaco la creación y el desarrollo de las estructuras sociales que hacen que el pueblo funcione mucho mejor. Tengo que reconocer que yo no creía que la independencia de La Canonja fuera beneficiosa. Y, visto lo visto, estaba equivocado.

¿Ya sabe qué dirá en el pregón?

Lo tenía más o menos escrito pero me he visto obligado a cambiarlo ante las impresiones y presiones de mis hijos.

¿Qué mensaje quiere transmitir a los jóvenes y a las futuras generaciones de La Canonja?

Que se impliquen en los proyectos sociales que hay y que pueden surgir en el pueblo como, por ejemplo, la radio pública municipal.

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