Encontramos a Manuel López Pasca (exconcejal del Ayuntamiento de Tarragona) y a su primo Maximiliano López en la Casa de Andalucía, en el barrio de La Granja. Los dos son de Villacarrillo (Jaén), el pueblo que más andaluces ha aportado a Tarragona, unos 920. Uno de los primeros en venir fue un tío de ambos, que luego fue trayendo a toda la familia en tiempos en que a la falta de empleo en los pueblos se sumaba la epidemia de triquinosis que acabó con los cerdos, que eran el sustentos de tantas economías locales.
Manuel llegó con 9 años a casa de una tía donde vivían 15 personas. «Un piso patera, vamos... Entonces el auténtico problema en Tarragona era la falta de vivienda», recuerda. Fue el momento, por ejemplo, en que surgió el barrio de Bonavista, donde los inmigrantes iban construyendo sus casas con sus propias manos los fines de semana.
Manuel se casó con una catalana, «esto es un crisol de culturas», dice. Y Maximiliano se lamenta de que con el proceso independentista se han llegado a sentir más incómodos que cuando llegaron en los 60.