Más ventas y menos vida

Un año después de la reapertura del Mercat, los paradistas celebran el aumento de clientes y lamentan trabajar tantas horas

16 marzo 2018 09:00 | Actualizado a 16 marzo 2018 09:07
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Más ventas y menos vida familiar. Esta podría ser la valoración, por parte de los paradistas, de los primeros 365 días del nuevo Mercat Central, que abrió hoy hace un año.

El Diari reunió hace dos días a seis de los 47 paradistas, que representan todas las tipologías de negocios, desde la restauración hasta las pescaderías, pasando por los frutos secos.

Están contentos porque las ventas han aumentado desde que entraron al nuevo edificio. Según la concejal de Comerç y presidenta de Espimsa, Elvira Ferrando, concretamente un 25% respecto a las ventas de la carpa. Pero no todo es alegría. Una gran mayoría de los paradistas aseguran, resignados, que desde hace un año su vida ha cambiado, para mal. 

Este es el caso de Ignasi Solribes, que regenta una pollería en el Mercat Central. «Tengo que estar aquí muchas horas. Mi vida familiar y social se ha ido al garete. Si continúo trabajando 18 horas durante seis días, me voy a morir», explica Ignasi, quien se muestra muy crítico con los horarios que marca el reglamento del mercado.

«Durante el mediodía aquí no entra nadie. Son horas muertas y podríamos ir a comer a casa», asegura Ignasi

No piensa igual Maria Virgili, propietaria de la Carnisseria Virgili y presidenta de la Associació de Venedors del Mercat Central.

«Evidentemente, la vida nos ha cambiado, pero tenemos que pensar en el cliente. Era necesario ampliar los horarios», dice Virgili. En el interior del Mercat Central hay buen rollo, que solo se ve truncado cuando sale el tema de los horarios. 

Las principales críticas llegan desde las pescaderías, que desde hace unos meses no abren los sábados por la tarde. De hecho, el Ayuntamiento ha empezado a tramitar entre 10 y 12 expedientes para sancionar a estas paradas. Las multas oscilan entre los 750 y los 1.500 euros. No es ninguna broma. Aun así, las pescaderías continúan cerrando.

«No creo que nos sancionen, sería muy injusto. Los sábados por la tarde no tengo género y si lo tuviera tampoco abriría, quiero tener vida», explica Maria del Carme Budesca, que regenta la pescadería Carmeta. 

Cristóbal Roldán y su mujer venden frutos secos en la parada número 18. Definen este año como «un cambio radical y un horario muy intenso». Maria Teresa Guiu, que regenta junto a su hijo la verdulería Filla de la Patró, piensa diferente y entiende que el horario debe ser este.

«Me ha cambiado la vida, pero me gusta», explica Maria Teresa. 

Josep Creus es uno de los encargados de servir cafés y hacer bocadillos. Es el propietario del Xiringuito del Mercat. «Tener que estar todo el día aquí es muy duro», dice.

También explica que es complicado poner más trabajadores. Primero porque las paradas no dan para más y, después, porque «los clientes quieren que los propietarios estén presentes durante su estancia. El trato personal es importante, si no, sería un súper». 

Unos y otros destacan que las ventas han mejorado notablemente. Que entra más gente y, sobre todo, más gente joven. Maria Virgili explica que estos clientes acuden al mercado durante las horas del mediodía. Pero Ignasi, de la pollería, asegura que de dos a cinco de la tarde «no entra nadie».

Todos coinciden en que el viernes y el sábado –de once y media a una del mediodía–, es cuando más clientes entran en el mercado. También destacan la figura del Mercadona. «Hacemos un buen tándem.

Ellos nos benefician y nosotros también a ellos», explica Josep Creus, del Xiringuito del Mercat, quien añade que «ahora solamente falta que llegue el mercadillo. Nos ayudaremos mucho entre nosotros». 

Los seis representan el mercado y los seis están llenos de ilusión y de esperanza. Su deseo es tener salud para poder seguir vendiendo y que el Mercat Central dure, como mínimo, cien años más. Ninguno de ellos se arrepiente de haber entrado en el nuevo edificio, un síntoma del éxito de estos primeros 365 días de Mercat.

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