¿Mediterráneo o Madridterráneo?

Una cosa ha quedado clara: el Corredor del Mediterrani no necesariamente implica que pase por el litoral o que tenga que romperse la España radial, en el que tantos esfuerzos y dinero han invertido tanto PSOE como PP

19 mayo 2017 15:51 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:20
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El Gobierno Central tiene un problema de credibilidad cuando asegura que el Corredor del Mediterrani es prioritario. Pocas posibilidades tiene el presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, para volver a persuadir a Catalunya y quitarle de la cabeza las ideas secesionistas desempolvando un proyecto que no ha llegado ni a plato de segunda.

Las palabras se las lleva el viento hasta que los presupuestos no digan lo contrario. Y, en este caso, ya hemos visto que una consignación presupuestaria no es garantía de nada. ¿A qué se refiere el Gobierno cuando habla del Corredor del Mediterrani? La concepción de esta infraestructura no se entiende del mismo modo a lo largo de toda la geografía. Ayer, el Ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, tuiteaba: «El #corredormediterraneo avanza. Castellón estará a 2h 25 min de Madrid gracias a este nuevo tramo que he visitado hoy». Si una cosa ha quedado clara es que no necesariamente implica que pase por el litoral o que tenga que romperse la España radial, en el que tantos esfuerzos y dinero han invertido tanto PSOE como PP.

El Gobierno ha sumado importantes aliados. Por un lado, el poderoso ‘lobby’ que representa el puerto de Algeciras, que defiende la conexión central Madrid- Zaragoza- Tarragona para no quedarse descolgado de esta puerta europea. Tampoco Zaragoza quiere quedarse fuera. Y, una vez descartado el túnel transpirenaico, esta región, que se ha consolidado como territorio logístico de primer orden, presiona para defender la conexión interior sumando a una aliada de primer orden. Se trata de la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, que firmó un protocolo con su homólogo en Aragón, Javier Lambán, para impulsar el desarrollo logístico.

El acuerdo Díaz-Lambán no ha caído nada bien al presidente de la Comunitat Valenciana, Ximo Puig, y aliado de Susana Díaz en su carrera para ser la nueva lideresa de Ferraz. Puig, que desde que ocupó al cargo en junio de 2015 había hecho bandera con este proyecto, ha intentado mirar hacia otro lado. Una decisión que puede mermar la credibilidad de un dirigente que ha aportado aire fresco a las instituciones valencianas hasta el punto de que ha situado al empresariado de esta comunidad autónoma al frente de la reivindicación. Si hace diez años, cuando José María Aznar acababa de abandonar el Gobierno y Francisco Camps gobernaba la Generalitat valenciana, alguien hubiera insinuado que un grupo con más de 300 empresarios protagonizaría un road trip por las principales ciudades de Catalunya, Valencia, Murcia y Andalucía para reivindicar esta infraestructura nadie se lo hubiera creído. Y que hombres de peso como Vicente Boluda, presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), y Juan Roig, presidente de Mercadona, encabecen este movimiento rompe los esquemas de una comunidad que se sitúa como la gran perdedora.

El tramo Vandellòs-Tarragona es la prueba de este desinterés en conectar la segunda y tercera ciudades del Estado. El Ministerio de Fomento ha demorado un año más su puesta en funcionamiento, de momento tan solo en ancho ibérico. Más allá de la utilización política, para el Govern tampoco es cuestión de vida o muerte que Tarragona tenga ancho internacional.

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