Montserrat Canela: 'Mi objetivo es que la música de Antoni Milà se toque en la calle'

Entrevista a Montserrat Canela, doctoranda de Musicología en la Universidad de Salamanca

19 mayo 2017 22:27 | Actualizado a 22 mayo 2017 18:04
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- ¿Quién era Antoni Milà?

- Antoni Milà fue el maestro de capilla de la Catedral de Tarragona entre los años 1770 y 1789.

 

- ¿Por qué decidió dedicar su tesis doctoral en Musicología a la obra de Antoni Milà?

- De los cinco maestros de capilla que hubo en el siglo XVIII, Antoni Milà era el único que no había sido objeto de una tesis. La música del s. XVIII es la más antigua que existe en la Catedral. Las partituras de épocas anteriores se quemaron en la guerra del Francés. Cuando en el año 2002 gané el premio de final de carrera con la transcripción y el estudio musicológico de un villancico de Milà, me animé a hacer la tesis doctoral sobre él.

 

- ¿Qué es exactamente un maestro de capilla?

- Habitualmente es un sacerdote que enseña música a los monaguillos de la Catedral, y que además los tiene en su casa, les mantiene y les viste, e incluso les enseña normas de urbanidad. Digamos que les educa y la Catedral le paga por ello. También compone para la capilla de música, formada por los monaguillos, los instrumentistas y los sochantres, algo parecido a lo que hoy llamaríamos solistas.

 

- O sea, que la Catedral de Tarragona tenía una capilla de música.

- Y la capilla de música que tenía la Catedral en el s. XVIII no era nada pequeña. Estaba muy bien para la medida de la ciudad. Entre el maestro de capilla, el director de capilla, los cuatro solistas, seis monaguillos y entre 10 y 15 instrumentistas, pues eran más de 25 personas dedicadas a la música en la Catedral.

 

- ¿Todas las catedrales tenían capilla de música? ¿Había competencia entre ellas?

- Sí, en la época, en todas las catedrales acostumbraba a hacer una capilla de música. Había mucha competencia entre ellas. Además, si los maestros de capilla no estaban a gusto en un lugar, opositaban para irse a otro sitio. Había mucho movimiento de instrumentistas y de maestros de capilla.

 

- ¿Quién se hacía monaguillo en Tarragona en el s. XVIII?

- Normalmente eran los padres quienes llevaban a sus hijos a la Catedral, si veían que tenían una voz bonita. Era una manera de asegurar su manutención. Cuando cambiaban la voz, era frecuente que pasaran a tocar algún instrumento. Siempre eran varones, eso sí.

 

- ¿Cuándo actuaban?

- Tanto en los oficios diarios como en las festividades religiosas importantes.

 

- ¿Y dónde están las partituras de Antoni Milà?

- Actualmente, en el Arxiu Històric Arxidiocesà de la Catedral de Tarragona, y están todavía en relativo buen estado. Antiguamente estaban en el Arxiu Capitular, que es donde las vi por primera vez. Quiero dar las gracias a Jordi Vergès, que ya en 2002 era el organista de la Catedral, y me presentó al entonces archivero, mosén Salvador Ramon, que ya falleció. Ahora el archivero es mosén Manel Fuentes, que siempre ha tenido una muy buena predisposición para que yo investigara en el Arxiu Capitular. Incluso ha conocido a mi director de tesis, Antoni Ezquerro, musicólogo e investigador del CSIC en Barcelona. Los investigadores, sin la ayuda de los archiveros, no podríamos llevar a cabo nuestro trabajo. Yo tengo la suerte de tener todo el apoyo del equipo de mosén Fuentes.

 

- ¿Por qué hace la tesis en la Universidad de Salamanca?

- Porque he encontrado a una tutora, Matilde Olarte, profesora de Etnomusicología Española, Música y Cine, con la que empatizo tanto a nivel personal como musical. La Universidad de Salamanca tiene casi 800 años de historia y cuenta con un programa de tutorizaciones de tesis doctorales de mucho prestigio.

 

- ¿Hay mucho que investigar en el Arxiu Capitular?

- Muchísimo. Es un patrimonio cultural muy importante, y el Arzobispado es muy consciente de ello. Dentro de poco va a publicarse el inventario de obras musicales de la Catedral de Tarragona, en cuya elaboración también he participado.

 

- ¿Toda la música de Antoni Milà es música religiosa?

- Sí. Yo estudio en mi tesis doctoral 15 piezas que pertenecen a distintas formas musicales: un himno, una copla, una secuencia, un invitatorio, un regina caeli, un magnificat, una aria, unos goigs, un salmo, una lamentación, un responsorio, un motete, un villancico, una cantata y una misa.

 

- Pues sí que escribió Milà.

- Esto no es nada. Yo llevo transcritas y analizadas once obras, y Milà tiene ¡más de 200! La forma más frecuente en él son los villancicos: compuso 55.

 

- ¿Y qué tal son esos villancicos? ¿Son divertidos?

- Muy divertidos. Los villancicos suelen caricaturizar comportamientos sociales. El que me valió a mí el premio de final de carrera se titula Los llorones. En él los monaguillos se lamentan y lloran por lo mal que les trata el maestro de capilla. Se quejan de que les da poco pan y de que no les cambia los zapatos rotos...

 

- ¿Lo cantaban en la Catedral?

- Los villancicos se podían cantar dentro y fuera de la Catedral. Pero está documentado que por Santa Tecla y por Navidad se cantaban por la calle. En pleno apogeo del Decreto de Nueva Planta, en castellano.

 

- ¿Alguna otra anécdota sobre la capilla de música?

- Entre las actas capitulares se encuentran a veces relatos como de culebrón.

 

- ¿Perdón?

- Por ejemplo, se explica que en abril de 1777 el sochantre Salvat citó a los sochantre Mirosa, Garcia y Vila en el Pla de la Seu para decirles con malas palabras que no cumplían en su puesto de trabajo, y en la discusión casi llegaron a las manos. Los sochantre tenían fuertes disputas sobre quién tenía que llevar la voz cantante. Se vigilaban mutuamente.

 

- Pobre maestro de capilla. Un artista teniendo que lidiar con estos líos, y además cuidar a los monaguillos...

- El maestro de capilla era considerado un funcionario.No era lo que hoy entendemos por un artista. Nuestra concepción actual del artista nace en el Romanticismo. El maestro de capilla en aquella época era más bien lo que hoy llamaríamos, coloquialmente, un machaca.

 

- ¿Y dónde queda el arte, la inspiración, la creatividad?

- Una cosa no quita la otra. Pero donde más podía dejar volar la imaginación y la creatividad Antoni Milà era en los villancicos. Igual que a los escultores en la Edad Media se les permitían ciertas licencias en los capiteles de los claustros, los maestros de capilla podían explayarse en los villancicos.

 

- ¿Nos gustaría hoy Milà?

- Absolutamente. Toda la música de Antoni Milà, pero especialmente los villancicos. El estilo se inscribe en el clasicismo. Me encantaría publicar las partituras de los villancicos de Milà, porque es el género que los coros encontrarían más divertido.

 

- Ah, ¿sí?

- Aunque la tesis para mí es muy importante, porque ha de permitirme ser doctora en Musicología, mi objetivo último es editar la música de Milà. Porque se necesitan investigadores, musicólogos que estudien las partituras, las contextualicen históricamente... pero lo más importante de todo, no nos engañemos, es que la música se publique y los músicos la toquen y la canten. Que suene y se conozca. Mi objetivo de verdad es que Antoni Milà suene otra vez en las calles de Tarragona.

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