Multas, cámaras y Guàrdia Urbana para acabar con los vertederos ilegales en TGN

El año pasado se impusieron 28 sanciones de más de 4.000 euros por lanzar escombros y basura en lugares públicos. El Ayuntamiento invirtió 17.765 euros en limpiar escombreras

26 enero 2021 06:50 | Actualizado a 26 enero 2021 07:06
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«Prohibido arrojar basura. Sanción Mínima de 4.001€. Si no sabe dónde arrojar los residuos llame al Teléfono Verde (977 29 62 22). Le asesoraremos y le indicaremos a qué gestor autorizado los puede llevar. Zona videovigilada». Esta es la frase que desde hace unas semanas puede verse en distintos sitios de la ciudad que, a fuerza de acumular residuos, se habían convertido en vertederos incontrolados.

Es la última carta que se ha jugado el Ayuntamiento de Tarragona en la lucha contra lo que el concejal de Neteja, Jordi Fortuny, ha calificado como una ‘lacra’. Desde el año pasado el departamento que dirige ha estado realizando un esfuerzo por limpiar estos espacios que se encuentran, en la mayoría de los casos, en descampados y en polígonos industriales, a la par de contar con la colaboración de la Guàrdia Urbana para sancionar a los responsables.

El año pasado, de hecho, gracias a la colaboración con la policía municipal, se impusieron 28 sanciones por más de 4.000 euros a los responsables de lanzar residuos a estos vertederos. En lo que va de este año ya se han impuesto seis multas más de este tipo. A los responsables, además, se les hace correr con los gastos de la limpieza.

Además el año pasado se impusieron otras 200 sanciones de menos de 300 euros por otros vertidos en la vía pública.

La mayoría no son particulares

Fortuny aclara que en los casos en que la unidad de medioambiente de la Guàrdia Urbana ha podido identificar a los responsables han encontrado que no se trata de ciudadanos particulares, sino de industrias y pequeñas empresas. En algunos casos, además, son de fuera de la ciudad.

En este sentido, explica que dos de las sanciones que se han impuesto son a inmobiliarias que han contratado a personas o empresas que vacían pisos y quienes, a su vez, arrojan a los vertederos ilegales lo que no les interesa, desde muebles hasta electrodomésticos.

Para atajar esta práctica pasarán aviso a las inmobiliarias y administradores de fincas de la ciudad para que estén al tanto de las sanciones. Fortuny recordó que un ciudadano que tenga desechar residuos voluminosos de su vivienda tiene la opción de llevarlos a la Deixalleria Municipal o de llamar al Teléfono Verde, donde se pondrán de acuerdo en el día y hora para pasarlos a retirar por los contenedores más cercanos.

También hay pequeñas empresas que, cuando son sancionadas, alegan que no sabían dónde llevar sus residuos. En este sentido, el próximo cuatro de febrero entrará en vigor la ordenanza que fijará precios públicos para que puedan llevar sus voluminosos a la deixallería municipal.

Trabajo de inteligencia

Apuntó Fortuny que la limpieza de estos espacios es un trabajo laborioso, ya que los residuos no se eliminan conjuntamente sino que se separan manualmente: madera, cartón, restos de obras...

A modo de ejemplo, en un vertedero que había cerca del Mercat de Bonavista se necesitaron 44 horas de trabajo y 24 horas de vehículos para retirar 2.520 kg de residuos voluminosos y 16.080 kg de escombros.

No menos laboriosa es la instrucción de los casos por parte de la Guàrdia Urbana. En algunos casos se puede demostrar la autoría porque los agentes, que van de paisano, les pillan ‘in fraganti’, mientras que, en otros, se llega a los responsables a través del análisis de los propios desperdicios. También se han instalado cámaras de videovigilancia que van rotando por los distintos ‘puntos negros’. Se trata, en todos los casos, de un proceso administrativo largo y laborioso.

Fortuny, explica, no obstante, que para poder mantener los vertederos a raya habrá que mantener la presión porque entre los que han limpiado en los últimos días han visto que hay quienes intentan volver a lanzar basura. En otros casos, como en la escombrera que se formó en el Polígon Francolí, cuando comenzó a vigilarse una zona, los vertidos comenzaron a acumularse en otra más alejada.

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