Ni Jaume I ni peatonalización de la Part Alta

Análisis. Los turismos tienen barra libre para entrar y ni siquiera los fines de semana o en verano ha intentado buscarse una solución al problema

23 agosto 2019 06:50 | Actualizado a 27 septiembre 2019 12:13
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El día de las Festes de Sant Roc veía un vídeo de Twitter de la procesión del santo con los coches intentando abrirse un camino por la calle de la Nau. Lo siento, no me acuerdo del autor. Pasé tal vergüenza que intenté borrar el instante de mi cabeza.

Los coches forman parte del día a día de la Part Alta. Tan solo hay que darse una vuelta para verlos cruzar entre las terrazas de la Plaça del Fòrum, encontrarse los camiones de la cerveza descargando fuera de horario en la Plaça del Pallol o cruzarse con alguna de las furgonetas que rompen las baldosas de la calle Cavallers. La realidad nada tiene que ver con todas aquellas declaraciones de intenciones que hemos escuchado a lo largo de los últimos años.

De hecho, si retrocedemos en la hemeroteca, las primeras noticias que aparecen sobre la peatonalización de la Part Alta son del año 2007, cuando la Generalitat otorgó la Llei de Barris. En aquellos momentos, una de las partidas más importantes que se diseñó fue de cara a esta finalidad. El proyecto –cofinanciado entre el Ayuntamiento y la administración autonómica– recogía una partida de 1,4 millones de euros para el cambio del pavimento de las calles Enrajolas, La Nau, Plaça Pallol, Mediona y Comte. Debía ser un primer paso para sacar los coches de las angostas calles del núcleo histórico.

Cuando se redactó el Pla Integral de la Part Alta, la intención era la de estudiar si los coches que utilizaran el párking Jaume I podrían acceder desde la Muralla. Ni párking ni peatonalización. Ambos temas han desaparecido de la agenda política y de los medios de comunicación. En la pasada campaña apenas se apuntó en el debate sobre movilidad, que se organizó en el Col·legi d’Arquitectes. En el resto, ni mu.

La peatonalización de la Part Alta es un tema que huele a naftalina, mientras todos los días comemos y cenamos con un telediario que nos explica casos de ciudades que impulsan proyectos para reducir la presencia de coches en el centro. Tarragona is different.

La falta de una zona de aparcamiento en los alrededores de la muralla, junto con la presencia de Lestonnac, siempre ha servido a nuestros políticos para mirar para otro lado. En febrero del año pasado se anunció desde el Àrea de Mobilitat que se habilitaría una zona de Kiss&Go para que los padres dejaran a sus hijos. La propuesta se topó con el rechazo frontal de los progenitores, quedándose en el mismo saco vacío en el que ya había la segunda pilona para el Portal del Roser.

La situación de abandono genera situaciones vergonzantes. Las ciudades deben ser primero para sus vecinos y después, en todo caso para los turistas, pero cuando los domingos de crucero el barrio está lleno de grupos que hacen excursiones y de repente los guías tienen que interrumpir sus explicaciones para que pase un coche, la sensación es de tierra trágame. ¿En serio que no puede hacerse mejor?

La situación de Lestonnac será de difícil solución si no se aborda de una forma más amplia a nivel de ciudad, y se coge el toro por los cuernos el tema de los itinerarios escolares. Pero esto no debería impedir el hecho de que siga demorándose esta cuestión. ¿Si el colegio es un impedimento, por qué no empezamos con los fines de semana, los festivos y los meses del verano? Es cuando hay más gente paseando por el barrio y sería un primer paso de cara a una prueba piloto. Lo que está claro es que si no empieza a hablarse en el inicio de un nuevo mandato, después a nuestros políticos les tiemblan las piernas.

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