«No deberíamos subestimar el malestar adolescente»

No son ‘cosas de la edad’. Un estudio de la URV con chicos de 10 a 13 años encuentra que entre el 16% y el 18% han tenido ideas suicidas en algún momento de la vida

22 julio 2019 10:07 | Actualizado a 22 julio 2019 10:12
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Tema tabú donde los haya, del suicidio apenas se habla, y mucho menos si se trata de niños y adolescentes. Pero lo cierto es que la realidad infantil tiene matices que muchos adultos ignoran. 

Un estudio realizado por el grupo de investigación en nutrición y salud mental, Nutrisam, de la URV, realizado con preadolescentes de entre 10 y 13 años, encontró que entre un 16% y un 18% había tenido ideas suicidas en algún momento de su vida. Los chicos entrevistados, 720 niños y 794 niñas, estudiaban en 13 centros educativos públicos y concertados del Camp de Tarragona. 

Núria Voltas, profesora de Psicología y una de las investigadoras del estudio, explica que la investigación es parte de un proyecto más amplio que tiene como objetivo estudiar síntomas emocionales como ansiedad, depresión y trastorno obsesivo compulsivo (TOC) en estas edades. 

A los chicos se les aplicaron una serie de test psicológicos y se les hizo seguimiento durante tres períodos evolutivos. La cifras que obtuvieron fueron estables. Durante el primer período un 16% de los alumnos afirmaron que habían tenido alguna idea suicida. Tanto en el segundo período como el tercero, las ideas se manifestaron en el 18% de los entrevistados. 

Aclara Voltas, no obstante, que aunque se hable de ideas suicidas, no se discrimina entre diferentes momentos como planificación, amenaza o tentativa. En una entrevista personal posterior que se realizó a los que tenían estas ideas sí que se determinó que el 12% podía considerarse en una situación de ‘riesgo’

Tomarlos siempre en serio

Eso sí, cuando se le pregunta qué debería hacer un padre o un docente si un niño o adolescente expresa ideas suicidas, asegura que siempre hay que tomarlo en serio y buscar ayuda. «Nunca deberíamos subestimarlo, el problema es que no siempre tenemos la suerte de que lleguen a hablarlo».

La investigación permitió, además, encontrar los factores de riesgo para tener dichas ideas suicidas y, efectivamente, tenían relación con los síntomas emocionales que están estudiando, como ansiedad y depresión

Encontraron, además, ciertas diferencias entre chicas y chicos. En los niños son los síntomas depresivos previos los que acaban determinando la ideación suicida, mientras que en el caso de las niñas se combinan síntomas de ansiedad y de TOC. En el caso de ellas, además, se vio que el riesgo aumentaba si la situación socioeconómica de la familia era desfavorable.

Recuerda Voltas que la adolescencia es un momento de importantes cambios físicos, emocionales, intelectuales... Y es crucial saber qué preocupa a los chicos, si saben cómo identificarlo, cómo comunicarlo y, sobre todo, si tienen estrategias adecuadas para resolverlo.

Explica la psicóloga que la pregunta que deberíamos estar haciéndonos es: «¿Estamos haciendo suficiente para detectar de manera temprana estos factores de riesgo?... La respuesta es no».

En su opinión, estos datos deberían servir para ‘alfabetizar’ a todos los profesionales que trabajan con chicos y chicas de estas edades, comenzando por los docentes, pero también por el personal sanitario. «Deberíamos formarnos más para dar una mejor respuesta... No hay programas suficientes ni específicos para abordar este problema», señala.

Los datos, a pesar de ser alarmantes, señala Voltas, coinciden con un estudio hecho dos décadas atrás, también en Catalunya, con grupos de edad similares y con otros realizados en Europa y Estados Unidos. En resumen, que llevamos décadas mirando a otra parte.

Así, pues, aunque antes no había, por ejemplo, ciberbullying, el malestar siempre ha estado allí. No hay que caer en la tentación de juzgar los problemas de los niños y adolescentes desde la perspectiva de los adultos y, por ello, descalificarlos.

Las cifras de suicidios consumados, explica Voltas, son difíciles de discriminar puesto que hay algunas muertes que pueden pasar por accidentales. No obstante, según los datos del Idescat, en la demarcación de Tarragona en 2017 murieron 109 personas en estas circunstancias. Diez años antes, en 2007, fueron 51, menos de la mitad.

La investigación ha sido publicada en la revista científica Archives of Suicide Research y en la misma han participado, además, Carme Hernández-Martínez, Maria Victoria Arija y Josefa Canals.

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