Quejas por no poder pagar el billete sencillo del bus con tarjeta o móvil

Aunque su número ha bajado con la pandemia, más de un cuarto de los usuarios compra el billete sencillo. Para ellos la ciudad todavía no ofrece alternativas al pago en metálico

12 octubre 2021 19:00 | Actualizado a 13 octubre 2021 07:28
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El autobús se detiene en la concurridísima parada de Prat de la Riba. Después de que dos pensionistas pasen sus abonos por la máquina validadora, un joven acerca su móvil al mismo aparato. Aparentemente lo ha confundido con un datáfono, como los que ya se han extendido por los comercios y que permiten pagar con el teléfono o con un reloj inteligente.

El conductor le advierte del error y le muestra la pegatina de la mampara, esa que le anuncia que si lo que quiere es pagar en metálico lo máximo que se admiten son billetes de diez euros. Otra usuaria se queja: «No tiene sentido que puedas pagar una barra de pan con tarjeta y el autobús no».

Y es que si el pago en metálico ya iba perdiendo peso en favor de otros métodos de pago para todo tipo de transacciones, la pandemia ha venido a acelerar esta tendencia.

A diferencia de la vecina ciudad de Reus, donde se habilitó el pago con tarjeta el verano pasado, o de Barcelona, que comenzó el despliegue en mayo de este año, en Tarragona todavía no existe esta posibilidad. Y eso que aquí todavía el 28% de quienes suben al bus compran el billete sencillo a bordo. Son menos que el 36% que lo hacía en 2019, antes de la pandemia, pero todavía representan más de una cuarta pare de los usuarios.

Cuestión de salud laboral

Consultados al respecto, desde la EMT explican que «se está explorando cómo mejorar la forma de pago de los usuarios más esporádicos del transporte público que usan el billete sencillo en lugar de tarjetas multiviaje, para facilitarles su adquisición mediante alternativas al pago en efectivo».

Además de los usuarios eventuales, los representantes sindicales de la empresa de transportes también se han quejado de la falta de alternativas al pago en efectivo especialmente durante la pandemia, ya que el manejo de dinero en metálico representa un riesgo de salud tanto para ellos como para los usuarios, aseguran. De hecho después del confinamiento y, durante un tiempo, solo se podía viajar en los autobuses si se tenía un abono. En esos momentos, disponer de una forma de pago con tarjeta bancaria, habría permitido subir al transporte público a los que no tenían abonos.

En junio del año pasado el comité de empresa hizo un requerimiento a la EMT para eliminar el cobro en metálico. En ese momento la empresa respondió que estaban estudiando dos posibles vías. Una era la utilización de un código QR expedido por las máquinas de zona azul (el aparcamiento regulado sí se puede pagar con tarjeta o a través de una App móvil) que se podría validar a bordo de los autobuses. Esto implicaría la instalación de un lector de códigos QR.

La otra opción que contemplaban era la instalación de datáfonos al lado de las máquinas validadoras.

Se señaló que se harían estudios al respecto, pero, aseguran los representantes sindicales, después de aquella respuesta no han tenido más noticias.

Además de la cuestión sanitaria, explican, los conductores se encuentran con el compromiso de tener que explicar a usuarios eventuales y a turistas (especialmente los que usan las líneas de playa en verano) que no hay alternativas al pago en metálico.

Pero, aseguran, este no es el único problema con el que se encuentran en el cobro. Denuncian que el sistema operativo está obsoleto y las máquinas se estropean con frecuencia. En esos casos no pueden cobrar, con lo que se ven obligados a contar a los usuarios que suben y apuntarlos en la hoja de ruta. «No queda otra, porque es culpa de nosotros, de la empresa».

De eventuales a permanentes

Por su parte, Daniel Pi, de la Associació per a la Promoció del Transport Públic (PTP), advierte que la forma de pago no está entre los principales problemas del transporte público «que se debe especialmente a sus usuarios habituales», pero sí considera que a los usuarios eventuales habría que darles «mientras más facilidades mejor». Opina que no poder pagar con tarjeta «no es un fallo imperdonable, pero hay que ofrecer una solución lo antes posible y pensar que algunos usuarios puntuales podrían convertirse en habituales».

Cree, no obstante, que habrá que estudiar qué sistema se utiliza porque, por ejemplo, en Reus el pago con datáfono obliga al conductor a introducir el importe cada vez «y hay sistemas más avanzados».

Vaticina, además, que en el futuro iremos con un único título de transporte en tarjeta o en el móvil, como con la tarjeta sin contacto T-Mobilitat, aunque su despliegue se está retrasando más de lo esperado.

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