Notable descenso de hurtos y robos en vehículos en las playas de Tarragona

El 'top manta' sigue siendo residual, con un grupo de seis mujeres que se dedican a la 'peluquería' y a ofrecer ropa en la zona limítrofe con el término de Altafulla

19 mayo 2017 18:29 | Actualizado a 21 mayo 2017 16:49
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Los hurtos en las playas de Tarragona y el robo en el interior de vehículos aparcados en las proximidades han descendido considerablemente durante este verano, según los datos de que dispone la Guàrdia Urbana de Tarragona. Las mismas fuentes reconocen que el año pasado tuvieron que efectuar dispositivos especiales ante este tipo de hechos delictivos, pero este año no ha sido así. Desde el 15 de junio –cuando se abrió oficialmente la temporada de playas– hasta el pasado 5 de agosto dicho cuerpo policial había recibido dos denuncias por hurto y cinco por robo en interior de vehículo.

Las denuncias por robo en interior de vehículo se concentran en la urbanización de La Móra, donde se han localizado tres de los cinco casos –otros fueron en la playa Dels Capellans y en la playa Llarga–. En el caso de La Móra, se concentran en el párking y también en la calle Limonium, donde este año no ha habido ninguna denuncia pero los agentes tienen constancia de que se han producido hurtos por los cristales que han encontrado en el suelo, además de maletas, carteras y documentación. Uno de los agentes del dispositivo de playa comenta que se ha detectado que hay algunos usuarios, principalmente extranjeros, que dejan los campings a media mañana y cargan sus enseres y maletas en el coche, y lo dejan en un lugar visible, lo que es detectado por los ladrones. Muchas veces, al ser de otros países, presentan la denuncia al llegar a su destino.

La comparativa

Este año este tipo de hechos delictivos están yendo a la baja, al contrario de la situación que se vivía el año pasado, cuando se detectaron gran cantidad de estos robos, por lo que se montó un dispositivo especial con agentes de paisano para frenar el incremento de delitos.

También en el caso de los hurtos en la arena ha habido un importante descenso. Sólo se han denunciado dos casos: uno en Cala Fonda –Bosc de la Marquesa– y el otro en la playa de Tamarit. Precisamente este último caso acabó con la detención de los dos presuntos autores. Los hechos ocurrieron el pasado 29 de julio. Una patrulla se dirigió a la torre de vigilancia de Creu Roja, donde aguardaban las víctimas de los hechos. Aseguraron que, según les comentó un testigo, cuando se bañaban, dos jóvenes de aspecto magrebí les habían sustraído las pertenencias: una cartera, una tarjeta de crédito y dos del cámping y entre 400 y 500 euros –la mayoría en billetes de 50 euros». Los autores, que llevaban gorra, huyeron en dirección a la desembocadura del río Gaià.

Los datos de los sospechosos fueron trasmitidos a todas las patrullas policiales de la zona –e incluso de otros cuerpos–. Poco después, una de la Policía Local de Altafulla detectó a los dos sospechosos. Dos patrullas de la Guàrdia Urbana acudieron al lugar. En el registro, Ismail Z. llevaba 203 euros en el bolsillo e Ilyasse el B. portaba 269 –la mayoría dentro de un paquete de tabaco escondido en los genitales–. Ambos tienen 21 años, el primero no tiene domicilio conocido y el segundo vive en Tarragona.

Poca venta ambulante

Las playas de Tarragona nunca se han caracterizado por sufrir la venta ambulante, al contrario que en otros municipios cercanos. Desde hace años la Guàrdia Urbana intenta erradicar esta problemática o reducirla a mínimos. Este verano se han hecho diferentes actuaciones: dos en el Miracle, tres en la Llarga y dos más en Cala Fonda.

Se ofrecen dos tipos de servicios: la peluquería –con las típicas trenzas– y los productos falsificados –conocido como top manta–. Este año no se ha producido ninguna detención «porque cuando nos ven salen corriendo», comenta uno de los guardias. Las personas que se dedican a estas actividades «son las mismas que el año pasado», todas ellas extranjeras. Este verano no se han detectado ciudadanas chinas que se dedican a ofrecer masajes.

Entre los casos curiosos de venta ambulante está el de dos ciudadanos búlgaros que al principio de la temporada se dedicaban a vender latas en la playa del Miracle. Después de ser denunciados por la Guàrdia Urbana, desaparecieron de la arena.

El pasado domingo por la mañana hubo una actuación contra la venta ambulante en Tamarit con agentes de paisano. Se localizaron a tres mujeres ‘peluqueras’ y a otras tres que vendían ropa. Al ver a los policías echaron a correr en dirección al término de Altafulla. Una de las mujeres que ofrecía servicios de peluquería fue multada y se le intervino el material.

Multa por tirarse de las rocas

A pesar del peligro y de las campañas hechas, el tirarse de los acantilados al agua sigue practicándose, especialmente en Tamarit y Miracle. Este año se han impuesto tres denuncias, dos a sendos menores —de 12 y 13 años– de un cámping que saltaron en la Llarga y a otro en la zona del Fortí de la Reina.

Los agentes también actúan cuando hay bandera roja –este año ha habido ocho intervenciones–. Los más incívicos son los extranjeros, y principalmente en La Móra y Tamarit, que no hacen caso a los socorristas, «a nosotros normalmente sí». Si no hacen caso a Creu Roja la multa es de 100 euros, y 500 si ‘ pasan’ también de la Guàrdia Urbana.

Niños a la fuga

Uno de los cometidos que tienen los agentes adscritos a la Unitat de Platges es la atención a los ciudadanos. Así, el 14 de julio encontraron las llaves de un vehículo en la arena, cerca de uno de los puestos de socorro situados en el centro de la Platja Llarga. Los guardias recorrieron la zona de aparcamiento de dicho espacio para ver si dicha llave abría alguno de los vehículos estacionados.

La pérdida de niños en la playa es otra de las tareas encomendadas. Recuerdan un caso especial que no se originó en la playa pero sí que finalizó en ella. Dos niños de siete y diez años, que viven en la Part Baixa, se escaparon de su casa. Sus padres, que comunicaron el caso a la Guàrdia Urbana, dijeron que les gustaba mucho la playa. Tras pasar el aviso a todas las patrullas, una de las destinadas en la playa vio a los dos niños sentados en un banco del Passeig Marítim, al lado del Miracle. Portaban una mochila con todo lo necesario para un día en la playa: una toalla, dos botellas de agua y un paquete de galletas. Cuando los agentes les preguntaron por qué se habían escapado, contestaron que sus padres no les llevan a la playa y la noche anterior habían planificado ir. Los padres, aliviados, se desplazaron al lugar a recogerlos.

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