El joven lituano acusado de intentar matar a su compañero de juegos en el chalet de éste en Boscos de Tarragona ha sido condenado a nueve años de prisión. Así se recoge en la sentencia dictada por la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Tarragona. También indica que durante doce años no podrá comunicarse ni acercarse a menos de 500 metros de la víctima ni de su domicilio. La Fiscalía solicitaba doce años de cárcel mientras que la acusación particular lo elevaba a 15 años.
La sentencia declara probado que el condenado y la víctima mantenía una relación de amistas desde la infancia por su común afición de loa videojuegos. A resultas del cambio de domicilio del encausado, era habitual que éste se alojara en el de la víctima, situado en la avenida Boscos de Tarragona. Allí pasaban días y fines de semana juntos, que dedicaban principalmente a jugar a videojuegos hasta altas horas de la noche.
En dichas estancias, el dueño el chalet dormía en su cuarto, echando un pestillo a la puerta, mientras que el agresor –de 19 años– lo hacía en el sofá-cama del salón. La casa quedaba cerrada con llave, que sólo disponía el dueño. El 31 de agosto de 2016, ambos jóvenes se encontraban en una de esas reuniones. Cuando el dueño se fue a acostar, le dijo a su compañero que lo despertara a las once de la mañana, no cerrando el pestillo del dormitorio para que pudiera entrar.
Llegadas las once de la mañana, por motivos desconocidos, el ahora condenado se introdujo en el dormitorio portando un cuchillo de cocina de unos 20 centímetros de largo. Aprovechó que su amigo estaba dormido para asestarle una primera puñalada en la zona superior del abdomen y una segunda en la región intercostal. La víctima se despertó súbitamente ante el ataque. Se giró hacia la izquierda, colocando sus brazos para defenderse de las acometidas del acusado, quien siguió acuchillándole, impactando en la extremidad superior del perjudicado.
Tras el ataque, el agresor salió del dormitorio y se colocó en la puerta, sujetando el manillar desde fuera, evitando que la víctima pudiera salir. Ambos forcejearon con la puerta hasta que finalmente el agresor cedió a que el herido saliera. La víctima declaró en el juicio que cuando despertó pensó que su amigo le estaba «gastando una broma pesada», para inmediatamente sentir el cuchillo.
La víctima salió del dormitorio y encontró al agresor hiperventilando, nervioso, con sangre y viendo como guardaba el cuchillo en el pantalón. El herido le dijo a su amigo que no diría nada a nadie de lo sucedido, pero que le permitiera llamar a la ambulancia, a lo que el agresor accedió. La víctima tuvo que ser intervenida quirúrgicamente de forma urgente en el Hospital Joan XIII, estando ingresado en la UCI y hospitalizado durante nueve días.
Los Mossos detuvieron al agresor a los pocos minutos de llegar a la casa y, tras declarar ante el juez, ingresó en prisión preventiva. Como secuelas, la víctima sufre un trastorno de estrés postraumático y le han quedado varias cicatrices. Los forenses dictaminaron que en el momento de la agresión, el acusado no tenía alteradas sus facultades mentales.