Objetivo: concentrar el voto soberanistaen Puigdemont

Casi un millar de tarraconenses acogieron entre gritos de «libertad» a Jordi Turull, quien confesó no poder decir lo que pensaba

17 diciembre 2017 11:28 | Actualizado a 17 diciembre 2017 11:35
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Carles Puigdemont, desde Bruselas, y Jordi Sànchez, desde prisión, pidieron concentrar el voto independentista en Junts per Catalunya en el mitin celebrado ayer en Tarragona. En cambio, Jordi Turull, exconseller de la Presidència, lo hizo en directo, bajo la mirada atenta y entregada de casi un millar de tarraconenses que ondeaban, en su gran mayoría, la senyera. Una de las protagonistas de la noche fue Elsa Artadi, jefa de campaña de la formación, quien explicó, con pelos y señales, lo sucedido ayer en Soto de Real, prisión en la que está Jordi Sànchez, el número de 2 de Puigdemont.

«Dijimos que Sànchez participaría en nuestro mitin central, ayer –viernes para el lector–, en la Vall d’Hebron. Inmediatamente los funcionarios le registraron para encontrar el supuesto móvil con el que pensaban que haría una conexión en directo. Pero Sànchez no hace cosas ilegales y no tenía ningún móvil escondido. Solamente utilizó su llamada semanal para grabar el mensaje. Le han cambiado de celda, a modo de castigo». Así acabó el relato de Artadi, que enlazó con los gritos de «¡Libertad!» de los presentes.

«No queremos la superioridad de aquellos que quieren desinfectarnos», Carles Puigdemont

Era el momento del exlíder de la ANC. « El único adversario que tenemos es Mariano Rajoy. No tenemos que tener miedo de nadie más. Arrimadas, Iceta y Albiol han sido los tontos útiles que han pagado la fiesta del 155», dijo Sànchez.

Volvamos al principio. Pasadas las ocho de la tarde, Jordi Turull entró en el Refugi número 1 del Moll de Costa como el héroe. Le acompañaba Eusebi Campdepadrós, candidato por Tarragona. Al grito de «¡Libertad!», los dos líderes se subieron a las sillas para saludar a los asistentes. Como ya es tradición, la primera hilera de sillas estaba reservada para los políticos encarcelados o en Bruselas. 

El candidato Albert Batet tuvo un recuerdo para aquellos alcaldes «que plantaron cara a la policía el día 1 de octubre» y animó a los presentes a pedir la dimisión para el alcalde de la ciudad, Josep Fèlix Ballesteros. Teresa Pallarès, la número 2 de Tarragona, aprovechó su minuto de gloria para explicar por qué decidió dejar de ser socialista para unirse al proyecto de Puigdemont.

«Arrimadas, Albiol e Iceta son los tontos útiles que han pagado la fiesta del 155», Jordi Sànchez

Por su parte, el candidato por Tarragona, Eusebi Campdepadrós, sin corbata ni americana, reprochó al resto de formaciones independentistas no haber formado una lista única. «Era necesario hacer frente a estas elecciones como un país único. Hubiera sido una manera de devolver la bofetada. Pero no ha sido posible y me entristece», confesó Campdepadrós, quien añadió que el único proyecto de Ciutadans es «destruir Catalunya». Aprovechó para definirlos como unos «neofascistas».

Recibidos como mártires

«Mi libertad provisional no me permite decir lo que pienso. La diría demasiado grande». Así de sincero se presentó Jordi Turull, quien aseguró ir con bufanda amarilla para homenajear a los abuelos de la Plaça Mercadal de Reus y relató que le llevaría un calendario del Mercat Municipal de Tarragona –que ha causado polémica por ser amarillo–, a un compañero de prisión. «Nunca podrán descabezar la voluntad de Catalunya. No lo hizo Franco y tampoco lo harán sus herederos», aseguró Turull, quien añadió que estas elecciones no van de partidos, «van de quién entra en el Palau de la Generalitat».

El presidente de la Generalitat cesado, Carles Puigdemont, en directo desde Bruselas, confesó tener la necesidad «de rebelarme» ante «la vejación sufrida» por su número 2. «Cuando Sànchez entre como diputado, no le podréis aguantar la mirada», refiriéndose al bloque constitucionalista. Puigdemont exigió una disculpa de Miquel Iceta, «por considerar infección a los que no piensan como él», y retó a los presentes a acompañarle «en su entrada al Palau de la Generalitat».

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