Ocio nocturno, un sector necesario

«La ausencia de una oferta amplia es un problema también para los padres, obligados a ir a recoger a los hijos en coche en La Pineda»

29 diciembre 2019 11:50 | Actualizado a 29 diciembre 2019 19:00
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El Diari de Tarragona publicó hace unas semanas una amplia encuesta donde la ciudadanía pudo valorar la calidad de algunos servicios privados y públicos que pueden disfrutarse en nuestra ciudad. Uno de los aspectos de la vida urbana que se puntuó en este estudio fue la oferta de ocio en la capital, una faceta que salió trasquilada con una pobre nota de 3,94 sobre 10. Supongo que nadie se habrá sorprendido con este suspenso, siendo ésta una de las carencias más frecuentemente comentadas por los jóvenes y sus familias.

En efecto, la ausencia de una oferta amplia y variada de esparcimiento nocturno en nuestro centro urbano es un problema que no sólo afecta a las propias personas que pretenden divertirse, sino también a los padres y las madres de los adolescentes que nos vemos frecuentemente obligados a recogerlos en coche, a altas horas de la madrugada, en diversas zonas de La Pineda, Salou o Reus. Por ejemplo, a partir de las dos o las tres de la mañana, los alrededores de Pacha suelen convertirse en una estoica convención de cuarentones y cincuentones con cara de sueño, esperando al volante a que las criaturas concluyan su juerga nocturna. Todo sea por garantizar que nuestros hijos puedan volver sanos y salvos a casa, sin necesidad de acabar en el vehículo de un amiguete en dudosas condiciones de circular con seguridad.

Tarragona no ejerce su capitalidad en materia de ocio nocturno

Tarragona no ejerce su capitalidad en el ocio nocturno. Los jóvenes piden más oferta y más variedad, mientras que los empresarios de la noche no paran de poner en marcha iniciativas para atraer al público. Son las dos caras de una misma moneda. Con esto se demuestra que alguna cosa no funciona.

Tarragona perdió una gran oportunidad de resolver esta cuestión cuando dejó morir el Port Esportiu, un área lúdica que permitía compatibilizar los tres requerimientos esenciales que deben cumplir este tipo equipamientos: dentro del núcleo urbano (lo que permitía ir y volver a pie), lejos de cualquier bloque de viviendas (lo que limitaba los conflictos acústicos con los vecinos), y en una zona perfectamente delimitada (lo que facilitaba la implementación de un dispositivo de seguridad eficaz). De hecho, durante sus primeros años de actividad, este entorno de ocio disfrutó de un éxito indiscutible, pero la dejación de responsabilidades provocó la llegada paulatina de los conflictos, la marginalidad, las peleas, el tráfico de drogas… incluso los tiros. En Tarragona somos expertos en echar a perder incluso aquello que va bien.

Lamentablemente, todo apunta a que esta zona idónea de esparcimiento jamás regresará, al menos a corto y medio plazo. Efectivamente, el Port Esportiu se halla inmerso en un proceso de renovación que, en principio, descarta la reimplantación de establecimientos nocturnos en sus locales. En este tema, como en tantos otros, los tarraconenses también sentimos una sana envidia de nuestros vecinos de Reus, quienes han conseguido desplegar una red de ocio variada y de calidad, con un potente efecto de atracción respecto de las poblaciones colindantes: La Fábrica, El Sabana, Hangar, Classix, As de Copes, Gatsby, Shukha… Y la tendencia va a más, con aperturas continuas de nuevos establecimientos en el centro de la capital de Baix Camp.

Este verano pude preguntar a algunos responsables del nuevo Consistorio tarraconense sobre sus planes en esta materia, y de sus respuestas pude deducir que su preocupación en este terreno se limita a las quejas vecinales. Sin duda, el derecho al sueño de los residentes en las zonas afectadas por este tipo de negocios es un principio innegociable, pero convendremos en que la solución no puede pasar por empujar a nuestros jóvenes a divertirse en otras localidades por sistema. Será necesario articular estrategias que compatibilicen el descanso de los vecinos con la defensa de un sector que ofrece un servicio necesario, y cuya ausencia repercute directa y negativamente en la oferta global de la ciudad, en los riesgos al volante de los jóvenes, y en la calidad de vida de sus familias.

La constatación empírica de la experiencia exitosa en el Port Esportiu demuestra que nos encontramos ante un reto al alcance de nuestra mano. Hará falta reflexión, estudio, imaginación y esfuerzo por parte de todas las partes implicadas. Los objetivos no se conquistan por arte de magia.

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