Opositar más allá de los 45: 'Nunca es tarde para cambiar'

19 mayo 2017 15:35 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:35
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La tarraconense Dolors Diaque tiene 46 años, dos hijos y un trabajo. Además, estudia para aprobar la oposición de Mosso. «Siempre había sido mi vocación. Hasta ahora había tenido otros trabajos pero no me llenaban. Era autónoma en el sector del transporte», cuenta ella, un ejemplo de conciliación y empeño.

Además de las clases, diariamente dedica tres horas a estudiar y otras tres a la preparación física. «Es duro, pero se puede conseguir si te organizas», cuenta Dolors, que debe hacer frente a algunos comentarios que no acaban de entender su apuesta pasados los 40: «Hay de todo. Hay personas que no entienden que quieras hacer un cambio tan drástico de vida y de trabajo. Yo creo que nunca es tarde para cambiar».

A Marisa Quintero, de El Vendrell, le ocurre algo igual. Se dedicaba a un negocio familiar pero a sus 37 años y con un hijo de seis decidió apostar por la formación de policía. «Hay gente que puede ver raro que a esta edad cambies de profesión, pero precisamente la edad puede ser un factor a favor, de madureza, de estabilidad», explica Marisa, cuyo plan de formación es también exigentísimo: tres horas al día de codos y hora y media de entreno físico.

Javier Fernández (36 años) ha llegado a la academia procedente del gimnasio. Por la mañana había estado trabajando de comercial. «De pequeño siempre me había gustado este mundo, pero en casa eran reacios», cuenta. El running le permite mantenerse en forma, aunque a la hora de estudiar no falla a la cita con los libros. En los días previos a los exámenes el desgaste es máximo. Cada uno de ellos puede alcanzar las 14 horas diarias de dedicación.

Todos hablan de vocación y libertad, cuando se roza o se navega en los 40, para tomar el rumbo deseado le pese a quien le pese. Ellos son la primera generación que aspira a ser Mosso y que tiene más de 35 años, el límite de edad existente en la anterior convocatoria y que ahora se ha dilapidado, franqueando para muchos las puertas de la función pública. Se presentan a las convocatorias para la policía local de los municipios y aguardan a los exámenes para Mosso, previstos para otoño.

Opositar es también un camino para hallar la estabilidad en tiempos de precariedad y temporalidad enquistada. «Casi siempre me he dedicado a la hostelería, pero quiero cambiar. Necesito algo fijo para el futuro y aquí lo puedo encontrar», cuenta Ana Belén De Paco, una tarraconense de 23 años que prepara exámenes de auxiliar administrativo.

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