Palabra de indultado

«No es la solución política pero sí un alivio», dice el tarraconense Francesc Xavier Tolosana, exmilitante de Terra Lliure ‘perdonado’ por Aznar

03 junio 2021 11:50 | Actualizado a 03 junio 2021 15:46
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En el BOE se recoge la firma de la ministra de Justicia en 1996, Margarita Mariscal de Gante: «Vengo en indultar a don Francesc Xavier Tolosana Arriaga las penas privativas de libertad pendientes de cumplimiento, a condición de que no vuelva a cometer delito durante el tiempo de normal cumplimiento de la condena». Hace ahora 24 años y a las puertas del indulto a los presos del Procés, el Gobierno de Aznar hacía lo propio con Francesc Xavier Tolosana (Tarragona, 1957), que en 1995 había sido condenado por pertenecer a Terra Lliure. «Yo no pedí el indulto, ni tampoco los abogados. A día de hoy no sé de dónde vino, supongo que intercedería la Generalitat y que fue una negociación política», dice este histórico activista político, hoy doctor en Historia Contemporánea por la URV y pieza de la lucha armada del independentismo entre finales de los 80 y principios de los 90.

«Las situaciones son muy distintas pero tienen algunos paralelismos. El que está preso lo que busca es salir. El indulto no requiere arrepentimiento de nada. En mi caso estaba condicionado a que no volviera a cometer ningún acto relacionado con el juicio. Si lo hacía, quedaba sin efecto y las nuevas penas se sumarían a las antiguas», cuenta Tolosana, que añade: «No se nos consultó pero tampoco te vas a negar a evitar la cárcel. Algunos de nosotros estábamos confesos de lucha armada, no tocaba la rebelión. Nos juzgaron por pertenencia a banda armada o tenencia de explosivos pero comparativamente nuestras sentencias eran mucho más leves que las actuales».

Banda armada y terrorismo

Él fue condenado a un año de prisión por delito de pertenencia a banda armada, a otro más por tenencia de explosivos y a tres penas más de un año por terrorismo, por hechos cometidos entre 1988 y 1992. Había sido detenido en la llamada Operación Garzón en el año de los Juegos Olímpicos de Barcelona y pasó alrededor de 14 meses en la cárcel, antes de celebrarse el juicio. «Hasta entonces había habido caídas de tres, cuatro o cinco personas, algún juicio... pero nada como entonces. Desde junio a diciembre de 1992 se detuvieron a unas 60 personas, pero no había 60 militantes en Terra Lliure. Había conocidos, colaboradores esporádicos... Pocos se libraron de las torturas», cuenta Tolosana.

Fueron juzgados finalmente 21. El indulto evitó que el tarraconense volviera a entrar en la cárcel de forma definitiva. ¿Y qué provocó esta decisión, una de las primeras que tomó Aznar? «Supongo que querrían acabar de disuadir. En 1992 la organización estaba ya en un declive importante. Pretendíamos ser un apoyo con lucha, pero vimos que la sociedad estaba por otras vías. Nosotros pensábamos que había que plantar cara al Estado de otra manera pero tú no puedes hacer lucha armada cuando la sociedad civil no está por eso. No era el camino, el pueblo no lo quería. Quizás el Gobierno pensó que si mantenía a esa gente en prisión eso se podría multiplicar fuera e ir a más, a pesar de que la movilización en la calle no era la misma que ahora».

«Pude retomar mi vida normal»

El indulto fue un alivio. «Yo llegué al juicio en semilibertad y ya no volví más a la cárcel. Para mí el indulto era poder volver a hacer una vida normal. La pena había sido más baja de lo que pronosticábamos pero pensaba que tendría que entrar en la cárcel luego. No lo hice y pude retomar mi vida. A nivel humano y familiar fue importante. En 1992 yo tenía un hijo de dos años», recuerda. ¿Y ahora? ¿Qué puede suponer el indulto? «Se queda corto y no es la solución pero encuentro bien que lo acepten. No es ninguna deshonra política. Pensando en la familia, es adecuado, aunque políticamente no resuelva mucho. Sí lo haría la amnistía, que no la darán. Beneficia a unas pocas personas que quedarán liberadas pero no a las que están huidas y a las casi 3.000 en Catalunya que están pendientes de ser juzgadas o de ir a declarar y tienen la libertad amenazada». Tolosana cree que el tablero político cambiará poco, a pesar del gesto del indulto, pero ve avances: «Políticamente también le conviene al independentismo. Esa gente, muy bregada, saldrá de la cárcel y seguirá pensando igual. Tendrán más cuidado a la hora de firmar según qué cosas o medirán más las palabras, pero continuarán movilizando a la gente».

¿Hay arrepentimiento? «No, yo me reinserté pero no me arrepiento. La lucha armada era un acto de resistencia y de guardar las espaldas a las movilizaciones. No atacamos directamente nunca a las personas del Estado español, sino que hicimos un acto de apoyo», explica, y zanja: «Era mi concepción de la política entonces, una resistencia de apoyo a la lucha en la calle. La lucha armada era el hermano mayor de un niño de 12 años para que se sintiera protegido. No quiero justificarme. Tocaba hacerlo en aquel momento. Sin infraestructura ni medios hicimos ruido y les tuvimos corriendo (al Estado) de un lado para otro. Lo hice todo con plena conciencia, tanto empezar a militar como dejar de hacerlo luego».

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