Parafina para pintar el cielo de TGN

Miles de tarraconenses disfrutaron ayer de la cuarta exhibición aérea del equipo Bravo 3 Repsol, con Juan Velarde y Cástor Fantoba en los aviones. Los aplausos y las fotos se turnaron durante 25 minutos

19 mayo 2017 19:38 | Actualizado a 21 mayo 2017 20:35
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La neblina que distorsionaba la línea del horizonte desde el Balcó del Mediterrani provocaba más de una mueca de tristeza entre los cientos de tarraconenses que se agolpaban en este mirador único de la ciudad. La exhibición aérea del equipo Bravo 3 Repsol utiliza parafina para marcar sus acrobacias y ante la ausencia de viento, el temor generalizado era que todo se convirtiera en una cortina de humo, como ha pasado demasiadas veces en el Concurs Internacional de Focs de la primera semana de julio. Sin embargo, no había que ser pesimista.

Los tarraconenses más puntuales estaban situados estratégicamente en la barandilla, tocant ferro, y esperando a que ese cielo azul intenso se convirtiera en un lienzo para Juan Velarde y Cástor Fantoba, los dos pilotos del Bravo 3 Repsol, premiados con medallas de plata y bronce en el último mundial de 2015 en la localidad francesa de Châteauroux. El tercer piloto, Anselmo Gámez, cogía el micrófono desde tierra para explicar cada una de las acrobacias que se verían a lo largo de 25 minutos.

A 400 kilómetros/hora

Velarde y Fantoba vuelan con un Sukhoi 26M, uno de los mejores aviones acrobáticos del mundo. Fue diseñado y desarrollado por la URSS a finales de la década de los años 70. Está construido con materiales compuestos, ligeros y robustos, como la fibra de carbono, el kevlar y el titanio. La incorporación de estos materiales permite alcanzar altas cargas estructurales y llegar a realizar las figuras acrobáticas más radicales.

Minutos después de las 12.30 horas, dos siluetas con los colores de la petrolera aparecían surcando el cielo desde el norte. El primer aplauso masivo retronó al paso de los dos pilotos por el Balcó del Mediterrani, eje de referencia para el espectáculo. Si en este principio de la Rambla Nova había cientos de personas, la cifra se multiplicaba en la misma arena del Miracle y en otros puntos de la ciudad aptos para seguir la exhibición que tenía lugar en el cielo.

Anselmo Gámez tomó la palabra. Él mejor que nadie puede describir cada acrobacia, cada trazo de parafina que dejaban las dos avionetas en el azul intenso del cielo tarraconense. Al igual que sus dos compañeros, su currículum está lleno de premios y reconocimientos por doquier.

El temor a que la neblina matinal estropeara la fiesta tarraconense se disipó a los pocos minutos. Una ligera brisa permitió que la humareda se fuera difuminando antes de que la siguiente trazada de parafina blanca resiguiera cada una de las complejas maniobras que realizaban los dos pilotos.

El avión cuenta con una cabina ergonómica equipada con un asiento con arnés de seguridad de cinco puntos y una visión del exterior excelente en cualquier posición. Sin estas condiciones, la mayoría de acrobacias serían casi imposibles de ejecutar. La seguridad en estas naves es imprescindible para realizar giros y piruetas donde el cuerpo del piloto está sometido a constantes aceleraciones y desaceleraciones que condicionan el estado físico y mental del mismo.

Ayer hubo muchos ejercicios en el aire, dibujos que dejaban boquiabiertos a los miles de espectadores que seguían con una mano en la frente –a modo de visera– y la otra con el móvil –modo grabación– el transcurso de la exhibición aérea, que ha llegado a la cuarta edición.

Las piruetas más difíciles dejaron a más de uno con la respiración cortada. Fantoba y Velarde volaron a pocos metros de distancia. Se pusieron en modo espejo –cabina con cabina– y se cruzaron a casi 500 kilómetros por hora (sumando las dos velocidades). Todo ello arrancó los aplausos y la admiración del público.

Gámez dio las gracias en nombre de todo el equipo tras 25 minutos de emociones y adelantó que en 2017 estarán de nuevo en Tarragona con motivo de los Juegos del Mediterráneo.

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