Pau Delclós: el día que la escuela habla en chino

La escuela tarraconense abre sus puertas los sábados para que unos 70 niños y adolescentes chinos aprendan la lengua de sus padres

04 marzo 2019 11:16 | Actualizado a 05 marzo 2019 18:58
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Sábado por la mañana en la Escola Pau Delclòs. Con el silencio que reina en los pasillos resulta difícil de creer que más de setenta niños y adolescentes de 5 a 16 años estén en el centro.

Pero están; son los alumnos del curso de idioma y cultura chinos que organiza la Associació de Dones Xineses de Catalunya. Este año han dado un salto cualitativo gracias a un convenio con el IMET que les ha permitido contar con las aulas de la escuela los sábados. De esta manera pueden atender a los alumnos en un solo lugar y, además, es más fácil que vengan los niños de los barrios.

Rongrong Zhu y Jiahui Lin, coordinadora y profesora del curso, explican que tienen dos grandes grupos de alumnos: los más mayores, algunos de los cuales llegaron a España habiendo estado algunos años escolarizados en China, y otros, los más pequeños, que han nacido aquí. En ambos casos, lo que conocen del idioma es lo que hablan con sus padres (entre los hermanos suelen comunicarse en catalán o castellano) y generalmente se trata de dialectos de sus regiones de origen.

La idea de los cursos es entonces darles a conocer el idioma pero también la cultura.  

El orgullo de hablar con la familia

Y en los cursos también se hacen amigos, como cuenta Xu Ying Chen, de 11 años. Reconoce que le da un poco de pereza levantarse un sábado por la mañana para ir a estudiar, pero para ella, que nació en Tarragona, es un orgullo poder hablar con fluidez con su familia cuando va de vacaciones a China. A su lado, Xiuyin Shi, de doce años, asiente. 

Las niñas están en el patio, donde a pesar de estar jugando también el orden se hace presente. Un grupo salta a la comba y otros juegan a algo parecido al balón prisionero con un saquito de arroz llamado ‘shabao’. Cuando las profesoras tocan el silbato o les llama a través de un micrófono como los de las guías turísticas, todos regresan a clase en fila.

Ambas aseguran que el idioma no es difícil, pero hay que trabajar, como en todo. Jiahui Lin, profesora, explica, de hecho, que la caligrafía, una de las cosas que a priori parecen más complicadas, es una de las que más divierten a los pequeños.

Cosecha de la URV

En este curso también se prepara a los alumnos para la prueba de chino que se realiza en la URV. Se trata de un examen oficial que se presenta a nivel mundial y que, además de acreditar sus conocimientos, sirve a los padres para hacerse una idea del nivel de sus hijos. Las profesoras cuentan que las familias que han emigrado aquí valoran mucho la educación y ya algunos de los alumnos que han pasado por sus aulas están estudiando en la universidad.

Tanto la coordinadora como los profesores del curso han pasado en algún momento por la URV, bien en sus estudios de grado o de máster. 
Pero no todos los alumnos son chinos. En el convenio que han firmado con el IMET, apunta Montserrat Fortuny, su directora, también se contemplan clases gratuitas para los niños de la escuela. Las mismas se realizan los viernes por la tarde y han tenido una gran demanda.

Francesc Roca, concejal de educación, por su parte, explica que la decisión de abrir la escuela para esta actividad entra dentro de la voluntad de facilitar que los centros educativos de la ciudad también acojan otro tipo de actividades abiertas a la comunidad. El resultado, señala, está siendo más que positivo.

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