Pediatría del CAP La Granja ya no estará más en barracones

Después de 11 años, la unidad pasa a ocupar una parte de la primera planta del edificio

14 marzo 2019 09:38 | Actualizado a 14 marzo 2019 09:41
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Atender a los más pequeños entre barracones ya es historia. Desde hace un mes, la unidad de pediatría del CAP La Granja-Torreforta está ubicada en la primera planta del edificio, donde hasta ahora estaban las consultas de los especialistas. Se trata de una reivindicación histórica por parte de los profesionales, que llevaban más de 11 años pasando visita en almacenes prefabricados, con frío, calor y malestar. 

Pero los barracones no se eliminan. Seguirán en el mismo sitio para acoger las consultas de los especialistas, que solamente visitan una vez a la semana, más o menos. Los trabajos empezaron en diciembre y se alargaron hasta principios de febrero, cuando el servicio se trasladó definitivamente. La noticia satisface, tanto a los profesionales como a los vecinos de Ponent. 

«Atendíamos a los pequeños en contenedores, tipo en los que se cambian de ropa los obreros», Carmen Campillo, Pediatra

Ahora, la nueva unidad cuenta con una sala de espera, exclusivamente para los pacientes pediátricos, y cinco consultas. Carmen Campillo, pediatra del CAP La Granja, lleva años luchando para conseguir el traslado. «La diferencia es abismal. Hasta ahora, estábamos atendiendo a la población  más pequeña en unos contenedores, tipo los que utilizan los obreros para cambiarse de ropa en una obra», asegura Campillo, quien añade que «nos ubicaron en ese espacio para un plazo de medio año y ya llevábamos más de 11. Era inhumano. Ahora, por fin, los pequeños están donde se merecen estar».

Poca intimidad
Y es que los pediatras trabajaban en condiciones poco dignas, aseguraban los profesionales. El ruido traspasaba las paredes, hasta tal punto que «los médicos oíamos las conversaciones de otras de las consultas. También escuchábamos los lloros de los más pequeños. No había intimidad», recuerda Campillo. La sala de espera era un lugar muy pequeño, de unos 40 metros cuadrados, donde bebés y niños enfermos con otros de sanos compartían el espacio. Los médicos habían explicado, en más de una ocasión, que las condiciones de habitabilidad no eran las correctas para atender a los pacientes. La ventilación era insuficiente y los conductos de aguas residuales provocaban mal olor. 

«He perdido la cuenta de las veces que nos hemos quejado a los gerentes, pero nunca nos hacían caso», asegura Campillo, quien ahora se muestra satisfecha con la nueva ubicación del servicio. Por su parte, la Federació d’Associacions de Veïns de Tarragona (FAVT), que ha sido muy crítica con la causa, agradece el esfuerzo hecho durante tantos años por parte d los profesionales.

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