Ponent y Sant Salvador, donde más alumnos vulnerables hay

Un estudio muestra cómo los niños inmigrantes, con necesidades educativas especiales y en situación de probreza, se concentran en algunas zonas. La ciudad se propone equilibrarlo

21 noviembre 2019 08:40 | Actualizado a 21 noviembre 2019 10:33
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No, aunque se tienda a pensarlo, en Tarragona la escuela no es un reflejo de la sociedad, al menos no en lo que se refiere a la composición de las aulas. La realidad es que unos pocos centros se han ‘especializado’ en educar a los alumnos inmigrantes, a los que tienen necesidades educativas especiales y a los de bajo nivel socioeconómico.

Quedaba en evidencia ayer durante la presentación del estudio L’escolarització a Tarragona: diagnòstic i propostes d’equitat educativa, encargado por el Ayuntamiento de Tarragona (el proceso lo inició el anterior concejal de educación, Francesc Roca, y lo ha asumido con el mismo convencimiento el actual, Manel Castaño).

El estudio lo firma un experto en el tema. Se trata de Xavier Bonal, doctor en Sociología por la Universitat Autònoma de Barcelona y asesor de diferentes administraciones, la Comisión Europea, la Unicef y la Unesco.

La intención del trabajo era hacer una foto de la segregación escolar de la ciudad y proponer soluciones. Se entiende por segregación cuando en un mismo barrio o ciudad sus centros educativos escolarizan mayoritariamente un determinado perfil de alumnado (socioeconómico o cultural) que no se corresponde estadísticamente con la composición de la población de la zona donde se encuentran.

Siempre a las mismas escuelas

El informe fue presentado ayer a directores de escuelas e institutos, algunas Ampas y otros miembros de la comunidad educativa. Por momentos, los resultados levantaban revuelo en el auditorio.

El estudio se basó en tres indicadores: alumnado extranjero, alumnado con necesidades educativas especiales y con necesidades socioeconómicas. En los tres aspectos las zonas educativas seis (Sant Salvador) y siete (barrios de Ponent) están muy por encima de la media. Por contra, la zona cinco (en torno a Països Catalans, donde están las escuelas PAX, Pràctiques y La Salle) es donde hay menor proporción de alumnos de alguno de estos tres grupos. Le sigue, en el bajo porcentaje de estos tres supuestos la zona cuatro (el nou eixample Nord).

El estudio propone cambiar la zonificación actual de siete zonas y dejar tres o cuatro

Las diferencias continúan cuando se habla, por ejemplo, de la matrícula viva; los alumnos que se incorporan con el curso comenzado. En este caso las zona seis vuelve a acoger por encima de la media. Por contra, cuando se trata de los alumnos de otros municipios que vienen a estudiar a Tarragona (el 8,1%), esta vez la zona con mayor proporción es la cinco.

En el estudio también se realiza un cálculo de los alumnos que habría que cambiar de centro, hipotéticamente hablando, para que la distribución entre zonas fuera equitativa. Para que los datos cuadren habría que mover al 51% de los alumnos extranjeros, al 30% de los que tienen necesidades educativas especiales y al 49% con necesidades socioeconómicas.

También queda en evidencia, señalaba Bonal, que en la ciudad hay un exceso de plazas, especialmente en la escuela concertada, lo que hace, por ejemplo, que en ciertas escuelas siempre queden vacantes y terminen allí los alumnos de matrícula viva. En total en la ciudad hay unas 1.400 plazas de P 3 para escolarizar a unos 1.200 niños.

También es significativo que la inmensa mayoría de las familias van a la escuela que eligen en primera opción. «Los políticos suelen venderlo cada año como algo positivo, pero desde el punto de vista de la segregación no es una buena noticia», señala Bonal, quien indica que las familias con más formación y poder adquisitivo suelen ser las más interesadas en elegir un determinado centro, mientras que las que tienen más necesidades son las que menos.

Reservas en papel mojado

La ciudad también tiene un ingente trabajo en lo que se refiere a las plazas que se deben reservar para alumnos con necesidades educativas especiales o socioeconómicas. Sobre el papel, los centros reservan las plazas que marca la normativa, pero en la práctica muchas de estas plazas no son ocupadas por los niños que las necesitan. «No hacemos nada dejando la plaza si luego el niño no va por una cuestión de precio o por lejanía», apuntaba.

En lo que se refiere a la Educación Secundaria Obligatoria, el sociólogo reconocía que está claramente marcada por la adscripción, es decir, los institutos a los que les corresponde ir a los alumnos de cada escuela.

También señala que se debería eliminar el exceso de plazas, sobre todo en la concertada

Así, por ejemplo, hay institutos donde el porcentaje del alumnado inmigrante es del 29% y otros donde es del 7%.

Sin soluciones mágicas

Aunque reconocía Bonal que la segregación es un problema de gran complejidad en el que no todas las fórmulas funcionan igual en cada municipio, sí que propuso algunas medidas a discutir. Una de las primeras es disminuir el exceso de oferta de plazas, especialmente en la escuela concertada. La oferta, asegura, debería estar acorde con el padrón de habitantes de cada zona.

También propone cambiar la zonificación actual, muy caótica, por una en que haya menos zonas y donde se puedan paliar los actuales desequilibrios. Propone dejar sólo tres o cuatro zonas.

Insta, además, a cambiar el sistema de adscripciones escuela-instituto actual, para que se fije menos ene le criterio territorial y más en compensar la composición social de los centros.

Aboga por vigilar la reserva de plazas. Por una parte se trata de hacer una detección de alumnos con necesidades más temprana y eficiente y, por otra, de acompañar a las familias en el proceso de elección de centro para que las plazas finalmente sean ocupadas por quien las necesita.

Y, como no se trata de un problema que se pueda solucionar en poco tiempo, llama a dotar de más recursos humanos a las escuelas de mayor complejidad y a proponer programas como el Magnet, que hacen que las escuelas tengan proyectos educativos atractivos para las familias.

Voluntad política

A la presentación del informe acudieron diferentes representantes políticos, incluidos el alcalde, Pau Ricomá y Jean-Marc Segarra, director del Servei Territorial d’Educació en Tarragona. El primero animó a hacerse la pregunta de si «¿Todos los niños de Tarragona tienen las mismas oportunidades de futuro?». Mientras, Segarra aseguró que hace falta que no sólo las administraciones, sino la sociedad en general, se corresponsabilicen de la solución del problema. «Todos vamos a tener que ser valientes y demostrar una generosidad abrumadora», dijo.

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