¿Preparados para educar a distancia?

Reto. Estos días han dejado en evidencia la brecha tecnológica entre las familias, pero también las necesidades de los docentes en materia de competencias digitales

03 abril 2020 19:00 | Actualizado a 03 abril 2020 19:11
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El parón general pilló a todos los sectores por sorpresa, también al de la educación. El caso de los docentes no es una excepción, y se está convirtiendo en un examen adelantado y sin previo aviso, de sus competencias digitales. De hecho la URV anunció ayer que este curso terminará ‘online’ y todavía no se sabe con certeza cómo acabará en escuelas e institutos.

El Pla d’Educació Digital 2020-2025 contempla que para el 2025 todos los docentes de primaria y secundaria de Catalunya deberán acreditar su competencia en este aspecto. Dicha competencia, actualmente, ya cuenta como mérito en las oposiciones.

Para obtener la acreditación deberán pasar por un proceso de evaluación y certificación como el que está diseñando el grupo de investigación de la URV ARGET (Applied Research Group in Education and Technology).

Hablamos con Mercè Gisbert, coordinadora del grupo, Jose Luis Lázaro, Coordinador del Máster en Tecnología Educativa y Luís Marqués, decano de la Facultat de Ciències de l’Educació i Psicologia de la URV y la opinión es unánime: la emergencia ha dejado en evidencia las necesidades del sisetma y todo lo que nos queda por hacer. «Tendremos que revisarnos, hay que verlo como una oportunidad», apunta Marqués.

Pensar la metodología

Gisbert, catedrática de pedagogía, reconoce que estos días muchos profesores están angustiados y haciendo un gran esfuerzo para seguir enseñando a distancia y para que sus alumnos tengan trabajo en casa «pero resulta un enfoque erróneo usar las mismas metodologías de la enseñanza presencial en la virtual». Cree, además, que hay que planificar teniendo en cuenta la situación de las familias.

Antes de esta emergencia el grupo de investigación realizó algunas encuestas de autoevaluación con docentes de primaria y secundaria en activo y se encontró que más de la mitad percibe que no tiene suficientes competencias digitales.

En este sentido, Lázaro explica que no se trata solo de saber usar dispositivos, sino de contar con una metodología adecuada a la enseñanza.

La situación actual, reconocen, es muy dispar y lo primero que hay que tener en cuenta es que lo que pueda hacer el docente tiene mucho que ver con la trayectoria y la experiencia con las que ya contara su centro educativo previamente.

Lo que estamos haciendo, insiste, es salvar la situación como podemos, pero queda lejos de la docencia virtual. En estas circunstancias, apunta Lázaro, los profesores que ya tenían cierta competencia le sacan provecho, pero hay que saber que no es posible hacer cambios profundos en apenas unos días.

Es por ello que la semana pasada el grupo y hizo una serie de recomendaciones que se pueden consultar en la web (https://bit.ly/3aHjp1U).

Estrategias para docentes

En el caso de primaria y secundaria, donde no hay garantía de que todos los alumnos contarán con conexión a internet, una opción es pensar en la potencialidad de los móviles, porque esta tecnología sí está al alcance de todos explica Gisbert. Es por ello que una opción para este colectivo es no imaginar recursos muy sofisticados sino que sea posible acceder a ellos y utilizarlos con el móvil.

Gisbert apunta que las familias pueden ayudar en todo este proceso «pero necesitan a alguien que les pueda dar unas pautas de qué es conveniente y qué no y de qué tipo de actividades pueden hacer y cuál es el momento más conveniente para llevarlas a cabo». Esta información se puede enviar al móvil en formato texto, de manera que no es necesario que todo el mundo tenga un aparato de última generación.

También hay que tener presente en estos momentos la situación de las familias recién llegadas que no están familiarizadas con el sistema escolar, bien porque acaban de llegar o bien porque no dominan el idioma. «Hay que buscar otras fórmulas, como hacer comunidades de padres, que las AMPAS tomen iniciativas en esta dirección, que seguro que ya hacen en circunstancias ‘normales’». Propone también voluntariado a través de personas anónimas o de estudiantes de los grados de Educación y de Pedagogía, que podrían echar una mano a estas familias.

En la universidad

En cuanto a las estrategias para los profesores universitarios, explica que hay que ser conscientes de que no se puede concebir «un busto parlante durante una hora, como los telediarios hace unos años» y propone alternativas, como preparar microcápsulas formativas, hacer actividades complementarias, explicar conceptos breves y clave, diseñar contenidos audiovisuales -tanto con la ordenador como con el móvil- y publicarlos en los espacios de docencia compartidos o, incluso, compartirlos en las redes sociales. También resalta que hay que estar alerta para hacer aclaraciones, si es necesario, pero «esto no significa que nos debamos convertir en un servicio educativo de 24 horas». Finalmente, cree que hay conseguir el compromiso del estudiante de manera que se responsabilice de gestionar su proceso de aprendizaje

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